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El suave murmullo del motor del auto y el ligero movimiento de las ruedas sobre el camino nevado creaban un ambiente acogedor y familiar para Chloe Höfling. Había pasado más de cuatro horas en el coche, y a medida que se acercaban a la montaña, la emoción empezaba a desbordarse en su interior. El paisaje, cubierto por un manto blanco, era como un sueño invernal que parecía sacado de una postal. Se sentía emocionada y ansiosa por reunirse con los amigos, pero, sobre todo, deseaba disfrutar de cada momento a solas con Josh.

De repente, sintió un suave roce en su cabeza. Abriendo los ojos, se encontró con Josh mirándola fijamente, su sonrisa iluminando el interior del vehículo.

—Nena, ya llegamos —dijo él con voz suave, casi como un susurro.

Chloe sonrió, dejando que la calidez de su presencia la envolviera. Aún medio dormida, se estiró y acomodó su cabello rubio, que caía en suaves ondas sobre sus hombros.

—¡Qué rápido se pasó el tiempo! —exclamó, sintiendo una emoción burbujear en su pecho.

—¿Preparada para la aventura? —preguntó Josh, su tono lleno de entusiasmo.

Chloe asintió mientras miraba por la ventana. Las montañas se alzaban majestuosamente en el horizonte, y el cielo estaba pintado de un azul profundo, salpicado de nubes blancas. Sin pensarlo, se inclinó hacia él y le dio un beso en los labios, un gesto pequeño pero cargado de amor.

—Siempre lista, amor —respondió, mientras comenzaba a sacar sus cosas del coche.

Se puso sus botas de cuerno negro, que tenían un leve taco. A pesar de ser un poco incómodas, sabía que lucían bien. Luego, se abrigó con la chaqueta de jeans que antes pertenecía a Josh, un recordatorio constante de su amor. Su polera de primera capa negra, diseñada para climas fríos, la mantenía cómoda, y se ató una bufanda de lana color burdeos alrededor del cuello.

Mientras se preparaba, miró a Josh y sonrió. Él la observaba con una mezcla de admiración y cariño.

—Esa chaqueta te queda genial, pero estoy seguro de que se vería mejor si no estuviera sobre esa polera negra —dijo Josh, con un guiño juguetón.

Chloe no pudo evitar reírse.

—Como si no supieras que me encanta tu chaqueta —dijo, dándole un pequeño empujón en el hombro.

Josh se acercó a ella, su mirada suave.

—Es que me gusta ver cómo te ves con mis cosas —le respondió, acercándose para darle un beso suave en la frente.

Al salir del auto, Chloe intentó agarrar su bolso, pero Josh la detuvo con un gesto juguetón.

—No, no, no. Deja eso a mí, Chloe Washington —dijo, dándole una vuelta en el aire, como si ella fuera un objeto ligero.

—Josh, mi apellido es Höfling, recuerda que aún no estoy casada contigo —le recordó ella, aunque su tono era juguetón.

—Sí, pero eso no significa que no puedas ser mi Chloe Washington en el futuro —replicó él, sonriendo ampliamente.

Chloe sintió un escalofrío de anticipación ante la idea. Aun así, en su interior, sabía que no era el momento adecuado para hablar sobre su futuro. Por ahora, quería disfrutar del presente.

Mientras se dirigían hacia el teleférico, la emoción de Chloe aumentaba. No solo era el paisaje impresionante lo que la emocionaba, sino también el simple hecho de estar juntos.

—Oye, amor —dijo Chloe, con una chispa en sus ojos—. ¿Te importa si te saco algunas fotos? El paisaje es increíble.

Josh sonrió, sus ojos brillando con alegría.

—Claro, pero tengo que advertirte que soy un modelo muy solicitado —dijo con tono serio, pero su sonrisa lo delataba.

—Vamos, ¡pose para mí! —le pidió Chloe, sintiendo una risa burbujear en su pecho.

Josh se puso en una pose ridícula, con los brazos extendidos como si volara, provocando que Chloe soltase una risa sincera.

—¡Eres un tonto! —exclamó, mientras la risa se hacía eco entre ellos.

Continuaron tomando fotos, llenando el aire con sus risas. Josh hacía poses cada vez más absurdas, y Chloe no podía dejar de reír. Cada click de la cámara era una captura de su felicidad.

Cuando fue su turno, Chloe posó con gracia, haciendo que su bufanda de lana se moviera suavemente con el viento. Josh no pudo evitar comentarle.

—¿Sabes que ya no tengo espacio en mi álbum de fotos para tantas imágenes tuyas? —dijo, con un tono juguetón.

Chloe se sonrojó, sonriendo con timidez.

—Tal vez deberías hacer uno nuevo, solo de mí —bromeó ella, guiñándole un ojo.

Al llegar a la cima, el aire fresco y puro les dio la bienvenida. El teleférico los había transportado a un mundo de ensueño. Las montañas se alzaban alrededor, cubiertas de nieve reluciente bajo el sol.

Se dirigieron hacia la cabaña, Josh llevando los bolsos y Chloe agarrada a su brazo, sintiendo la calidez que emanaba de él.

—Te ves bien, Chloe Washington —dijo él, mirándola de reojo.

—Gracias, amor. Tú también —respondió, sintiendo el calor de sus mejillas.

Mientras caminaban, Chloe miró a su alrededor, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda.

—¿No te parece extraño que nos estén observando? —preguntó, sintiendo que una inquietud comenzaba a surgir en su interior.

Josh se detuvo y la miró con curiosidad.

—¿Extraños? ¿Aquí? —se rió—. Creo que es solo tu imaginación, solcito. Cuando a mí me pasa, solo me digo que no es real.

Chloe lo miró, intrigada pero sin querer indagar más. La atmósfera era mágica, y no quería arruinarla con sus dudas.

—Tienes razón. Solo estoy siendo paranoica —dijo, sonriendo levemente para disimular su inquietud.

Finalmente, llegaron a la cabaña y se quedaron afuera, esperando a que llegaran los demás invitados. Josh miró a Chloe con una expresión juguetona.

—¿Y ahora qué hacemos? —preguntó.

—No sé, tal vez deberías intentar un truco con la nieve —sugirió ella, sonriendo.

Josh levantó una ceja, su sonrisa ampliándose.

—¿Un truco? ¿Como hacer que tú me des un beso largo para calentarme? —dijo, guiñándole el ojo.

Chloe se sonrojó, pero no pudo evitar reír.

—Eres un tonto, pero... podría considerarlo —respondió, acercándose más a él.

Mientras se miraban, el ambiente se volvió más íntimo, y Chloe sintió la conexión entre ellos fortalecerse. Josh se inclinó hacia ella, su aliento caliente en su piel fría.

—Tú y yo, juntos aquí, es lo único que necesito —susurró él, su mirada seria pero llena de ternura.

Chloe sintió que su corazón se derretía.

—Y yo siempre estaré aquí, amor —le respondió, acercándose para darle un beso, largo y lleno de promesas.

Ambos se quedaron abrazados, disfrutando de la calidez del momento, rodeados por la hermosa nieve que caía suavemente alrededor de ellos. Sabían que las aventuras que les esperaban serían inolvidables, pero en ese instante, todo lo que importaba era el amor que compartían.

Dieta Mountain Dew | Hasta el amanecer |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora