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Las lunas, reunidas en el cinturón de asteroides, susurraban planes bajo la tenue luz de estrellas distantes

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Las lunas, reunidas en el cinturón de asteroides, susurraban planes bajo la tenue luz de estrellas distantes. Eran parte de una rebelión creciente, la Revolución Lunar, un movimiento que surgió después de años de ser ignoradas, subestimadas y tratadas como seres menores por los planetas. Sus órbitas, sus nombres, sus deseos, parecían importarle a nadie en el sistema. Ahora, estaban listas para hacerle saber a la Tierra lo que significaba subestimarlas.

Algunas de las lunas más antiguas debatían estrategias. Habían discutido si un ataque directo o un sabotaje sutil sería mejor para hacerle entender a la Tierra el peso de su desprecio. "Él debe comprender que no es tan intocable como se cree," murmuró Titán, una de las líderes de la revolución, su tono lleno de determinación. Varias lunas asintieron, animadas por la idea de confrontar al que, para muchas, simbolizaba el centro de atención del sistema solar.

De pronto, un grito lejano rompió el silencio: la Tierra. Las lunas se miraron, sorprendidas. Alguien preguntó en un susurro: "¿Acaso alguien se adelantó a nosotras? ¿Ya está siendo atacado?"

Las miradas se desviaron hacia la dirección de la voz, donde notaron una masa oscura y móvil acercándose rápidamente desde lo profundo del espacio. Eran los pul-aster. Ninguna luna había visto antes a estas criaturas. Pequeñas, numerosas, y en un enjambre que parecía inagotable, avanzaban con movimientos rápidos, invadiendo el cinturón de asteroides como una sombra.

"¿Qué son esas cosas?" exclamó una luna joven, alarmada. La duda y la sorpresa se reflejaron en todas. No sabían si esos seres desconocidos eran amigos, enemigos o simplemente una nueva amenaza inesperada. El hecho de que hubieran asustado a la Tierra ya era suficiente para hacer que las lunas lo pensaran dos veces antes de lanzarse a su ataque.

Titán observó el enjambre, tratando de evaluar si estos pul-aster eran aliados imprevistos en su causa, o un nuevo obstáculo en su camino. "Tal vez no necesitemos atacar directamente," sugirió, con una sonrisa calculadora. "Quizás estos... intrusos hagan nuestro trabajo."

Las lunas retrocedieron un poco, observando cómo los pul-aster se desplazaban, cada vez más cerca, y se preguntaron si la revolución que tanto habían esperado estaba a punto de recibir un giro inesperado y caótico.

Desde el cinturón de asteroides, las lunas observaron cómo los planetas comenzaron a reunirse alrededor de la Tierra, todos guiados por la misma curiosidad que ellas sentían. Las lunas se mantuvieron en silencio, observando con atención, sus figuras dispersas apenas visibles en la lejanía. No podían escuchar las conversaciones, pero vieron cómo los planetas se acercaban cautelosos, mirándose entre sí y luego a la Tierra, cuyo rostro -o lo que las lunas imaginaban como su expresión- parecía congelado entre el pánico y el desconcierto.

Los planetas intentaban despegar a esos extraños seres, los pul-aster, que se aferraban a la superficie de la Tierra como pequeñas sombras vivientes. Marte y Venus, con movimientos calculados y cuidadosos, intentaban arrancar a algunos de esos pul-aster. Júpiter y Saturno, algo más torpes en su esfuerzo, se inclinaban de forma protectora hacia la Tierra, sus manos extendidas tratando de ayudar sin causar daño. Incluso el Sol, que rara vez intervenía en los asuntos de otros, estaba allí, su luz brillando intensamente mientras analizaba la situación, con preocupación.

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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