Capítulo 2: Bienvenidos a la gran ciudad

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Nueva York era una ciudad especial. Ya fuese por sus rascacielos, por La Bolsa, por sus perritos calientes callejeros de dudosa calidad o por las personas con poderes que la habitaban, todo parecía girar alrededor de esa ciudad. Tanto era así, que en ese momento una decisión muy importante se estaba gestando. En un apartamento del barrio de Red Hooks, en Brooklyn, una mujer miraba con atención una pizarra con varias fotografías e hilos. Esa persona era nada más y nada menos que Sabrina Rogers, la Capitana América. El trabajo de líder de los Vengadores era exigente y agotador, requería su atención las veinticuatro horas del día. Afortunadamente, a Sabrina le gustaban las pizarras.

Entonces, mientras estaba enfrascada en sus pensamientos, su ordenador comenzó a sonar con una llamada de Skype. Sabrina lo miró, curiosa. Cuándo vio quién la llamaba alzó la ceja mientras se colocaba en su escritorio y respondía a la llamada.

– Hola Capi, ¿qué tal todo? – en la pantalla, vio a un hombre rubio y sonriente de pelo corto. En su oído, se podía ver un audífono para compensar la pérdida de audición.

– Hola Clint, por aquí todo bien. ¿Ocurre algo?

– Que va, es solo que quería darte la enhorabuena por el nuevo equipo. ¿Cuánto lleváis? ¿Una semana?

– Semana y media. – respondió Sabrina. – Y la verdad, podría ir mejor.

– ¿Y eso? – preguntó el arquero.

– Hay problemas de eficiencia. No es porque no se compenetren cómo equipo, en ese aspecto me están sorprendiendo. Es por otra cosa...

– Igual si tuvieses a un arquero con precisión perfecta en tu equipo... – dejó caer Ojo de Halcón.

– Sutil, Clint. De verdad. – contestó mientras se reía. – Sabes que este equipo está diseñado con un propósito específico, cada uno cumple su rol.

– Y mi rol puede ser el de acertar a cosas desde muy lejos. – se defendió Clint.

– Eres muy gracioso, ¿lo sabías? – dijo Sabrina riéndose.

– Lo sé, pero si puedes decírselo tú a Kate me ayudaría bastante, sigue diciendo que no hago gracia. – comentó el antiguo Vengador con una sonrisa. – No pero ya en serio, ¿qué problema hay con el equipo?

– Es logístico. – contestó la Capitana. – Por ejemplo, hace dos días la Doctora Faiza se perdió una reunión estratégica porque cuándo envié el mensaje, eran las cuatro de la mañana en Inglaterra.

– Sí, la diferencia horaria es un problema.

– Otro ejemplo, hace cinco días estábamos lidiando con una base de AIM en Chicago y Hércules llegó tarde porque su taxi se había quedado atrapado en un atasco.

– Tienes que admitir que imaginarse al gigantón sentado en un taxi enano tiene su gracia. – dijo Clint riéndose.

– Vale, en eso tienes razón. – le respondió la Capitana. – Pero no es lo único. La semana pasada Wanda tuvo que teletransportar a todos a la ubicación de forma separada, cuándo tocó pelear ella ya se encontraba ligeramente debilitada. Así que he llegado a la conclusión de que necesitamos una base.

– Sabrina, ya tenéis varias bases. – le dijo Clint. – La mansión, por ejemplo.

– No, no nos sirve. – respondió la Capitana. – La mansión estaba bien al principio, pero los Vengadores han evolucionado a un equipo de respuesta global, si nos quedamos en Nueva York puede dar la impresión de que nuestro equipo sólo opera en Nueva York y alrededores. – comentó con seriedad.

– A ver, técnicamente... – comenzó a decir Clint. – Si fundamos los Vengadores de la Costa Oeste fue por algo.

– Sabes perfectamente a lo que me refiero. – dijo riendo Sabrina. – Pero por mucho que me duela, la mansión es un no.

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⏰ Última actualización: Sep 29 ⏰

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