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Angel Dust había estado insistiendo durante días. Su curiosidad por Husk no tenía fin, y aunque el felino demonio siempre parecía mantener las respuestas a sus preguntas cerradas bajo llave, Angel no se daba por vencido fácilmente. Cada vez que intentaba averiguar por qué Husk había terminado en el infierno, la respuesta era la misma: una mirada asesina y un gruñido ronco que cortaba la conversación de inmediato.

Pero había algo más que Angel había notado recientemente. A pesar de la relación tensa y aparentemente de odio entre Husk y Alastor, el Demonio de la Radio nunca permitía que Husk se alejara demasiado de su lado. Alastor era conocido por su sonrisa inquietante y su control frío y calculador sobre quienes lo rodeaban, pero cuando se trataba de Husk, había una tensión extraña que Angel no podía entender.

"Es como si lo odiara... pero al mismo tiempo no lo dejara ir," pensaba Angel mientras lo observaba desde la distancia, con una sonrisa astuta mientras jugaba con uno de sus rizos de cabello.

Hoy, Angel decidió que quería respuestas. No solo sobre Husk, sino sobre la relación tensa que compartía con Alastor. Así que, desde que se despertó, había estado persiguiendo a Alastor, lanzándole preguntas a quemarropa.

—¡Vamos, Radio! —Angel sonrió, siguiendo al demonio a cada paso—. ¿Qué tienes contra el gatito? Digo, está claro que no te cae bien, pero lo mantienes cerca. ¿Por qué no dejarlo ir, eh?

Alastor, como siempre, sonrió con esa mueca perpetua que hacía que Angel se sintiera incómodo a pesar de su desparpajo. No contestó de inmediato. En lugar de eso, se ajustó el micrófono de su pecho y se detuvo un momento, como si considerara sus palabras.

—Ah, Angel Dust —dijo con su voz tintineante como si se tratara de un espectáculo en la radio antigua—. Hay preguntas que es mejor no hacer... pero tú siempre eres persistente, ¿no es así?

Angel rodó los ojos, frustrado. Esa era la clásica respuesta evasiva de Alastor.

—Lo soy. Así que, dime, ¿por qué odias a Husk? —insistió—. Digo, todos sabemos que lo desprecias, pero te veo siempre cerca de él. ¡Vamos, suéltalo ya!

Alastor se giró lentamente hacia Angel, y por un breve momento, su sonrisa se desvaneció. Era una expresión que rara vez mostraba, y cuando lo hacía, algo en el aire se volvía pesado.

—Odias —Alastor musitó la palabra, bajando su tono habitual—. ¿Crees que lo odio, Angel Dust?

Angel sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Algo en la forma en que Alastor pronunció esas palabras era diferente.

—Claro que lo haces —respondió Angel, pero ahora menos seguro—. Lo tratas como basura.

Alastor inclinó la cabeza, volviendo a su sonrisa habitual, pero con un brillo frío en los ojos.

—Oh, Angel... no siempre se trata de odio —respondió finalmente, caminando de nuevo como si nada hubiera pasado—. A veces, lo que sentimos por alguien es mucho más... complejo.

Angel se quedó parado en su lugar, observando a Alastor alejarse. A pesar de haber estado preguntando todo el día, ahora que había recibido una respuesta críptica, sentía que sabía menos que antes.

Angel Dust caminó de regreso a la barra, sus tacones resonando contra el suelo mientras su mente intentaba procesar la respuesta críptica de Alastor. El demonio de la radio siempre hablaba en acertijos, pero esta vez su tono había sido diferente, como una advertencia velada. Angel sabía cuándo era mejor retroceder, al menos por un tiempo, así que decidió cambiar de objetivo.

Allí, en la barra, estaba Husk, con su habitual botella de licor casi vacía, sus orejas gachas y una expresión que mezclaba aburrimiento y cansancio. Angel se deslizó en la silla junto a él, echando un rápido vistazo antes de abrir la boca.

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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Lo siento, pero al final no fue mi culpa... ¿Cómo llegue aquí?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora