Capítulo VI

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[ Ubicación ??? ]

En lo profundo de las entrañas del Tártaro, un lugar al que pocos se atrevían siquiera a pensar, se encontraba una de las prisiones más temidas y letales jamás construidas: Karnasis, la prisión de máxima seguridad para lo peor de lo peor del Mundo Sobrenatural.

En lo profundo de las entrañas del Tártaro, un lugar al que pocos se atrevían siquiera a pensar, se encontraba una de las prisiones más temidas y letales jamás construidas: Karnasis, la prisión de máxima seguridad para lo peor de lo peor del Mundo...

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Este lugar no albergaba simples criminales o pecadores, sino aquellos seres tan peligrosos y corruptos que su mera existencia amenazaba el equilibrio entre dimensiones. Demonios que una vez desafiaran a los Dioses, criaturas que devoraban almas y Dioses caídos que habían traicionado los principios del cosmos. Todos estaban encadenados allí, condenados al eterno olvido.

El ambiente en Karnasis era siempre sombrío y sofocante. La prisión estaba construida dentro de una montaña hueca, rodeada por oscuridad perpetua. No había un solo atisbo de luz natural, solo antorchas de fuego azul que apenas brillaban en los pasillos interminables y húmedos, cuyas paredes estaban reforzadas con magia y hierro celestial, materiales impenetrables que mantenían a raya incluso a los más poderosos seres sobrenaturales.

El aire era pesado, denso, cargado de una sensación de desesperación que oprimía a cualquier ser que caminara por esos corredores. Afuera, los muros gigantes se alzaban hacia el vacío, encerrando todo lo que quedaba del mundo de luz y esperanza.

Dentro de esos muros, sin embargo, solo había sufrimiento y locura. Las celdas estaban dispersas en diferentes niveles de la prisión, con los prisioneros más temidos confinados en las profundidades, donde el calor de las entrañas del Tártaro podía derretir incluso los metales más resistentes.

Pero aquella noche, Karnasis había dejado de ser el lugar impenetrable que una vez fue. ¡BOOM! Una explosión resonó a través de los túneles de la prisión, haciendo temblar los cimientos mismos del Tártaro.

Los guardias, criaturas ancestrales y autómatas hechos de piedra viviente y magia, corrían frenéticamente por los pasillos, gritando órdenes a medida que el caos se desataba. Más explosiones siguieron, rompiendo las murallas con una fuerza desconocida, una fuerza que ningún ser había desatado en siglos.

- ¡Código Negro! ¡Código Negro!

Gritaba uno de los guardias mientras una de las torres de vigilancia se derrumbaba en llamas. Alrededor, las barreras de energía mágica, diseñadas para contener a las criaturas más temibles, chisporroteaban y fallaban, liberando a varios prisioneros que habían permanecido encadenados por milenios.

Algunos de estos monstruos ni siquiera tenían forma corpórea; eran manifestaciones de pura maldad y caos, que comenzaban a extenderse como niebla a través de los túneles. Uno de los guardias fue arrojado contra una pared por una figura grotesca que había sido liberada accidentalmente. Su grito se ahogó cuando las sombras lo envolvieron y lo devoraron por completo.

El caos era absoluto. Los pasillos que antes habían sido estrictamente vigilados estaban ahora sumidos en una locura indescriptible. Explosiones de magia oscura rebotaban en las paredes, destellos de energía que perforaban los muros de acero divino como si fueran papel.

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⏰ Última actualización: Sep 29 ⏰

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