Nixi caminaba con pasos apresurados por las calles en ruinas de Vallara, el viento frío azotaba su rostro. Era tarde, y la ciudad dormía bajo el manto de la oscuridad, pero ella no podía evitar el impulso que la llevaba a ese lugar. En sus manos sostenía una carta, una misiva que había llegado de manera anónima, pero cuyo contenido había encendido una chispa de curiosidad y temor en su interior.
El mensaje era simple, pero en su simplicidad, Nixi había sentido una urgencia desesperada: "Nos encontramos en el viejo almacén, esta noche. No traigas a nadie". Era una locura, lo sabía. En una ciudad donde la lealtad se dividía por las cicatrices de la guerra, cualquier encuentro fuera del círculo familiar era potencialmente letal. Pero Nixi sentía que debía ir, que algo la llamaba desde lo profundo de su ser.
El viejo almacén estaba situado en la zona neutral, una franja de tierra que separaba los territorios controlados por las dos facciones en guerra: los Dalverna, su familia, y los Rosetti, enemigos jurados desde tiempos inmemoriales. Era un lugar donde solo los más valientes o los más insensatos se atrevían a aventurarse. Nixi sabía que estaba jugando con fuego, pero la promesa de descubrir algo nuevo, algo que pudiera cambiarlo todo, la mantenía en movimiento.
Cuando llegó al almacén, el edificio se alzaba como una sombra imponente contra el cielo nocturno. Las ventanas estaban rotas, y las paredes, ennegrecidas por las explosiones, parecían gemir con el viento. Nixi se detuvo frente a la entrada, su corazón latiendo desbocado. Tomó una bocanada de aire y empujó la puerta.
Dentro, el almacén estaba oscuro, apenas iluminado por la luz de la luna que se filtraba a través de los agujeros en el techo. Nixi avanzó con cautela, sus pasos resonando en el silencio. Y entonces lo vio: una figura alta y delgada de pie en la penumbra, esperando.
"Gracias por venir", dijo la voz, profunda y suave, con un tono que le resultó extrañamente familiar.
Nixi sintió un escalofrío recorrer su columna. "¿Quién eres?" preguntó, aunque en su corazón ya conocía la respuesta. La figura dio un paso adelante, y la luz reveló un rostro que jamás pensó encontrar allí. Era Luca Rosetti, el hijo de la familia que tanto había aprendido a odiar.
"Luca", susurró ella, incrédula. "¿Qué estás haciendo aquí?"
Luca la miró con una mezcla de preocupación y determinación. "No somos tan diferentes, Nixi. Pero si nos descubren aquí juntos, seremos los siguientes en desaparecer."
Nixi sintió que el mundo se tambaleaba bajo sus pies. Todo lo que había conocido, todo lo que le habían enseñado, se desmoronaba con cada palabra que Luca pronunciaba. Sin embargo, también sabía que no podría apartarse de él, no ahora que sus caminos se habían cruzado de una manera tan inesperada.
"No deberíamos estar aquí", murmuró ella, aunque sus pies no se movieron. "Esto es una locura."
"Quizás", respondió Luca con una media sonrisa, "pero es nuestra única oportunidad."
Así, bajo la luz de la luna y entre las sombras del viejo almacén, comenzó una historia de amor que estaba destinada a arder intensamente, como una llama que brilla con fuerza antes de extinguirse. Lo que ninguno de los dos sabía era que cada paso que daban juntos los acercaba más al abismo.
Nixi no podía dejar de pensar en Luca. Después de su primer encuentro, su mente estaba atrapada en una tormenta de emociones contradictorias. Sabía que estaba jugando con fuego, pero la chispa que había sentido en el almacén la empujaba a regresar. Las palabras de Luca resonaban en su mente: "No somos tan diferentes". ¿Era posible que la enemistad entre sus familias fuera solo una fachada, una barrera que podían superar?
Mientras tanto, Vallara continuaba su descenso hacia el caos. Las calles estaban llenas de tensión, y los enfrentamientos entre las facciones eran cada vez más frecuentes y violentos. Los Dalverna y los Rosetti luchaban por el control de la ciudad, sin saber que sus hijos se encontraban en medio de una peligrosa danza entre el amor y la lealtad.
Nixi y Luca continuaron viéndose en secreto, siempre en lugares ocultos, donde las sombras podían protegerlos. Se contaban sus miedos, sus esperanzas y sus dudas, descubriendo en el otro una humanidad que la guerra les había robado. Sin embargo, cuanto más se acercaban, más conscientes eran de los peligros que enfrentaban. La ciudad era un polvorín, y ellos eran una chispa que podía encenderlo todo.
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AMOR EN LA GUERRA
RandomEn la ciudad de Vallara, el conflicto ha desgarrado a sus habitantes durante décadas. Familias que alguna vez convivieron en paz ahora se enfrentan con una brutalidad que parece no tener fin. La guerra ha dejado cicatrices profundas, no solo en la t...