Caía la mañana cuando ambos viajeros se encontraban en los senderos de la ciudad, comenzando a ver las casas y personas madrugando fuera de ellas.
Yasuo paró en seco una vez llegado al umbral de bienvenida de la ciudad, soltando un gran suspiro.
—Bueno chico del cerro, voy a tener que dejarte.
Sonaba melancólico cuando esas palabras golpearon los oídos de Aphelios. Sin saber cómo agradecerle, se puso de rodillas abriendo los brazos como si algo fuese a caerle del cielo, mirando a la luna desapareciendo detrás de Yasuo.
—Ehm... Bueno, de nada, ¿supongo?
El hombre se sintió incómodo ante la extraña reacción del chico, pero trató de entender ya que venía del otro lado de Runaterra. En el último instante, tuvieron un contacto visual que Yasuo no supo explicar, simplemente el sentimiento de melancolía lo invadió e impidió como pudo que las lágrimas se le escaparan del cuerpo, por un momento vio el rostro joven y apacible de su hermano en él.
Y el arrepentimiento lo carcomía. El miedo lo alejó un paso de Aphelios.
—Yo... Debo irme —se dio media vuelta y caminó fingiendo despreocupación, sin embargo, paró en seco antes de desaparecer entre los árboles. —Cuidate mucho ahí afuera, Yon... Digo, Phelios.
Así desapareció entre la espesura forestal, dejando así solo de nuevo al perdido Aphelios.
Un tanto entristecido siguió su camino al levantarse del suelo. No tenía mucha idea de donde comenzar a buscar a alguien, ni cómo podría hacerlo sin ser capaz de hablar o de escribir en joniano.
Un tiempo pasó vagando hasta que cayó en las promesas de un tipo escondido entre los callejones de la ciudad, prometiendo que lo llevaría a la embarcación que partiría a Targón más pronto, en cambio recibió un impacto en la nuca que lo tiró al suelo medio inconsciente.
Iba siendo arrastrado por la tierra y las piedras que había saliendo de la ciudad, nuevamente sumergido en el bosque, pudo ver muy pocas escenas antes de despertar por completo; miró cómo era arrastrado hacia un gran porche con dragones dorados en ambos lados, y cómo fue clasificado como un simple calentamiento.
Al despabilarse por completo cayó en la realidad de dónde estaba. Una multitud enorme de personas lo veían detrás de unas rejas de metal, él encontraba tirado en medio de una arena de peleas y frente a él un gigante de más de dos metros a su parecer y una gran masa corporal venía entrando y gritando como un desquiciado; el chico se puso pálido, lo cual resaltó aún más su cabello atezado, se levantó como sus piernas se lo permitieron y se echó a correr.
A lo lejos en una especie de tribuna con un trono bien alto en la arena, un hombre de complexión musculosa, pelirrojo que vestía un abrigo de pelaje morado con unas hombreras de dragón como las que observó en la entrada le tiró un garrote de metal para poder defenderse y lo escuchó gritar: —Adelante, pequeño, tómalo o te van a hacer añicos. —mientras se carcajeaba y tomaba asiento para disfrutar la función.
En el lugar donde se encontraba mirando el jefe, el captor de Aphelios apareció por su espalda.
—¿Qué opina, jefe? —preguntó, posando su cara a la oreja del corpulento hombre.
—Bastante flaco —le respondió, analizando al chico que habían traído a su arena. —¿Puedo preguntar de dónde lo sacaste? Ese niño no tiene pinta ni de matar una mosca.
—Es un idiota que iba por la ciudad mostrando el dibujo de un barco.
—¿Pero te hizo algo? —cuestionó extrañado el jefe, inclinándose un poco hacia adelante en su asiento, observando cómo iban varias ocasiones que casi es golpeado por sus matones aquel chico; sabía pelear y se notaba, pero también podía distinguir que el cuerpo a cuerpo era su última fuente.
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Más allá de Targón (Settphel)
FanficAphelios es un joven lunari nacido en el monte Targón y educado por una tribu que arrebata vidas en nombre de la luna. En medio de una guerra cruenta con los solari, la religión contraria a sus raíces, se decretó destinar asesinos lunari a destruir...