CAPÍTULO 25

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Lucienne

—¡Lucienne! — escuché la voz de mi amiga quien movía su mano de un lado a otro, sonriendo de oreja a oreja.

Se veía realmente hermosa mientras la observaba desde la entrada de la casa de Andrew, se supone que yo debía estar camino a su encuentro, pero, en cambio ella ya estaba aquí, caminando con su gran maleta.

—Dios santo — murmuré mientras corría para ayudarla —. Ella nunca deja de sorprenderme.

Al llegar hasta donde estaba lo primero que hice fue tirarme a sus brazos y apretarla con toda la fuerza que mi cuerpo me permitía. No la había visto hace mucho por culpa de ese tonto retiro espiritual y ahora estaba a mi lado de nuevo. Sentí que recuperaba una parte de mi corazón. Me hizo demasiada falta.

—Cielos tonta, voy a morir antes de ver esta enorme casa. — trataba de hablar.

—Shh, solo déjame abrazarte, te extrañé.

—Yo... Yo también te extrañé — dijo abrazándome con más fuerza —. Pero si no me dejas ahora, de verdad voy a morir por asfixia y ni tú quieres terminar en la cárcel ni yo dejar de vivir tan joven. Ni siquiera me he casado.

—¡Oh! Lo siento, lo siento, tienes razón — me separé de ella mientras la veía sonriendo. —¿Estas bien? ¿Puedes respirar? ¿Tu vuelo te causó problemas?

—Primero — levantó su dedo — ayúdame con la maleta y segundo: preséntame con ese tal Andrew de quien he escuchado maravillas.

Pero... ¿Cómo? Si yo casi no le había contado casi nada.

—¿Cómo sabes todo eso?

—Solo necesité una llamada para que Karl me soltara todo sobre ello, además de la dirección del lugar.

«Ese maldito chismoso» Pensé. El mayor enemigo en mi vida era mi hermano.

Después de tomar una de las maletas de mi amiga, la llevé por el sendero hasta llegar a la entrada de la casa, mientras recorrimos el camino se quedó como yo la primera vez que vi todo, asombrada. Esta casa sin dudas causaba una gran primera impresión. Y eso que ella todavía no había visto el lago y los rosales que se podían ver desde la habitación en la que se quedaría.

—Espera un minuto — dijo, tomándome del brazo —. Por alguna extraña razón, estoy nerviosa. ¿Me veo presentable? ¿Parece que vengo de un retiro espiritual en donde encontré la paz de mi familia? 

—Siempre te ves bien y parece que eres tan pacifica como un valle en Suiza.

—Bien, andando.

Al abrir la puerta de la casa todo lo que salía de la garganta de Cassia eran «Wow» y suspiros, tanto así que ni siquiera se dio cuenta que Andrew y Theresa estaban frente a ella.

Theresa la observaba divertida por el brillo en sus ojos y Andrew solamente me observaba, como siempre lo hacía.

Emití un carraspeo al ver que Cassia no salía de su trance.

—Cassia —dije llamando su atención —Ella es Theresa, la madre de Andrew.

Theresa sonrió dulcemente y la tomó de ambas manos, acariciándolas.

—Qué bueno conocerte, Cassia, eres muy hermosa mi niña.

—El placer es mío Theresa, pero la hermosa eres tú. —ambas se rieron al unísono, provocando miradas de confusión en Andrew y en mí. Seguramente no esperábamos a que conectaran tan rápido.

Cuando dejaron de halagarse la una a la otra, Andrew tomó la iniciativa de hacerlo el mismo.

—Soy Andrew —dijo sonriendo y extendiendo su mano hacia Cassia. —Es un placer conocerte. Lucienne me ha hablado sobre ti.

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⏰ Última actualización: Oct 21 ⏰

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