Cuando una persona no ha experimentado el más mínimo atisbo de afecto, basta un simple gesto, una pequeña acción, para entregar su confianza sin reservas. Pero a menudo, esa confianza se deposita en la persona equivocada.
Capítulo UnoLa lluvia caía en gruesas gotas que golpeaban el suelo con fuerza. Dubraska, una niña pequeña, las observaba desde la ventana, con los ojos llenos de temor. Siempre le había tenido miedo a la lluvia. Le traía recuerdos sombríos, emociones que prefería enterrar.
¿Cómo iba a cruzar hasta el pequeño bazar que se encontraba a una cuadra de su casa? ¿Y si la alcanzaba un rayo? Pensamientos irracionales y temores infantiles la asaltaban, pero el miedo a su madre era mucho mayor. No podía ir a decirle que no quería salir, que aquella tormenta le aterraba.
El sonido de pisadas pesadas resonó detrás de ella, congelándola en su sitio. La sangre pareció drenar de su rostro. Una voz áspera y cortante rompió el silencio:
-¿Qué pasó con lo que te pedí? Te lo encargué hace media hora y todavía no lo traes.
Dubraska tragó saliva, intentando ocultar su miedo. -Estaba a punto de ir, Magda -respondió con voz temblorosa. No se atrevía a llamarla "mamá". Magda no soportaba la idea de ser asociada con ella. Nadie debía saber que era su madre.
-¿Y qué demonios estás esperando? ¿Acaso crees que el bazar va a venir hasta aquí? -Magda agarró la pequeña oreja de Dubraska y la jaló con fuerza, provocándole un dolor agudo. Pero la niña no emitió un solo sonido; sabía que si se quejaba, las cosas solo empeorarían.
-¿Cuántas veces tengo que repetírtelo, niña inútil? Si te mando a hacer algo, lo haces al instante. ¿O es que acaso te da miedo la lluvia? -Magda la miró con desprecio-. ¡Vaya, vaya, eres una auténtica cobarde!
Frases como esa eran las que Dubraska escuchaba constantemente. Magda, como madre, había fracasado en todos los aspectos. Y ahora, ya adulta, Dubraska todavía sentía el peso de aquella figura materna que la marcó de por vida. Había logrado escapar de aquella casa a fuerza de voluntad, jurándose a sí misma que jamás regresaría.
La última vez que su madre le habló, le escupió con amargura que era una "rata traicionera" y que tarde o temprano la necesitaría, porque sin ella no era nada.
Pero Dubraska nunca volvió. Había construido su vida lejos de Magda, y con cada paso dado, demostró ser una mujer independiente. Al final, había roto las cadenas de aquel pasado oscuro, dándole a su madre la más dolorosa de las lecciones: podía ser fuerte por sí misma.
ESTÁS LEYENDO
FACHADA
Mystery / ThrillerUna cara dulce, pero una mente perversa. Así la describían quienes, sin saberlo, captaban solo la superficie de su verdadera naturaleza. Su apariencia inofensiva era un disfraz bien ensayado, una fachada que nadie cuestionaba. Había perfeccionado la...