Con un fuerte dolor de cabeza, finalmente abres los ojos.Mierda.
Vuelves a cerrarlos.
Puta luz blanca.
¿A quién demonios se le ocurre colocar una lámpara justo encima de la cabeza de alguien?
Te levantas, y hasta que no te has incorporado completamente no abres los ojos.
Dolorida, frotas tu sien mientras te quejas ligeramente, sorprendiéndote a ti misma al escuchar el leve sonido de tu voz. Parece que te estás recuperando, de hecho, te sientes muy bien por primera vez en mucho tiempo.
-Vaya, vaya-dice una voz que te sobresalta-Al fin se despertó la bella durmiente.
Miras a tu alrededor, esta no es la habitación que recuerdas. Esta es mucho más oscura, el suelo y las paredes son de un cemento oscuro, no hay ni un mueble, solo la lámpara que algún día logrará quemarte las retinas, la simple cama de hierro con un fino colchón sobre la que estás tumbada y una manta. Te han quitado la bata de hospital, y te han vestido con un pantalón de chándal y una camiseta grande y desgastada. Es entonces cuando alguien se aclara la garganta y recuerdas que hay alguien más.
Diriges tu mirada hacia el frente, donde ves una gigantesca puerta de acero blindada, con lo que parece una especie de compartimento para pasar objetos de fuera a dentro de lo que claramente, es tu celda.
Al lado de la puerta, hay un gran ventanal de cristal, como en tu habitación anterior, sin embargo, por como refleja la luz, te das cuenta que es mucho más grueso que el anterior.
Y detrás de ese enorme cristal que te separa del exterior, hay una persona, un hombre alto, corpulento, musculoso, cruzado de brazos, un rastro de barba por su mandíbula, pelo oscuro y mirada intensa. Howlett.
-Buenos días princesa-dice enderezándose y caminando hacia el cristal mientras se burla-Esta vez has dormido mucho menos.
Intentas preguntar cuanto, pero de tu garganta solo sale un susurro.
-Vaya, parece que te estás recuperando, aunque estoy seguro de que preferiría que estuvieras calladita-dice levantando una ceja. Está intentando provocarte, claramente disfruta con esta situación. Frunces el ceño irritada, lo que te faltaba. No habías aguantado suficiente tiempo a este hombre como para que ahora se burle de ti.
-36 horas-interrumpe tu monólogo interno-Has estado inconsciente 36 horas.
Por un momento lo miras desconcertada, es imposible que haya podido escuchar tu intento de comunicación.
-No me mires así nena, puedo asegurarte que no estoy aquí por gusto-resopla haciéndote poner los ojos en blanco. Idiota.Te levantas de tu cama dándole la espalda y tus pies descalzos tocan el suelo helado. Te estiras pero no puedes evitar liberar un gemido de dolor.
Levantas un lado de tu camiseta dejando ver tus costillas, en el lateral de tu pecho, hay marcas de cicatrización, han cosido una aparente herida la cual no recordabas, y al estirarte, has desgarrado los puntos y ahora sangra.
Escuchas una risa socarrona detrás de ti.
-Eso ha tenido que doler-murmura más bien para sí mismo.
Resoplas y te vuelves a meter bajo las sábanas.
-Aburrida-y escuchas como enciende un cigarrillo.Pasan las horas, y no sales de debajo de las sábanas, esperando, mientras tu mente no para de maquinar. Has escuchado cada paso que él ha dado, cada movimiento, cada respiración, tan solo esperando. Tu plan no es viable, hay muchas posibilidades de que salga mal, de que no funcione, tan solo necesitas que sea otra persona la que te custodie, no sabes cuanto rato lleva Logan vigilando, pero tarde o temprano tendrá que descansar. Cruzas los dedos porque el último suero que recibiste haya hecho efecto.
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Proyecto X-52
Science FictionToda tu vida engañada, torturada y sobre todo, subestimada. Sin nombre, sin familia y sin esperanza es como llegaste a las manos del mismísimo Charles Xavier, el Profesor X, el líder de los X-men. Encerrada en una cámara de alta seguridad, la convi...