Capítulo 1: Uníos

73 9 52
                                    


La Tierra era un planeta especial.

No era por ser el único planeta habitable del sistema solar, puesto que la Luna de Titán tenía algo que decir al respecto. No era por sus grandes mares y océanos, desde luego, y tampoco era por su carrera espacial, donde eran superados por numerosas otras civilizaciones alienígenas.

Lo que hacía especial a la Tierra, eran sus héroes.

Personas con poderes y convicción, personas que luchaban sin descanso para hacer del mundo un lugar mejor. En su día a día, impedían desastres y luchaban contra villanos, gente de igual habilidad a ellos pero sin el sentido de las responsabilidad que debía acompañar un poder así. Pero muchas veces no bastaba con un amigable vecino, a veces no bastaba con ser sensacional o fantástico. En ocasiones, el mundo sufría daños y tragedias; en ocasiones, seres de fuera de ese mundo intentaban terminar con todo lo que conocían. En esos tiempos oscuros, la Tierra necesitaba un tipo de héroe especial.

La Tierra necesitaba Vengadores.

En Central Park, lugar de referencia en Nueva York para la gente que ansiaba el contacto con un poco de naturaleza, estaba ocurriendo una batalla sin cuartel. Sentados en una mesa, había cuatro personas midiéndose mutuamente.

En un lado de la mesa, Satoshi Suzuki miraba con atención a sus contrincantes. Era un hombre de sesenta años que había llegado a Nueva York junto con su hijo, y se había labrado cierta fama de cronista entre los habitantes de su barrio, contando historias de cuándo estaba en Japón.

– Parece que esto va a terminar pronto.

A su derecha, había una mujer también de avanzada edad con una sudadera rosa y gafas de sol. Bong-Cha Yoon, una antigua emigrante coreana y farmacéutica jubilada, sonreía mientras miraba a sus adversarios.

– Sí, y esto acabará como siempre, Satoshi.

Frente a ella, había un hombre de aproximadamente unos sesenta y cinco años que vestía una camisa con estampado floral y revelaba un tatuaje en su brazo derecho. Qiang Wang, antiguo miembro de la Tríada china ahora redimido, sonreía mientras miraba a sus viejos amigos y contrincantes.

– Oh querida Bong-Cha, te lo tienes muy creído. Pero Satoshi tiene razón, esto terminará pronto. ¿No es así? – dijo mirando a la persona a su derecha, la última rival.

Esta era distinta al resto, poseyendo una piel bronceada y pelo rubio por los hombros que acentuaban su rostro joven. Sus ojos marrones brillaban con astucia, y su postura revelaba que se trataba de una mujer de gran estatura y musculatura. Vestía una chaqueta de cuero marrón abierta y una camiseta negra con unos vaqueros sencillos. Su nombre era Sabrina Rogers, una veterana de guerra que disfrutaba pasar sus ratos libros enfrentando a la gente del parque en una compleja batalla.

– Tsumo. – dijo Sabrina robando la última ficha de Mahjong.

– ¡Me cago en! – dijo enfadado Satoshi.

– Es la última vez que jugamos a la versión japonesa. – se quejó Qiang. – ¡Es un juego chino! ¡Tendríamos que estar jugando la versión china!

– Deberíamos estar jugando a la coreana. – dijo Bong-Cha con mal perder.

– Nadie sabe jugar a la coreana. – respondió Satoshi.

– ¡Yo sí sé!

– Sí, porque estuviste allí cuando se inventó. – dijo el japonés mientras reía, acompañado de su amigo chino.

– Vamos Satoshi, eres mejor que un chiste sobre la edad. – comentó Sabrina riendo.

– Tú lo que tienes es miedo de que empecemos a hacer chistes contigo. – dijo Qiang.

Vengadores de Tierra 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora