Un dolor de cabeza horrible hace que te despiertes con un gruñido. De nuevo no sabes donde estás, sabes que estás tumbada, sobre algo blando, por primera vez en bastante tiempo.
Parece que tus manos y pies ya no están encadenados, y puedes moverlos libremente.
Abres lentamente un ojo para volver a cerrarlo rápidamente, cegada por una luz blanca y brillante, intentas incorporarte y vuelves a abrir los ojos.
Estás en una habitación de lo que parece un hospital, el suelo de baldosas brillantes se siente frío solo de verlo, te encuentras tumbada sobre una cama, que se encuentra rodeada de diversas máquinas y monitores que parecen controlar tus constantes vitales.
En el fondo de la habitación está la puerta, una enorme y por lo que se ve pesada puerta metálica, que por lo que puedes observar, se necesita una huella tanto para abrirla como para cerrarla.
Al lado de la puerta, hay un gran ventanal de cristal que da a un pasillo vacío e iluminado.
Decides retirar las sábanas para levantarte de la cama, pero recibes una fuerte y dolorosa punzada en el cuello. Llevas temblorosamente tus dedos a tu cuello, y acaricias los puntos que alguien te ha cosido para cerrar tus heridas.
No habría sido necesario, por suerte, tantos años han pasado ya, que con el tiempo tu velocidad de recuperación cada vez se ha vuelto más rápida, aunque aún sigue siendo muy lenta.
Miras tus muñecas y tobillos, están amoratados por las cadenas, en tu muñeca izquierda tienes un pequeño corte sin importancia y la piel de tus tobillos presenta alguna quemadura.
Te incorporas completamente y un escalofrío recorre tu espalda cuando tus pies descalzos tocan el frío suelo.
Varios cables salen de las máquinas que se encuentran a tu alrededor y se pierden bajo el pijama de hospital, que no sabes ni como ni quien te lo habrá puesto.
Te habías quitado ya varias agujas que tenías clavadas, cuando escuchas un pitido, seguido de un sonido metálico, y como alguien empuja la enorme puerta.
Sobresaltada, ocultas tus manos tras la espalda y agachas la cabeza esperando lo que es usual para ti. Pero en vez de ver cierta cara, te sorprende un hombre sentado en una silla de ruedas y una mujer con el pelo recogido entrando en la habitación.
Él mantiene una mirada cálida y tranquilizadora, mientras que ella te observa, y al instante abre mucho los ojos.
-No es buena idea que estés de pie cielo, tienes que descansar-te dice con dulzura acercándose a ti. Desconfiada, das unos pasos atrás alejándote de ella.
-Tranquila-dice el hombre-Estás a salvo.
Lo miras con desconfianza, parece un hombre de mediana edad, es calvo y en principio parece inofensivo, pero prefieres no fiarte demasiado.
-Llegaste aquí hace dos días-¿Dos días? te preguntas a ti misma, ha pasado mucho tiempo desde tu último recuerdo-Te tuvimos diez horas en quirófano, ¿Cómo te encuentras?
No respondes. Y aunque quisieras, sabes que no puedes, no es la primera vez que tienes una herida semejante en el cuello, por lo que no te hace falta comprobar cuales han sido las consecuencias.
-¿Cómo te llamas?-pregunta la mujer mirándote a los ojos.
Sigues sin responder, y parece que entre ellos dos intercambian una mirada cómplice.
-Parece que estabas en lo cierto Jean, puede que los cortes hayan dañado sus cuerdas vocales...
Jean...ese nombre te resulta familiar, extrañamente familiar y no sabes por qué.
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Proyecto X-52
Научная фантастикаToda tu vida engañada, torturada y sobre todo, subestimada. Sin nombre, sin familia y sin esperanza es como llegaste a las manos del mismísimo Charles Xavier, el Profesor X, el líder de los X-men. Encerrada en una cámara de alta seguridad, la convi...