En un mundo donde los deseos son más poderosos de lo que imaginamos y los celos pueden desatar tormentas, surge una historia donde la búsqueda de un lugar perfecto se convierte en la clave para alcanzar todos los sueños.
En este rincón especial, do...
Después de dejar a Kate, Brandon y Conrad en casa de Kate, Jason y yo nos quedamos solos en el auto, camino a mi casa. Estábamos en silencio al principio, pero no era incómodo, simplemente estábamos acostumbrados a no forzar las conversaciones. Jason siempre sabía cuando yo necesitaba tiempo para organizar mis pensamientos, pero esta vez fue él quien rompió el silencio.
- ¿Qué sentiste al ver a tu madre? - me preguntó Jason, con ese tono de voz tranquilo que siempre usaba cuando sabía que mis emociones estaban a flor de piel.
No necesitaba mi respuesta, ya la conocía, pero aun así quería escucharla de mí.
Suspiré, desviando la mirada hacia la ventana para evitar esos ojos suyos que siempre parecían atravesar cualquier máscara que intentara ponerme.
- No lo sé... Dolor, tal vez - admití.
Las palabras salieron más como un murmullo que como una respuesta clara. Sabía que era un tema que debía afrontar, pero el peso de hablar sobre mi madre siempre me dejaba sin aire, como si me apretara el pecho.
Jason permaneció concentrado en la carretera, pero vi la forma en que apretaba la mandíbula, una pequeña señal de que estaba preocupado por mí. Siempre lo había estado. Desde que éramos niños, desde que mi madre decidió que ya no quería ser parte de mi vida.
Jason había sido la única constante en todo ese caos. Y ahora, estar frente a ella lo inquietaba tanto como a mí.
- Solo prométeme algo, Jules - su voz era serena, como siempre, pero había una firmeza subyacente en sus palabras - No fuerces otro encuentro. Si le interesa, te buscará. Ya sabe dónde trabajas. No la dejes hacerte daño otra vez-
Asentí en silencio, sintiendo una oleada de alivio al escuchar su consejo. Jason siempre lograba encontrar las palabras justas, las que yo necesitaba oír aunque no siempre quisiera aceptarlas. Era como si supiera leer esa tormenta interna que yo misma no podía descifrar.
Con él, no tenía que fingir ni ocultar lo que realmente sentía. Podía ser completamente honesta, descargarme sin temor a ser juzgada o avergonzada.
De alguna manera, Jason siempre comprendía lo que ni siquiera yo lograba entender del todo. Era como si tuviera un don para saber cuándo debía consolarme y cuándo debía señalarme mis errores, pero lo hacía de una manera tan delicada que nunca me hacía sentir torpe por haberlos cometido.
- Gracias, Jason. No sé qué haría sin ti - murmuré, finalmente girando la cabeza para mirarlo, sintiéndome profundamente agradecida de tenerlo a mi lado.
Él sonrió con esa calma característica suya, una sonrisa que siempre lograba hacer que todo pareciera menos complicado.
- No tienes que agradecerme, Jules. Siempre estaré aquí para ti, lo sabes. Además, estaría perdido sin ti. Eres mi consejera más sincera e inteligente - bromeó, haciéndome sonreír.
- ¡Mentiroso! - solté una pequeña risa mientras le daba un suave golpe en el brazo - Yo soy la que mete la pata, y tú eres quien lo arregla todo. Ese es el verdadero secreto de nuestra amistad-
Nos reímos juntos, y por un momento todo el peso que sentía sobre mis hombros se desvaneció. Siempre había sido así con Jason, él sabía cómo hacer que el mundo pareciera menos abrumador.
Cuando llegamos a mi casa, observé el familiar paisaje frente a mí. La fachada, el jardín, la sensación de hogar que nunca cambiaba.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.