2

47 11 0
                                    

ᴘᴇʟɪɢʀᴏ ᴇɴᴛʀᴇ ʟᴀs sᴏᴍʙʀᴀs

Los últimos rayos del sol desaparecían lentamente tras los edificios, bañando el pequeño departamento con la suave luz dorada del atardecer

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los últimos rayos del sol desaparecían lentamente tras los edificios, bañando el pequeño departamento con la suave luz dorada del atardecer. En el interior, el hogar irradiaba una sensación de paz y calidez. La televisión brillaba con colores vivos, proyectando caricaturas el  canal favorito de Lena, mientras la pequeña reía alegremente desde la sala. Su risa llenaba el espacio como una suave melodía, inundando cada rincón de la habitación.

Con sus rizos dorados desordenados y vestida con una camiseta de dibujos animados, la pequeña corría descalza sobre el suelo de madera, sus pasos ligeros resonando con un rítmico golpeteo que se entremezclaba con las voces animadas de la televisión. Cada tanto, saltaba emocionada, lanzando sus juguetes de un lado a otro, inventando aventuras con sus muñecos, mientras hablaba para sí misma en ese lenguaje propio que solo una madre puede entender.

En la cocina, Astrid observaba todo desde el umbral de la puerta, deteniéndose un instante en su tarea de cortar vegetales. Sus labios formaban una sonrisa amplia y tranquila, la clase de sonrisa que surge cuando se tiene la certeza, aunque sea momentánea, de que todo está en su lugar. Astrid disfrutaba de esos momentos, cuando el mundo exterior desaparecía y solo quedaba la risa de su hija, la luz cálida de la tarde, y el suave aroma a guiso que comenzaba a llenarse en la pequeña cocina.

Giraba entre las cacerolas con destreza, moviendo una espátula con una mano mientras con la otra alcanzaba los ingredientes sobre la encimera. Cada pequeño sonido en la sala, cada risa o exclamación emocionada de su hija la hacía sonreír más. Su vida no era fácil, pero estos momentos lo compensaban todo. Aquí, en este pequeño departamento, estaban solo ellas dos, juntas, como una pequeña fortaleza en medio del caos del mundo exterior.

Desde la cocina, el aroma del estofado comenzaba a mezclarse con el aire. El vapor subía desde la olla, empañando ligeramente los cristales de las ventanas mientras Astrid revolvía el contenido con esmero. De vez en cuando, miraba hacia la sala, riendo suavemente cuando veía a su hija en medio de una nueva travesura. En ese momento, la pequeña había decidido saltar desde el sofá, haciendo que sus rizos brincaran al compás de su risa.

—¡Ten cuidado, cariño! —dijo Astrid entre risas, aunque su tono era más juguetón que de preocupación real. Sabía que su hija tenía una energía interminable.

—¡Mira, mamá! —respondió la pequeña con una carcajada, volviendo a saltar mientras sus muñecos caían al suelo, regados como si fueran testigos de sus hazañas.

Astrid soltó una risa suave, imaginando lo que su hija estaría creando en su mente. Las historias que inventaba, los mundos que construía solo con su imaginación, eran fascinantes. Pero más que todo, era el sonido de su risa lo que hacía que su pecho se llenara de una calidez indescriptible. Era su razón de vivir, su mundo entero en esa pequeña personita.

𝗦𝗵𝗮𝗱𝗼𝘄 𝗼𝗳 𝘁𝗵𝗲 𝗙𝗼𝗿𝗴𝗼𝘁𝘁𝗲𝗻  ۞  ᴀʟᴇᴄ ʟɪɢʜᴛᴡᴏᴏᴅDonde viven las historias. Descúbrelo ahora