Me desperté con un dolor de cabeza impresionante. Anoche me la pasé viendo vestidos de novia y hoy iremos a visitar a mi futuro esposo, según mi nana y Theodore, él es atractivo e intimidante y amable. Acepté casarme con él porque no tenía más opciones, mi padre ya había firmado un tratado con la familia, ese matrimonio beneficiaría a muchas familias y más que todo a la de mi futuro esposo, ya que andan en un guerra con diversos reinos.
Y la unión de estas dos familias sería una preparación mejorada para la guerra que se aproxima entre los reinos. O había olvidado lo más importante, mi padre le debe un grandísimo favor a esos señores, por lo tanto; tienes dos opciones, la muerte o el matrimonio de su hija. Y ya os habéis imaginado que escogió.
- En una hora salimos a la casa de tu esposo - me avisó mi padre.
- Ni me he lavado los dientes, papá.
- No me importa, muévete.
- Amanecí muy bien, gracias por preguntar - ironicé, poniendo los ojos en blanco.
Me levanté de la cama y fui directo al baño, me desvestí mientras entraba a la ducha. Abrí el grifo, dejando que el agua cayera a mi cabeza. En menos de una semana viviré con un hombre que no he visto en mi vida, no sé si será bueno, si me tratará bien, aunque estoy segura que mi padre no tomaría una decisión así sin asegurarse que viviré bien con otra persona, él siempre ha sido muy protector.
Salí de la habitación ya vestida y lista para desayunar. Bajé rápido las escaleras, deseando llegar lo más pronto posible al comedor, ya que tengo demasiada hambre. Cuando llegué allí la mesa me encontré con la mesa desocupada y nadie andaba por ahí, ni siquiera mi nana que siempre está pendiente de mi comida. Camine hacia la puerta principal, justo donde estaban parqueados los autos de mi padre. Al salir, ví a mi padre, Oliver y su chofer dentro del auto, Theodore estaba afuera, esperándome.
- Señorita Adara, su padre la está esperando - dijo al verme.
Asentí, dando zancadas, molesta. Cuando entré al auto, mi padre dejó su móvil a un lado y se limitó a mirar al frente. Yo me crucé de brazos, corriendome en la mitad del asiento para que Theodore se subiese a mi otro lado.
- Papá - lo miré, molesta. - ¿En serio no me darás de comer?... Entiendo que estás molesto porque rompí una de tus reglas, pero no es justo que no seas capaz de esperar a que desayune.
- Demoraste una hora y cincuenta minutos vistiéndote. No es mi culpa que no sepas administrar tu tiempo - respondió sin mirarme.
- También recuerda que me casaré con un desconocido por tu maldito trato, así que me estás debiendo un favor y exijo que me trates bien, ya que todo esto es por tí.
- ¿Por mí? - preguntó.
Le hizo una seña extraña a los que estaban dentro del auto para que salieran, ellos hicieron caso y nos dejaron solos. Cuando ya estabamos solos me separé de él, dejando un amplio espacio entre nosotros.
- Tenía planeado inventar algo para que no te casarás con él, pero me molesto demasiado que rompieras una de mis reglas. Ahora te exijo que no digas malas palabras y me respetes.
- No tenías nada planeado, solo estás mintiendo. Ese matrimonio es beneficioso para todos y más para tí, ya que le estás debiendo un favor, así que no me mientas.
- Está bien. Y la otra razón por la cual quiero que te cases mañana, es que ya no confío lo suficiente en tí, no confío en que harás lo que digo y no nos pondrás en riesgo.
Me quedé en silencio. Mi padre no confía en mí... Y lo entiendo, lo puse en peligro, pero aún así, duele que esas palabras salgan de su boca. Tragué saliva y me giré, mirando al frente. En menos de dos minutos los guardaespaldas se subieron al auto, me encargué que Theodore se quedará en la mitad.
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Los Hermanos Scott
RandomAdara, una joven noble y prometedora, está a punto de casarse con Jacob en un matrimonio arreglado por conveniencia. Sin embargo, un día antes de su boda, descubre el pavoroso secreto de los hermanos: su despiadada cruzada contra quienes consideran...