Saludos viajeros, sea la paz y noble la vida de tu familia. Ven y siéntate, comparte un jarro de cerveza conmigo, no te preocupes que yo invito. Disfrutemos un poco de la música y del lugar, pues el ambiente es propicio para las historias y la nieve que nos ha obligado a refugiarnos en esta posada parece así sugerirlo. Anda, bebe un sorbo y escucha mi historia, que luego yo también escucharé la tuya.
Mi nombre es Aaren y, si te preguntas por mi apariencia, debes saber que soy un nemeo, y aunque muchos han escuchado sobre nuestra raza, siempre se sorprenden al vernos por primera vez, debo confesar que yo también me extrañaría se me encontrara un gran felino, que se levanta en sus patas traseras, que viste ropa como los hombres, que usa armas y que razona más finamente que un inquisidor elfo.
Mi pueblo natal se llama Nemea y somos un pueblo de lo más variado, así como yo desciendo de los leones, mi vecino puede descender de cualquier otro felino, sin embargo, hemos llegado a respetar nuestras diferencias y la fuerza en cada uno de nosotros.
Lo que sí debes saber, mi buen viajero, es que en mi pueblo pocos son los caminos que decidimos seguir a la hora de ganarnos el pan, algunos son cazadores, otros prefieren probar el camino de los gladiadores en el gran coliseo de Nemea y algunos más decidimos entrar en el ejército, cualquier ejército, ya sea en Trisan de los elfos oscuros, el gran ejército de Nemea o Torreblanca de los elfos. Sabe viajero que fue, precisamente a este último ejército al que decidí unirme junto a varios de mis mejores amigos.
Desde el inicio, muchos de nosotros destacamos a pesar del duro entrenamiento, de los elfos de Torreblanca. Estos comenzaron a pensar en una serie de ejercicios destinados a hacernos renunciar, incluso para humillarnos. Como cualquier grupo de extranjeros éramos constantemente rechazados por la gran mayoría de reclutas, así como éramos el foco principal de los insultos y agresiones de nuestros maestros. Ahora que lo pienso, me parece que los elfos se sentían más bien intimidados por nuestra superioridad en cualquier aspecto. Sin embargo, de entre todos los maestros, hubo uno que siempre nos trató como sus iguales: un viejo inquisidor llamado Lord Edris, quien además era miembro del alto consejo y el mejor amigo del Inquisidor Supremo, Tridinfiel.
Los estudios con Lord Edris eran siempre amenos, la mente de un nemeo es inquisitiva por naturaleza y las enseñanzas sobre los grandes estrategas de la antigüedad eran un tema fascinante, aunque más fascinante era poner en práctica aquella teoría. Personalmente, cada vez disfrutaba más aquella clase y detestaba con más fervor las otras, en especial la de Lord Gadiel, quien parecía disfrutar humillándonos.
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Con el fin del entrenamiento inicial llegó la ceremonia de selección pues los elfos de Torreblanca tienen un sistema muy particular para dividir a sus tropas: el gran ejército está dividido en siete grandes bastiones, cada una bajo el mando de un inquisidor del consejo, y cada bastión con su propio escudo de armas identificado por un animal que le da su identidad.
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Las cosas cambiaron mucho a partir de aquel momento, el academicismo que rodeaba nuestro bastión le daba un aura mágica al lugar, nuestra biblioteca era incluso más frecuentada que la de los hechiceros y los debates, siempre presididos por nuestros maestros, nos brindaban una visión que nadie más en el ejército podía percibir. Y si bien el entrenamiento de nuestra mente era la prioridad, no tardaron nuestros maestros en exigirnos que nos unamos al entrenamiento de cualquier otro bastión.
— La mente prima sobre el cuerpo — solía decir Lord Edris. — Pero un estratega que además sabe luchar, es un oponente digno de temer— solía añadir
Y fue por el consejo de aquel viejo maestro que yo escogí entrenar con el bastión de la flecha en mi tiempo libre y la verdad, me hice muy hábil con el arco.
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Preludios de una batalla
Aventura¡Bienvenidos, aventureros y aventureras, a estas páginas llenas de épica y misterio! Aquí, entre las líneas de esta crónica, encontrarán relatos de héroes y heroínas, de generales audaces y de seres atrapados en el torbellino de una guerra sin igual...