III

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Las horas empezaron a pasar sin prisa, Jess no sabe ni que horas eran cuando se encontraba totalmente ebria frente a la puerta de su departamento tratando de abrirla con cierta torpeza, a ciencia cierta no sabe ni como había llegado allí, pero estaba sola, puesto que dentro de sus pensamientos nublosos a Parker se lo habían llevado sus amigos. Sus llaves cayeron al suelo, por lo que al agacharse sintió unas manos rápidamente cubrir su trasero, al girar de la impresión se dio cuenta de que era Parker, Jess pensaba que estaba alucinando por el alcohol.

—¿Parker? ¿Tú no te habías ido a tu casa ya? —lo mira ligeramente confundida notando como él solo sonreía, se notaba mucho más cuerdo que ella. —¿Por qué no estás tambaleando? Tomamos lo mismo, deberías estar ebrio.

—Tome un energizante y se me bajo un poco lo ebrio al estar más hidratado —deja escapar su risa mientras la observa. —¿Necesitas ayuda? Noto que no puedes abrir ni siquiera la puerta.

—Sí, me serviría mucho tu ayuda —una sonrisa se formó en sus labios que al entregarle las llaves pudo apreciar nuevamente su perfume. —¿Te quieres quedar? No quiero dormir sola...

—Sería un placer para mí acompañarte esta noche, Jess...

La puerta fue abierta por este chico, que al solo dar un paso dentro, ya le tenía la espalda pegada contra la pared mientras atacaba sus labios en un beso que no era para nada tierno. Era como estar en el paraíso, aquel beso estaba lleno de lujuria y deseo, por lo que con torpeza ambos se empezaban a deshacer de las ropas contrarias mientras subían a la habitación. 

Parker la recostó con cierta delicadeza sobre las suaves sábanas de la cama, sus besos recorrían cada parte del cuerpo contrario dejando aquella sensación de corrientazos recorrer por cada parte de su cuerpo, la joven sentía que en cualquier momento estallaría aquella adrenalina del placer consumido. 

Esa lengua matadora que tanto se podía admirar en su hablar le llegaba a enloquecer. Lamia cuál bebé sus dos senos como todo un experto, el cuerpo de la joven se retorcía debajo del suyo, pidiendo más de querer sentir esa lengua en otras zonas, por lo que le ordena a que descendiera y que saboree su cuerpo de forma completa, igual la tenía a su merced. 

Parker sabia como complacer a una mujer, estaba loca por sentirlo cada vez más, pero no le dejaría todo el control a él, por su excelente trabajo se merecía un premio. De un giro él quedó debajo y estando de rodillas en la cama, acerco su vagina húmeda de vuelta a su rostro mientras entre sus manos le sujetaba el gran falo carnudo para juntos producir una majestuosa 69. Sus cuerpos lograban encajar a la perfección tanto como sus bocas.  

El calor en ambos se reflejaba, por lo que después de la preparación previa con sus bocas, la menor le rogaba que la hiciera suya. Sus grandes manos atraparon el delicado cuerpo contrario, colocándola nuevamente debajo de su cuerpo. Parker ingresó de una sola estocada dentro de su interior, lo cual le hizo soltar un pequeño quejido por lo grande que se sentía. Los movimientos eran fuertes y repetitivos. 

La habitación se inundó de gemidos, el choque de sus cuerpos por el sudor, y el rechinar de la cama, todos esos sonidos formaban una melodía llena de placer, ni con Drake se había sentido en el cielo como la estaba llevando Parker. Él la tomó de la forma que quiso, era extraño que fuera sumisa ante la petición de un hombre, pero él sí que se lo merecía.

El orgasmo llegó para ambos, por suerte este logro salir antes de tiempo, terminando por correrse en la boca de la menor. Estaba hecha un desastre totalmente sonrojada, aquellas sábanas blancas de la cama quedaron hechas un desastre también, pero ha sido la experiencia más satisfactoria. Al reaccionar de lo que había hecho notó que la ebriedad se le había bajado de golpe, que al verlo de esa forma se veía tan excitante, todo sudado y despeinado.

Una Noche MásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora