Prólogo

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Katharsis: Purificación o liberación emocional.
Se refiere a un estado de purificación o liberación que se puede alcanzar tras una experiencia vital profunda o al no reprimir emociones intensas.

Cádiz, España

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Cádiz, España

Su cuerpo cae al suelo de azulejo haciendo un sonido hueco que genera un eco. La tormenta azotó cuál estridente vendaval iluminando con sus relámpagos feroces y parpadeantes el salón de ceremonias.

Sus jadeos y gemidos angustiantes eran opacados por el sonar de la lluvia golpeando con insistencia las ventanas y el sonido de los truenos que hacían creer que en cualquier momento el cielo se caería.
Miro en todas direcciones con ojos dilatados intentando encontrar entre la oscuridad aquello que lo acechaba como un depredador. El azul grisáceo de aquella mirada pareció opacarse mientras su dueño, el padre Julián Sevilla, se arrastraba a gatas por las frías baldosas tratando de buscar un lugar donde esconderse.

Unos pasos resonando en el salón le cortaron la respiración y lo hicieron paralizarase en su lugar. El sudor frío se deslizó por su desalineada y arrugada cara mientras volvía despacio la cabeza hacia atrás intentando enfocar a su acompañante no deseado.

— ¿Quién eres? — cuestionó temeroso y entre ligeros sollozos de pánico — ¡¿Quién eres?!

No hubo una respuesta, sin embargo, aquellos pasos se detuvieron en la penumbra de la oscuridad. Los relámpagos centellaron iluminando las estatuillas que ejercieron sombras tétricas sobre el suelo...

— ¡Por favor, haré lo que sea pero déjeme tranquilo! — rogó entre gritos — Esta es la casa de Dios...

— Tu Dios no habita aquí, te ha abandonado — replicó una voz suave y amortiguada entre la penumbra. El tono frío de sus palabras caló tan hondo en los huesos del anciano, como el glaciar en medio del océano antártico.

El anciano trato de tragar saliva, pero parecía que con aquellas simples palabras la boca se le había secado. Era incapaz de articular palabras coherentes, estaba asustado, aterrorizado. Y el ambiente cargado de furia por la tormenta no mitigaba ni un poco aquella abrumante sensación.

— ¿Qué se siente al estar en el lugar de aquellos a los que tanto daño causaste? — cuestionó la figura entre la oscuridad

— ... ¿De que esta hablando?

— Sabes de que hablo — respondió la voz. El anciano trato de ubicar la dirección de dónde provenía a través del eco... Pero fue en vano, aquel habitante nocturno parecía un fantasma.

Estaba presente, oculto en la oscuridad donde la tenue luz de los centellantes rayos no llegaba. Incluso las estatuillas eran capaces de confundir al padre Julián con su atacante provocándole que el corazón se le disparará hacia la garganta.

— No te preocupes — volvió a hablar aquella voz y está vez provenía a su espalda — Me encargaré de no ser la única persona que sepa esa verdad.

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