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Era de noche, más bien era la 1:43 am y los pilotos de la f1 ya estaban arreglándose para dormir

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Era de noche, más bien era la 1:43 am y los pilotos de la f1 ya estaban arreglándose para dormir. Fue un día agotador ya que los chicos – en su mayoría – habían hecho sus largas entrevistas, sumando un extra para la mayoría por dos extensas reuniones. Todos estaban hasta cierto punto orgullosos con los resultados,  dieron todo lo posible, y por esta razón,  los pilotos querían dormir y descansar hasta el día de mañana.. Pero, habían dos de los chicos que estaban aún en pie, bueno, mejor dicho acostados en la cama y dándose mimos; estos no eran nada más ni menos que los tortolos de Carlos y Charles.

— Sainz, ya no me des más besos – exclama de manera tierna el más bajo – se supone que aquí el amoroso soy yo, no tu. – hace un puchero tierno y achicando sus ojitos mientras recibe los besos húmedos de su Carlos en toda la zona de su cuello, mejillas y orejas. Los besos del mayor estremecían al menor.

— ¿Hm? Creo que estas siendo injusto, bebé – besa su oreja y luego recorre sus mordidas a su cuello, dando pequeños chupones, haciendo que el otro suspire y muerda su labio – siempre me das besos, en todas partes. Intentas besarme frente las cámaras y provocarme con tus lindos ojos; pero ahora yo quiero comerte, y no quiero escuchar un no de respuesta. – sonrió en sus labios y los besos sin apuros, pero sin quitar la pizca de sensualidad que Carlos siempre le daba.

A Carlos le encantaba tener esos minutos de mimos con su novio antes de dormirse, las ganas de besarlo frente a todos no le sobraban, pero el sabe que tiene que controlarse ya que ambos pueden salir afectados si los descubren. Aunque, a Sainz se le da muy bien disimular sus intenciones cuando le da por acariciar las piernas de Charles. Para la cámaras y los trabajadores se ve solo una caricia amistosa, pero lo que realmente ocupa ese tacto son unas ganas de corromper al menor y manosear esos muslos que tanto ama.

Charles estaba con unos shorts realmente cortos, quizás conozcan los shorts de ejercicio que habitualmente todos los pilotos suelen tener, pero en el caso de Lecrerc, el tiene unos shorts especiales para dormir, ya que en todas las maneras posibles,  le encanta provocar a Carlos con sus irresistibles piernas.

El mayor estaba encima de Charles repartiendo mordidas traviesas en su cuello a la vez que acariciaba y amasada sus muslos y trasero,  adoraba escuchar como el monegasco suspiraba y soltaba pequeños gemidos; puede parecer absurdo como es que el menor se podía excitar con el manoseo que le otorgaba su novio,  pero probablemente sea por las manos mágicas que tenía, y eso le encantaba.

Al español parecía tan tierno como el menor llevaba una mano a su boca para morderla y tratar de retener sus jaleos que iban subiendo de tono. Carlos sabe que su chico es escandaloso y que le cuesta trabajo mantenerse callado, por eso le encanta hallar el momento para que este todo silencioso para pasarse de listo con tu novio con tan solo una delgada pared que los separaba de la otra habitación.

Sainz se aprovecha de Charles ya que su voz es aguda de por sí, y al gemir o jadear sus cuerdas vocales se agudizan aún más, y eso lo ponía malditamente caliente.

Pequeño juego - CharlosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora