La belleza de lo Invisible

Capítulo 1 "Un hermoso gesto de despedida"

Doce años después

Lucía pasea de un lado a otro nerviosa por el resultado que pronto será publicado, en él se mostrarán a los estudiantes que fueron seleccionados para asistir y trabajar en una de las empresas más importantes e influyentes en el mundo de la fotografía. Hace casi un mes que cerraron la convocatoria, en dónde, según el profesor Dutch, aplicaron más de diez mil fotógrafos de todo el mundo.

—No los quiero presionar chicos, pero en este concurso participan más de cinco mil estudiantes de todo el país, eso sin contar a los extranjeros —comentó con un asombro fingido. El resto de la hora mis compañeros de clase se la pasaron hablando sobre los temas y enfoque de sus obras.

En lo personal a mí no me agrada que alguien más juzgue mi trabajo, lo que me ha llevado a tener varios problemas y discusiones con algunos de mis profesores, solo el señor Dutch me entiende. Él también piensa que la mayoría de las personas que se dedican a criticar la obra de los demás, son definitivamente unos esnobs, en lo que al arte se refiere.

Son como aquellos que se jactan de saber más que los demás, tachando a todos de ignorantes e incultos, y a los aspirantes de niños ingenuos, jóvenes que fallaron en alguna rama de la ciencia o administración, y su última y única opción hubiera sido el arte, como si hubiera sido un premio de consolación. Los académicos de arte declaran una opinión muy poco objetiva, se reprimen en lo más importante y se enfocan en lo menos relevante.

En la academia de literatura y redacción esperan la llegada del siguiente Miguel de Cervantes, por otro lado, en la academia de pintura ruegan por descubrir al próximo Picasso o Van Gogh, mientras en mi academia, solo se conforman con captar una luz artificial que ilumina una silla roja con cubos de colores alrededor; fotografía, el bello arte de capturar escenas e inmortalizarlas en papel y fotogramas.

Mientras sigo esperando a que el nombre de Lucí aparezca en la lista, coloco la recién pulida lente que me permitirá tomar fotos con mejor detalle. Embono el calibrador a la cámara y con un cepillo pequeño arrastró suavemente cualquier partícula de polvo que pudo haberse llegado a colar, termino de soplar sobre la pantalla, cuando el profesor Dutch sale del salón y comienza a pegar unas hojas en la pared, la lista.

Rápidamente, mis compañeros comienzan a correr y empujarse para saber en qué posición quedaron y si lograron estar entre los diez mejores.

Reflection, la empresa que publicó la convocatoria solamente aceptará a siete estudiantes de nuestra escuela, ya que ofertaron cien plazas en total, setenta y cinco para los estudiantes nacionales para las más de treinta escuelas, algunas de las cuales se quedarán con menores plazas, y veinticinco para los extranjeros. En el caso particular de nuestra institución, se le otorgarán siete lugares más tres posibles becas para el próximo año, por eso la ansiosa necesidad de quedar entre los diez.

Lucía recorre con la mirada cada uno de los nombres y desliza con suavidad su dedo índice derecho hasta encontrar el suyo, intenta alejarse del tumulto de gente que le dificulta salir. Cuando finalmente lo logra, camina hacia mí y me sonríe pícaramente para después envolverme en un fuerte abrazo.

—¡Sabía que lo lograrías! —dice con algunas lágrimas de felicidad en los ojos.

—¿Qué? ¿De qué hablas? —cuestiono confundido, aunque ya tengo una idea de a lo que se refiere.

—Bueno, no te enojes, está bien, pero te inscribí al concurso porque sabía que tu enorme ego no te permitiría hacerlo. Y ahora viendo tu nombre en el primer puesto de la lista, me doy cuenta de que fue la mejor decisión que he tomado, ahora te irás a la capital y podrás trabajar con otros grandes fotógrafos como tú —dice entusiasmada mientras me toma de las manos y las agita alegremente. —¡¿No te parece increíble?!