𝗖𝗮𝗽𝗶́𝘁𝘂𝗹𝗼 𝟯➭ 𝖤𝗅 𝖼𝗅𝗎𝖻 𝖽𝖾 𝖺𝗋𝗍𝖾𝗌.

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—Señorita Elliot, me temo informarle que su hijo, Noé, padece de Alexitimia — la noticia que el doctor le dió fue un gran shock para la joven madre primeriza

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Señorita Elliot, me temo informarle que su hijo, Noé, padece de Alexitimia — la noticia que el doctor le dió fue un gran shock para la joven madre primeriza. Ella sostenía en  brazos a su hijo mayor mientras que la pequeña se encontraba profundamente dormida en los brazos de su padre.

¿Alexitimia? ¿qué es eso? — preguntó el padre de los gemelos y marido de la madre; Roland Elliot: un hombre de tez pálida, cabello negro cual carbón y ojos amarillentos como el ámbar. Inconsistentemente, él apretó el agarré que tenía sobre su hija, Violet. Al igual que Tessa lo hacía con Noé.

Una enfermedad, quien lo padece sufre de falta de emociones y no permite desarrollarlas o siquiera identificarlas. Esta condición puede llegar a ser hereditaria o por genética, también está relacionado con posibles traumas. Pero como Noé apenas es un bebé, debe ser lo primero — explicó el médico, la pareja de padres sin creer en sus palabras.

Tessa y Roland se agarraron de las manos, ella tenía los ojos brillosos apuntó de llorar y él apretaba los dientes en frustración, casi sacando sangre de su labio inferior.
Ambos no lo creían, que su hijo mayor no experimentaría ni conocería lo que un bebé haría. No querían imaginar el no poder escuchar su risa, sus berrinches o siquiera consolarlo cuando llorara, ya que él no sabría nada de aquellas cosas.

Tessa se derrumbó en sus lágrimas, en su profunda tristeza. Abraza a su hijo que se encontraba dormido y lo aferra contra ella como su tesoro más valioso, gotas de agua cayendo sobre la piel del niño que no tenía razón de su alrededor.
El padre también llora, pero se mantiene firme y se dirige al doctor, quien solo veía el momento con su expresión neutral, sin importancia.

¿Hay alguna cura? — pregunta esperanzado, pero dicha esperanza esfumó cuando el doctor dijo que no.

Hasta ahora, no hay ninguna cura conocida, ni nada por el estilo. Lo lamento, señores Elliot'snegó, y sin más se retiró, dejando a la solas a la pareja con sus hijos.

Roland se une al abrazo con su esposa, tomando a Violet con un brazo mientras que el otro rodeaba a Tessa. Queriendo de alguna forma, transmitir su apoyo a modo de abrazo a la joven castaña que solo se recostaba en su esposo y se aferraba a su hijo, llorando por él.

Al menos agradecía el tener a su hija sana y salva.

Tessillamó Roland, dejó de abrazarla para tomar su barbilla, y con su pulgar limpiando las mejillas rosadas de su amada, ya húmedas debido a las lágrimas —. Lo lograremos, saldremos adelante.

—¿Pero como? Ya oíste al Doctor Frank, no hay cura para Noé — sintió su mano ser agarrada, la gran mano de Roland cubriendo la suya, y su mirada consoladora y cálido la enrojeció.

Entonces, por al menos, hagamos que él sepa sobre ellas, que no pueda sentirlas no significa que no pueda saberlas — dió su idea mientras acariciaba a su pequeño, sonriendo. Tessa se animó ante aquellas palabras.

𝐌𝐈 𝐌𝐔𝐒𝐀 | ⁿᵘᶻⁱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora