Hola, pensé no volver a subir historias pero decidí echarles un ojo a las historias que subí hace años, y que maldito cringe, ¿que tan bajo puedes caer insertandote tú mismo en una historia ya hecha?
En serio, así que voy a hacer esta historia de n...
En una noche tranquila en el bosque, sin ruido, ningún grillo cantando, en estado inmundo se encontraba un chico destruido por aquellos que había amado.
Sus heridas reflejaban años de torturas, su cuerpo mostraba una desnutrición ante la falta de comida y en su rostro había paz y alivio, como si la muerte fuera lo mejor que le ha pasado.
Pronto despertó, sus párpados se abrieron lentamente revelando sus ojos azules, sus manos masajearon la tierra en busca de soporte, sus pulmones dañados empezaron a funcionar nuevamente y su corazón volvió a latir.
Pronto él lenta y torpemente se levantó del suelo, no podía mantenerse de pie ya que uno de sus pies estaba destrozado.
Él estaba confundido, algo asustado y perdido por todo lo que pasaba.
Sus labios a pesar de estar partidos mencionaron sus primeras palabras. -¿Quién soy? -Dijo mirando a la nada oscura de la infinidad de árboles en el bosque.
Caminó lentamente sin rumbo, esperando encontrar respuestas ante su perdida de memoria e identidad. Sus pasos ensangrentados dejaban pintado el suelo por el que pasaba, sus ojos se nublaban tratando de no desfallecer ante la falta de sangre, pronto llegó a una gran roca, su cuerpo no resistió y calló frente a esa gran roca, eso era todo lo que podía dar, ahora podía morir sabiendo que sus esfuerzos de seguir con vida fueron en vano, lentamente volvió a cerrar los ojos.
Al día siguiente, eran las 9 de la mañana, el sol estaba saliente, como si fuera un milagro su cálida luz al posarse sobre los ojos de aquel chico lo despertaron de nuevo. Él se sentía mejor, ya no sentía ninguna debilidad e incomodidad, se sentó en la hierba y miró su cuerpo, estaba totalmente curado, su pie estaba en su lugar, ¿Quien pudo haber sido? Él no lo sabe. Para ponerse de pie nuevamente quiso apoyarse en la gran roca pero cayó nuevamente al sentir que la roca ya no estaba, ahora solo había una oscura entrada hacia una desconocida cueva.
Con sus ojos reflejando incertidumbre, se levantó y caminó hacia la cueva, tanto por la curiosidad y su carencia de miedo se aventuró por el oscuro pasillo, pronto llegó al final, unas puertas gigantes con luces azules emergentes de ellas bloqueaban el camino, se acercó a ellas y al tocarlas su luz se apagó, dejando la fría cueva oscura, luego él vió que todo se encendió de nuevo, estaba de pie sobre una plataforma de piedra y metal, como el suelo y todo el lugar, vió que salían luces azules que iban y venían como un sistema circulatorio a una piedra negra en el centro de la sala.
Él se acercó y vió su reflejo a través de la negra roca, era un chico joven, con una cara de alguien carente de vida, con traumas y llena de cicatrices, pero su expresión mostraba lo contrario, curiosidad, confusión era lo característico. Luego la piedra se encendió y mostró un círculo azul en ella para luego decir:
—Saludos Usuario, para seguir el protocolo y darle su herramienta de trabajo primero diga su nombre. —Dijo con elegancia una voz femenina robótica de la piedra.
Raizo pensó cuál era su nombre pero sus intentos eran inútiles, solo destellos violentos pasaron por su mente. –No sé cuál es mi nombre. –Dijo decepcionado de si mismo por su falta de conocimiento propio.
El circulo en la piedra cambio y ahora era pequeñas rayas que se seguían entre sí, pronto volvió a la normalidad. –Tu nombre de Usuario es Raizo, gracias por elegirnos. –Al terminar de hablar la piedra empezó a fragmentarse, saliendo luces azules en cada grieta abierta, Raizo dió pasos atrás por instinto pero las luces se apagaron y la oscuridad lo atrapó nuevamente.
Raizo se sentía extraño, se sentía más cómodo y seguro. Las luces se volvieron a encender mostrando lo que tenía puesto.
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Raizo no sabía que decir, estaba impactado, su ropa destrozada ahora era un traje avanzado de combate, lentamente tocó su cuerpo sintiendo cada minúsculo detalle del traje.
Luego una voz en el traje le habló. –Gracias por elegir la iniciativa Pich Black. Pronto le daremos sus respectivos acompañantes. –Dijo la voz robótica para luego volver al silencio.
–¿Acompañantes? –Preguntó intrigado ante esas palabras.
En un parpadeo volvió afuera, giró para ver la cueva de nuevo pero la gran roca estaba allí, como si nunca se hubiera movido.
Raizo miró el denso bosque y empezó a caminar de nuevo solo que esta vez no volvería a caer por nadie.