Tog

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Estábamos sentadas en el sofá, viendo una película que apenas tenía mi atención. Ale y yo habíamos terminado de cenar hacía rato, y el silencio en la casa era casi abrumador. Todo estaba en calma, demasiado en calma para mi gusto. Era una casa grande, con su enorme jardín y las habitaciones vacías. Y a veces, cuando nos quedábamos en silencio, ese vacío se sentía como un eco interminable.

-¿No sientes que esta casa está demasiado sola? -pregunté, casi sin pensarlo, rompiendo el silencio mientras miraba hacia el jardín a través de la ventana.

Ale giró la cabeza hacia mí, su ceja arqueada.

-¿Sola? ¿Te refieres a nosotras?

Negué con la cabeza, sonriendo un poco.

-No, me refiero a la casa. Es como... enorme y está tan vacía. Solo estamos nosotras dos, y a veces se siente como si faltara algo.

Ale frunció los labios, pensativa, y luego se encogió de hombros.

-Supongo que tienes razón. A veces es un poco... silenciosa.

El silencio volvió por un momento, hasta que Ale habló, con esa chispa en sus ojos que siempre la acompañaba cuando tenía una idea.

-¿Sabes qué haría esta casa menos solitaria? -dijo con un tono casual, como si estuviera comentando sobre el clima-. Un perrito.

Me reí, pensando que estaba bromeando.

-¡Ja! ¿Un perrito? Claro, Ale, vamos a adoptar un perro para llenar el vacío existencial de la casa.

Ale se rió conmigo al principio, pero luego noté que no quitaba los ojos de mí, y su expresión cambió lentamente. Estaba... ¿en serio?

-No, lo digo en serio, Bella. -Su mirada era firme, y su sonrisa se mantuvo pero se suavizó-. ¿Por qué no?

La risa se fue desvaneciendo en mis labios, y me quedé mirándola, parpadeando.

-¿Es en serio? -pregunté, y al ver cómo asentía, algo en mi pecho se movió.

-Sí, completamente. -Ale se inclinó hacia adelante, su entusiasmo creciendo-. Tenemos espacio, un jardín enorme, y siempre quisimos un perro, ¿no?

-¿Siempre quisimos un perro? -pregunté, aún incrédula.

Ale asintió con la misma seguridad.

-Claro que sí. Solo que nunca lo dijimos en voz alta. -Me miró con esa expresión suya que me hacía sentir que tenía razón aunque no lo admitiera-. Piénsalo, Bella. Sería genial tener un perrito corriendo por aquí, haciendo compañía... ladrando cuando lleguemos a casa. No estaríamos solas.

No podía evitar sonreír al imaginarlo. Un perrito en nuestro jardín, sus patitas corriendo por el césped, su cola moviéndose sin parar cuando llegáramos a casa. Me mordí el labio, pensativa, y poco a poco la idea comenzó a parecer... perfecta.

-Ok, ok... -dije, levantando las manos-. Lo admito, suena bastante bien. ¿Entonces... estamos de acuerdo?

Ale sonrió de oreja a oreja.

-Totalmente de acuerdo. Vamos a adoptar un perro.

Nos miramos por un momento, y en ese instante supe que ninguna de las dos estaba bromeando. Nos imaginábamos con un pequeño compañero peludo corriendo alrededor de nosotras, llenando ese espacio que sentíamos tan vacío.

-Pues, supongo que tenemos que ir a buscar a nuestro nuevo amigo peludo -dije finalmente, y Ale me abrazó con fuerza, casi tumbándome sobre el sofá.

--Vamos a tener un perro, Bella

𝙎𝙏𝙄𝙇𝙇 𝙄𝙉𝙏𝙊 𝙔𝙊𝙐  (𝙾𝚗𝚎 𝚂𝚑𝚘𝚝𝚜)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora