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Estaba flotando en un lugar oscuro, era cálido y acogedor. No había turbulencia, no había ruido, solo paz y calma absoluta. No pensaba en nada, no me molestaba nada, no había pena, no había culpa, no había dolor. Fuí transportada bruscamente a un bosque, pude oler, era tan vívido el aroma a tierra mojada, la esencia de los árboles, frío y húmedo como se esperaba. Algo acechaba a mi alrededor, moviéndose rápidamente, tan rápido que mis ojos no podían seguirle, era un bulto blanco. Fuí golpeaba por la espalda hasta caer de rodillas, temblé y un escalofrío recorrió mi espina dorsal, la cosa me rodeó olfateando y lamiendo mi rostro.

«Michelle»

Levanté el rostro, era Beth en todo su esplendor, su pelaje brillaba y sus ojos color zafiro me miraban con una sonrisa. Mis ojos lagrimearon instantáneamente, era ella por fin aceptando mi presencia.

—Beth... —solloze.

Había tanta culpa en mí, porque por más que intente no logré protegerla y por eso se ocultó, era mi culpa por no ser más fuerte, por dejar que pisotearan mi orgullo, por dejarme humillar y perder mi personalidad. Más que tristeza, cada día me ahogaba más por los remordimientos de no protegernos, debí dejarla defenderse y no reprimirla por mis temores.

—Lo siento, lo siento mucho... —pedí.

Beth dió otra vuelta a mi alrededor, olfateando y lamiendo mis lágrimas, podría jugar que sentía el frío de la tierra y la humedad de la misma, de rodillas sobre ella. Beth se sentó frente a mí, ronroneo mientras acariciaba con su osico mi mejilla.

«Está bien, llegamos a un buen lugar»

—¿Ya morimos? Seguramente fue el bosque, o esos lobos antes de cerrar los ojos —bufé abatida.

Beth pareció reír, fue más un ronroneo suave. Se levantó y giró sobre si misma, siguiendo su cola. Eran pasos delicados, una danza divertida.

«No es nada de eso, ya verás cuando despiertes. Es un buen lugar»

—¿De que hablas? ¿No morimos? —la miré interrogante.

«Debes buscar a mi Alfa, solo así estaremos seguras»

Las palabras de Beth solo hacen inquietarme más. Mientras la veo caminar de puntitas y aullar una melodía no puedo evitar pensar lo mal que está, seguramente es mi culpa, la forcé demasiado. No hay ningún lugar seguro, no existe tal Alfa. Ni en 50 años lograré encontrarlo, porque era una suerte encontrar a tu destino.

Es solo otro deseo de Beth, uno que no se cumpliría en esta vida y lamento que haya nacido junto a mi, una chica con la peor suerte del mundo. Ella lo sabe, que en estos momentos soy un 0 a la izquierda, que si no me entusiasmé en buscarlo en mis mejores días, ahora era un caso perdido. No tenía apoyo, no tenía refugio. Probablemente este espacio era mi limbo y estaba en la espera de que mi alma sea botada o reencarnada, digo, si eso en verdad existe.

Oh mi Beth, mi única compañera, la única que estuvo para mí en mis peores momentos y que yo en los suyos le fallé. Nuestros días no fueron todos colores grises, hubo momentos en dónde corríamos por las praderas y disfrutamos con alegría, dónde reíamos hasta que la panza nos doliera, cuando todo estaba bien y en orden. Pero quién hubiera pensado, que soy más débil de lo que alguna vez pensé. Mi pilar era el que me mantenía cuerda, era quien me hacía creer en un futuro y soñar con toda la esperanza, una vez destruido se llevó todo con él.

Nuestros corazones, que una vez fueron uno, ahora no eran nada más que fragmentos que alguien se había esforzado en mantener unidos y ahora no existía nadie que hiciera el esfuerzo, porque yo no tengo el deseo ni las ganas de reparar nada, porque perdí toda esperanza y todo sueño.

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⏰ Última actualización: Oct 31 ⏰

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Dolce | U1 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora