Prólogo

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Siempre que algo ocurría, iba a mi habitación a encerrarme, me sentaba frente a la ventana y miraba por largas horas el bosque imponente que se veía a las afueras del pueblo. Era extenso y con un aire tétrico.

Había un cuento, el favorito de las fogatas, contaban como en las profundidades del bosque vivía una bruja, en una casa enorme con ventanales que dejaban ver todo su interior. Una bruja gorda y con verruga en la nariz, grandes ojos malvados y cabello rizado de un negro tan oscuro como su alma.

El cuento era alterado cada vez que alguien lo contaba, la nueva versión era que la bruja comía ganado, en mi tiempo la bruja comía niños. Supongo que era debido a que muchos de los niños de la ciudad se adentraban en el bosque en busca de una aventura. Tenían tanta curiosidad que se armaban grupos y todos juntos entraban, no llegaban muy lejos; el miedo los consumía antes de siquiera cruzar la tercera hilera de árboles, volvían corriendo con lágrimas en los ojos y gritos infernales.

Esta vez no había sido la excepción. Con una familia maldita como la mía, poco amor se podía esperar. Bueno, mi suerte se acabó el día que mi único defensor se fue de este mundo. Resulta que ahora me quieren casar con el alcalde del pueblo, un maldito viejo asqueroso que podría ser fácilmente mi padre.

Hablando de padre, fue el imbécil de la idea, colmado de deudas en la otra ciudad; no tenía ni un peso para pagar. En una cena con los vecinos, fue impulsado por la propuesta del viejo, pagaría sus deudas si se volvían familia. Soy la única hija de la familia y por si fuera poco acababa de llegar a la mayoría de edad.

Claro que me negué, pero a oídos necios palabras sordas, lo único que le importa a papá es su propia codicia. Incluso si pagaran todas sus deudas, a la semana siguiente contraria más deudas y seguramente vendría a mi a pedir más dinero.

La puerta de mi habitación fué abierta repentinamente, era mi padre que gritaba ordenes que no quería cumplir, como si fuera mi deber apoyarlo a él cuando era un total cretino. Sonreí irónicamente, mamá no me defendería. Suspiré y seguí mirando por la ventana mientras papá seguía gritando, había un aroma a licor a su alrededor; apestaba, maldita vida la mía.

¿Cuál era el punto de seguir en este lugar? Mis alas fueron cortadas antes de siquiera extenderlas. Tenía un sueño, o al menos eso creía. Últimamente no puedo recordar nada de mi vida pasada, olvido cosas tan pequeñas como el día en el que estoy. Un fuerte dolor llegó a mi cerebro, haciendo que cerrara los ojos, tratando de controlarlo mientras los gritos de papá no cesaban.

—¡El matrimonio está programado! ¡No puedes negarte ni desobedecer! ¡Soy tu padre!

Salió azotando la puerta y dejándome con una maldita migraña.

[...]

Querían que el matrimonio fuera lo más rápido posible. No podia creer lo injusto y asqueroso que era todo esto. Nadie me defendió, nadie se puso en contra de esta maldita decisión. Lo único que hacían era pasar de mí y susurrar a mis espaldas, como si no tuviera nada de dignidad, me culpaban a mí por todo esto.

Casi dos semanas después y los preparativos para la desastrosa boda estaban terminados. Me había desconectado de todo y la realidad era que en ningún momento estuve consciente, creo que reprimi tanto a mi loba que se ocultó hasta de mí. No lo siento y estoy comenzando a morir por dentro.

Podía ver las escenas con quince pasos por delante. En una estaba en mi habitación, en otra dos mujeres tomaban mis medidas, en otra mi padre gritaba, mi madre estaba callada y desinteresada de mí, en otra estaba frente a una iglesia y en otra estaba en mi habitación nuevamente. No recuerdo haber hablado con nadie en dos semanas.

Dolce | U1 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora