Una iguana siempre cuida a su león ¿O cómo era?

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Suspiró una vez más cruzándose de brazos, Max sonreía a la entrevistadora como siempre lo hacía con él encantadoramente y es que ese pequeño hoyuelo que se le formaba en la mejilla izquierda, se le estaba formando justo ahora. No es que Sergio fuese celoso, nunca lo fue con sus parejas, pero, sabía que Max tenía ese encanto que "no sabía que" que llamaba la atención de cada mujer y algunos hombres en el paddock (por hombres se refería a Lando Norris, si se había dado cuenta que le gustaba Max y también él, que el niño se hiciese el tonto tirándole mierda era otra cosa).

Giró su cabeza al ver como Nano se sentaba a su lado con una sonrisa burlona, giró sus ojos porque sabía que Alonso lo iba a molestar y es que desde que había descubierto que se había puesto celoso de un estúpido micrófono, lo molestaba cada vez que se le quedaba mirando a Max con esa periodista, Jessica Goicoechea era su terror en ese momento, ese nombre y Kelly Piquet daban vuelta como sombras a su alrededor.

—¿Celoso? —Murmuró Fernando divertido—

—No, estoy cansado ¿Por qué estás aquí? Se supone que no ibas a entrevista hoy

—Cambio de planes —Murmuró acomodándose en sofá esperando que la rueda de prensa comenzara— Lance está un poco enfermo así que decidí venir yo.

Melissa estará de periodista por la DAZN ¿No cabrón? —Fernando se alzó de hombros totalmente relajado pero Checo sabía que era por eso.

Sergio soltó un bufido casi imperceptible, pero Fernando, con su aguda percepción, lo captó al instante. El español rió por lo bajo, observando de reojo cómo Checo no apartaba la vista de Max, quien seguía hablando animadamente con la periodista, la sonrisa permanente en su rostro.

—Mira, Checo —Fernando le susurró, usando el apodo con el que lo llamaban en broma—, deberías estar acostumbrado a esto. Max siempre va a tener a todo el mundo a sus pies. Lo sabes mejor que nadie.

Sergio rodó los ojos nuevamente, cruzando los brazos más fuertes, como si así pudiera contener las emociones que le recorrían el cuerpo. No era el típico hombre celoso, como ya se había dicho a sí mismo mil veces, pero era diferente con Max. Todo era diferente con Max. Había algo en esa sonrisa que lo hacía sentir vulnerable, como si cada risa compartida entre Max y otra persona le arrancara un pedazo de algo que no podía definir, pero que le pertenecía.

—No es eso, ya te dije —murmuró, más para sí que para Fernando—. Es solo... estoy agotado. Este fin de semana ha sido largo.

Fernando lo miró con una sonrisa ladeada, como si no se creyera ni una palabra.

—Claro, claro —dijo con fingida seriedad—. Entonces no te molesta que esa Jessica le esté tirando ojitos desde que empezó la entrevista, ¿verdad?

Sergio lanzó una mirada fulminante a Alonso, quien rió aún más fuerte.

—Eres un cabrón —le espetó, aunque una sonrisa amarga se asomaba en su rostro—. ¿Por qué te divierte tanto esto?

—Porque, Checo —dijo Fernando con una sonrisa pícara, apoyando los pies en la mesa frente a ellos—, en este mundillo no siempre se ven historias como la tuya con Max. Es interesante ver cómo te retuerces un poco. Y bueno, digamos que Melissa, Charles y yo tenemos una apuesta.

Checo lo miró de reojo, levantando una ceja.

—¿Apuesta? —preguntó.

—Sí, algo sobre cuánto tiempo puedes resistir antes de hacer algo estúpido —respondió Fernando, sin molestarse en disimular su diversión—. Pero tranquilo, te tengo fe. Quizás resistas hasta el final de la rueda de prensa.

Los celos del León. | ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora