Uno

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El Estadio Etihad estaba encendido. La atmósfera era eléctrica mientras el Manchester City se preparaba para enfrentarse al Barcelona en un duelo que tenía a todos hablando, porque ambos tenían a una máquina explosiva en sus filas... Y había curiosidad obvio.

Pero para Rúben Dias, el Alfa "Agresivo, explosivo y todo lo que te termine en ivo" del City, solo había una cosa en su cabeza, el trabajo que Pep le había encargado.

—Quiero que te encargues de Gavi.—Le había dicho el entrenador en la charla táctica.

—Ese omega puede destrozar a cualquier defensa si le das espacio. Quiero que lo sigas como una sombra.

Rúben había arqueado una ceja al escuchar la instrucción.

¿Un omega? ¿De verdad le estaban diciendo que tenía que estar tan encima de un omega?

No era que no respetara el talento, pero la mayoría de los omegas no eran conocidos por ser particularmente agresivos en el campo.

Sin embargo, sabía que no podía subestimarlo. Gavi tenía fama de ser un prodigio, un jugador que desafiaba todas las expectativas con su temperamento explosivo.

Era pequeño en estatura, sí, pero lo que le faltaba en tamaño lo compensaba con garra. Y Rúben estaba a punto de descubrirlo de la peor manera posible.

El pitido inicial sonó, y apenas el balón comenzó a rodar, Rúben vio de inmediato a Gavi con el balón pegado a los pies, buscando su primer movimiento

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El pitido inicial sonó, y apenas el balón comenzó a rodar, Rúben vio de inmediato a Gavi con el balón pegado a los pies, buscando su primer movimiento. Decidió ir de frente, interceptar la jugada antes de que pudiera ser un problema.

Gran error.

Gavi lo vio venir de lejos y, con un rápido cambio de dirección, lo dejó plantado. En cuestión de segundos, el pequeño omega había burlado a la línea defensiva, dejándolos parados como si fueran conos de entrenamiento. (Perdón, me cague de risa en esta parte al imaginar la escena que los defensas tengan cara de conos).

Antes de que Rúben pudiera siquiera reaccionar, el balón ya estaba en los pies de Lewandowski, que mandó un disparo directo a la portería. Solo Ederson pudo salvarles de recibir el primer gol en los primeros minutos.

—¿Qué demonios…?—Murmuró Rúben, mirando a Gavi con incredulidad.

El omega le lanzó una mirada desafiante mientras volvía a su posición. No había ni una pizca de miedo en esos ojos. Nada.

Pero Rúben no se lo iba a tomar personal… aún.

—Está bien.—Se dijo.

—Es solo el principio.

Los siguientes quince minutos fueron una pesadilla para Rúben. Cada vez que intentaba acercarse a Gavi, el chico le robaba el balón, se escabullía entre sus piernas o lo dejaba en el suelo, mordiéndose la lengua para no soltar una maldición.

Ya habían pasado solo quince minutos y, para su horror, Gavi ya lo había derribado cinco veces. ¡Cinco veces!.

¡Un omega! Cada vez que se recuperaba del suelo, sentía que su orgullo quedaba más y más enterrado.

Finalmente, después de un enésimo encontronazo, en el que Rúben se fue al suelo mientras Gavi escapaba con el balón, el defensor no pudo más y decidió enfrentarlo.

—¿O que você acha, eh?—Soltó, casi gruñendo.

—¿Você acha que vai continuar zombando de mim a noite toda? (¿Crees que vas a seguir burlándote de mí toda la noche?)

Gavi se detuvo, giró sobre sus talones y lo miró con esa chispa en los ojos que parecía disfrutar el desafío.

—No es mi culpa que seas tan lento, ¿No?

Rúben apretó los dientes, intentando no perder los papeles. No va a conseguir que te calientes.

Se repitió a sí mismo. Pero maldita sea, el chico sabía cómo meterse en la piel de alguien.

—Ya veremos.—Gruñó, poniéndose de pie, sacudiéndose el polvo.

—No te creas tan lindo, ¡Ahg! Listo, quise decir listo.

Gavi ni siquiera se inmutó.

—Lo soy

Punto para Gavi.

La cosa se intensificó rápido

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La cosa se intensificó rápido. Rúben se dedicó a seguir a Gavi como una sombra, pero cada vez que se acercaba, el omega encontraba la manera de dejarlo atrás o robarle el balón con una velocidad y agilidad que no tenían sentido.

Era como si el chico estuviera jugando un juego distinto al resto de los jugadores. ¿Cómo alguien tan pequeño podía ser tan fuerte, tan... Imparable?

Entonces, ocurrió lo inevitable.

Minuto 27. Gavi recibió un pase largo de Frenkie, controlando el balón con una facilidad insultante. Rúben corrió hacia él, decidido a no dejarlo escapar esta vez.

Se lanzó a interceptar, pero Gavi giró sobre su eje, haciéndole un caño y dejándolo completamente fuera de la jugada.

No puede ser… Rúben apenas había procesado lo que acababa de pasar cuando Gavi ya había soltado un disparo imparable que terminó en el fondo de la red.

El estadio estalló. Los aficionados del Barcelona enloquecieron. Y Rúben... Rúben estaba a punto de perder la cabeza.

Mientras los jugadores del Barça celebraban, Rúben permanecía plantado en su sitio, mirando cómo Gavi era rodeado por sus compañeros. Su mandíbula estaba tan tensa que le dolía.

Nunca en su sexy vida había sentido tanta frustración en un solo partido.

Un omega.   

Gavi había venido a demostrarle que las etiquetas no significaban nada en el campo.

Mientras el Barça volvía a su posición, Rúben se acercó lentamente a Gavi, decidido a poner las cosas claras de una vez.

—Escucha.—Dijo en voz baja, lo suficientemente cerca como para que solo Gavi pudiera oír.

—Esto no ha terminado.

Gavi levantó la cabeza, sin una gota de miedo en su rostro.

—Mejor que no. Porque hasta ahora, ha sido demasiado fácil.

Rúben apretó los puños, pero esta vez no había furia en sus ojos, era más de curiosidad y hasta cierto punto... De atracción, es como cuando algo tan llamativamenete extraño aparece y tú quedas fascinado por ello.

Este chico era diferente. No era solo su velocidad o su fuerza. Era su actitud. Ese fuego que tenía dentro, que lo hacía desafiar a cualquiera, sin importar quién fuera.

En ese momento, Rúben era como un niño viendo la cosa más extrañamente fascinante y como todo niño, quería estar cerca de eso y si es posible, tenerlo.

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