-¡Bienvenida a la Mansión de tus Sueños! -dijo con alegría Leyra mientras agitaba sus manos hacia la construcción que se encontraba a sus espaldas: una casa de un piso con tres habitaciones, una cocina, dos baños y con una gran extensión de patio a su alrededor. Aunque parecía ser un mal chiste, era una auténtica mansión en comparación con las demás casas de la calle Urbina, colonia media del país soberano de España.
La de piel morena se encontraba entusiasmada desde que pisó un pie fuera de la cama en aquella mañana, nunca había tenido huéspedes. Apenas se había mudado hace un mes a la residencia y por fin tenía a la primera persona, totalmente desconocida, que estrenaría su servicio improvisado de «compañeros de cuartos con fines universitarios de la Universidad de Cordia».
La casa de concreto pertenecía de su fallecida abuela materna: Jerenica Martinez. Una señora amable de 87 años que le gustaba la jardinería. Nunca la conoció en persona, solo se comunicaban en llamadas telefónicas en festividades importantes: cumpleaños, año nuevo, navidades, etc. Sin embargo, el último año de su vida, su abuela se enfermó gravemente y fue trasladada en un hospital de México y posteriormente llevada a la casa de la familia inmediata de Leyra; dando lugar al fallecimiento de su abuela en sus tierras natales. Al comprobar el testimonio que había dejado, grata fue la sorpresa que el viejo hogar completamente pagado y con un valor de medio millón de euros había sido heredado a la única nieta de Jerenica Martínez: Leyra Fierro. Sus padres algo molestos y sin nada más que protestar, decidieron que Leyra fuera a quedarse a la vieja vivienda cuando entrara a una universidad de aquel país, pero con la única condición que ella se haría cargo de todos los gastos que conllevaba tener esa gran responsabilidad. La morena algo nerviosa aceptó el trato y se mudó de inmediato cuando fue aceptada en la primera universidad española que la admitiera.
Todo iba bien, ¿no? Pues la mexicana no contaba que al ser su abuela la única propietaria del lugar, el viejo hogar quedó en añicos durante todo el tiempo que estuvo sin quien lo cuidara. Se necesitaba urgentemente unos servicios en el mantenimiento, ya que se volvería inservible al pasar el siguiente año. Aunque invitó -obligó y amenazó con jamás hablarle- a Carlos, su antiguo mejor amigo de toda la vida, que viviera con ella en la misma instancia y que ingresara a la misma universidad; dos trabajos de medio tiempo no eran suficiente dinero para pagar todos los recibos que llegaban a la puerta cada fin de mes. Por lo que, sin más ideas para conseguir el dinero, se les ocurrió adquirir a un huésped para la habitación que sobraba y de esta forma, conseguir otro ingreso con la renta. Era magnífica la idea. Pero al ser todavía adolescentes en cuerpos de adultos, no querían a cualquier persona al azar. Necesitaban a alguien de confianza y que tuviera la misma idea de ellos. Una persona con algo en común: pertenecer a la misma universidad.
Entre los dos publicaron su oferta ideal con dichos requisitos hace un mes y medio en diversas páginas de rentas. Obtuvieron alrededor de veintidós solicitudes, en su mayoría extranjeros hombres. Era difícil para Leyra elegir uno. Todos eran tan atractivos y unos no tanto, pero Carlos enseguida acordó que no quería tener a un posible pervertido que la acosara durante el próximo año; así que, sin más preámbulos, quitaron a todos los hombres de la lista. En total, quedaron solamente dos mujeres: una chica blanca con apariencia de emo que le gustaba la música roquera de los ochenta -otro requisito raro que Carlos sugirió poner en la oferta- y otra chica afroamericana que le gustaba la música pop. Leyra no comprendía del porqué la importancia de saber la preferencia musical, pero Carlos de volada refutó: «¡Es muy importante! Ya mira. Las paredes, aunque sean de concreto, son fáciles de que se escuche lo que está haciendo al otro lado, si el extraño decide poner música alta, ¿qué preferirías escuchar?». Carlos es un genio en todo, pero ese cuestionamiento, la morena supo que su intelecto le superaba por mil. Así que, pensando en la pregunta de Carlos, sin duda, Nayaris Weathering era la elegida.
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El Mal Tercio Perfecto
RomanceDespués de ingresar a una nueva universidad en un nuevo país, Leyra junto a su antiguo amigo Carlos, al no poder cubrir los gastos de su nuevo hogar, deciden adquirir una nueva compañera de cuarto: Nayah, una chica americana amable y sociable que pa...