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Minho entró al apartamento compartido, sintiendo el frío de la noche pasar detrás de él. No había señales de su compañero, lo cual no le sorprendía. A estas horas, ambos solían estar en horarios opuestos. Se dejó caer en su cama, soltando un largo suspiro. Quería descansar, pero cada vez que cerraba los ojos, la imagen del chico volvía con más fuerza.

Sacó su teléfono, pensando en distraerse un poco antes de prepararse para el trabajo. Sin embargo, sus dedos vagaban por la pantalla sin mucho interés. Su cabeza seguía en la misma dirección, una que no podía evitar.

— No puede ser tan importante — murmuró para sí mismo, tirando el teléfono a un lado y cubriéndose la cara con ambas manos. Pero una parte de él sabía que ya estaba demasiado atrapado en la idea de ese posible segundo encuentro.

Estaba a punto de dejarse llevar por sus pensamientos cuando escuchó el sonido familiar de la puerta abriéndose y cerrándose.

— ¡Ya llegué! — resonó la voz de su compañero desde el pasillo.

Minho no respondió de inmediato, demasiado sumido en su cabeza, mientras el ruido de las bolsas de compra y pasos apresurados llenaban el espacio.

— ¿Minho, ya comiste? — preguntó su compañero desde la cocina, mientras abría la nevera con ese típico sonido metálico. Al no obtener respuesta, probablemente asumió que seguía en su cuarto o distraído, como de costumbre.

Después de unos minutos, la puerta de su habitación se abrió ligeramente, revelando a su compañero apoyado en el marco de la puerta con una ceja levantada.

— ¿Te dormiste o qué?

Minho levantó la cabeza de la almohada con una mirada apagada y negó lentamente. — No, no solo... quiero descansar antes de irme.

— Te ves muy agotado — observó su compañero, echándole una mirada crítica. — Te dejaría dormir, pero me imagino que tienes que salir pronto.

— Algo así — respondió, intentando sonar más animado de lo que en realidad se sentía. — En un rato más me voy.

Su compañero lo miró con una mezcla de preocupación y resignación, ya acostumbrado a la rutina agotadora de Minho. — Pues al menos come algo antes de irte. No puedes sobrevivir de puro café y oxígeno.

Minho dejó escapar una risa suave. — Sí, lo sé.

— Bueno, me voy a bañar. No te vayas a quedar dormido, ¿okey? — su compañero bromeó antes de dirigirse al baño.

Minho sonrió, agradeciendo el intento de su amigo por hacerlo sentir mejor. Pero incluso esa breve interacción no lograba sacarlo de la nube en la que se encontraba. Sabía que debería comer algo, pero su cabeza estaba demasiado ocupada con lo que podría suceder en la tienda esa noche. ¿Lo volvería a ver?

Cuando el reloj marcó que faltaba poco para su turno, se levantó, tomó su chamarra y, sin decir nada más, salió del apartamento, cerrando la puerta detrás de él.

El turno transcurrió como de costumbre. La tienda de conveniencia a esas horas siempre era tranquila, con solo unos cuantos clientes entrando de vez en cuando. Algunos venían por cigarros, otros por sopa instantánea, y unos pocos simplemente se detenían por un café rápido antes de continuar con sus noches. Minho había terminado de organizar las estanterías, había revisado el inventario y luego se había dejado caer en la silla detrás del mostrador, sacando su teléfono para distraerse.

Las horas pasaban lentas, el brillo de la pantalla iluminando su rostro mientras se deslizaba entre redes sociales y vídeos sin realmente prestar atención a nada en particular. A ratos, el sueño comenzaba a arrastrarlo, sus párpados volviéndose cada vez más pesados.

"Otro turno interminable..." pensó mientras estiraba sus piernas y se acomodaba mejor en su asiento. Se le cerraban los ojos de tanto cansancio, cuando de repente, el familiar "bip" de la puerta automática lo sacó de su ensoñación.

Al principio, no le prestó demasiada atención, acostumbrado al sonido. Se quedó mirando su teléfono, pensando que probablemente sería otro cliente más en busca de algo rápido. Sin embargo, lo siguiente que escuchó fue el ruido de latas siendo colocadas en el mostrador. Ese sonido en particular lo obligó a levantar la vista, y ahí estaba él: el chico de la noche anterior.

Minho sintió un vuelco en el estómago al reconocerlo de inmediato. La misma chamarra de cuero un poco holgada, el mismo cabello castaño cayendo desordenadamente sobre sus ojos, y la misma expresión distraída de anoche.

Parpadeó varias veces, intentando procesar que estaba viéndolo de nuevo. Su corazón comenzó a acelerarse, pero luchó por mantener una expresión neutral mientras se levantaba de su asiento.

— Oh, hola... — dijo Minho, su voz más suave de lo que pretendía. — ¿Otra vez por aquí?

El chico finalmente levantó la mirada, y por un segundo, pareció reconocerlo. Una pequeña sonrisa se formó en su rostro, como si estuviera recordando algo.

— Sí... parece que sí — respondió con ese mismo tono calmado, su mirada viajando por el mostrador antes de regresar a él.

El silencio que siguió fue breve pero cargado, mientras Minho, aún sorprendido por la coincidencia, intentaba recuperar la compostura. Escaneó los productos, tomando aire para calmar su pulso acelerado.

— Serían... 3980 wons  — dijo, mirando la pantalla de la caja registradora. El chico asintió, sacando su billetera con la misma tranquilidad que la noche anterior.

— Pagaré con tarjeta — respondió, entregándosela sin más.

Minho procesó el pago, pero no pudo evitar sentir que el aire entre ambos estaba cargado de una tensión diferente. Había algo en la repetición de este encuentro que hacía que la situación no se sintiera como una simple casualidad.

Cuando terminó de meter las bebidas energéticas en la bolsa y le entregó el recibo, se encontró mirándolo nuevamente, como si no pudiera evitarlo.

— ¿Hay algo más que quisieras llevar esta vez? — soltó, intentando sonar casual, aunque había algo más detrás de esa pregunta.

El chico tomó la bolsa, y por un segundo, sus ojos se encontraron con los de Minho.

— No... esto está bien — respondió con una pequeña sonrisa antes de darle la espalda y dirigirse hacia la salida.

El "bip" de la puerta volvió a sonar mientras se alejaba, pero Minho se quedó allí, inmóvil, mirando cómo desaparecía en la oscuridad de la calle.

El resto de la tienda estaba en silencio, pero dentro de él, la sensación de que algo estaba a punto de cambiar era innegable.

El resto de la tienda estaba en silencio, pero dentro de él, la sensación de que algo estaba a punto de cambiar era innegable

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Ya pero, ¿sí les está gustando la historia? 😓

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Night Shift || HanKnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora