Neville se ajustó los lentes de lectura y abrió el periódico del día, extendiéndolo frente a él. Era un día helado, la nieve cubría la casa hasta los escalones de la entrada y el frío aire que se colaba bajo las puertas hacía doler a sus gastadas rodillas.
-Te dije que encendieras la calefacción- lo regañó Ginny desde el descanso de las escaleras.
- ¡Pensé que Luna lo haría!
- ¡No seas ridículo, Luna ha estado bailando en la nieve desde que amaneció!
Cierto, el ritual invernal de Luna. Lo hacía cada año, bailaba afuera durante unas cuatro horas seguidas, se arrastraba por la nieve, la comía, la lanzaba y reía sola por ahí. El sanador se lo había prohibido hacía meses debido a su artritis, pero ella estaba dispuesta a seguirlo haciendo hasta que su cuerpo se lo prohibiera por completo.
Ginny entró en la cocina, vestida con su antiguo juego de rodilleras para Quidditch y con la bufanda de Gryffindor acomodada sobre los hombros.
- ¡Llegaremos tarde al partido!
-Lo cancelaron, cariño- respondió Neville con una sonrisa, bajando un poco el periódico.
-Wood no lo permitiría.
-Wood lleva muerto cuatro años. – refunfuñó Neville.
La pelirroja frunció la nariz, el único gesto que su demencia aún no lograba arrebatarle. Lo miró sin entender una sola palabra y se dispuso a servirse té en una de las azucareras.
-¡Ese bastardo! ¡Tenemos que ganar la Copa!
-Lo harás luego, Gin. Juro que sí.
Neville le sonrió, poniéndose de pie para dejar su taza sobre el lavaplatos y dejándole de paso un beso en la sien.
Se giró hacia la estantería, donde estaban acomodados en orden cronológico los trofeos ganados por Ginny, las medallas, los diplomas, fotos de periódicos y las escobas reducidas que había usado a lo largo de los años.
- ¿Qué fue eso? - preguntó Ginny, aun meneando su té.
- ¿Un beso?
- Mamá dice que los besos solo se dan los novios, como ella y papá – obvió Ginny, usando un tono casi de niña.
Neville arqueó una ceja, divertido con el gesto de su esposa, jugueteó con el anillo de plata que adornaba su dedo anular y lo escondió en el bolsillo de la bata a cuadros. Luna llevaba el suyo en el cuello, colgando de un lazo plateado con pequeñas margaritas y Ginny solía atorarlo de su suéter con un imperdible. Para no olvidarlo.
-Supongo entonces que deberé pedirte que lo seas.
-¡No podemos dejar a Luna fuera de esto! – reclamó la pelirroja, que casi pegó un salto hacia la ventana.
-Es cierto, podríamos llamarla.
No había terminado de decir la frase cuando Ginny ya estaba gritando por la ventana, llamando a Luna para que le prestara un poco de su atención, irrumpiendo a mitad de su baile.
Luna la saludó desde fuera, ondeando su bastón de cedro en el aire.
-¡Neville va a preguntarnos algo! – informó, tratando de generar expectativa.
Luna asintió y entró en la casa, el suave pellejo pálido de sus manos estaba tan pegado a sus huesos que eso fue lo único que Neville sintió en cuanto ella sujetó su mano en señal de apoyo.
-¿Y qué es eso tan importante, huh?
-Bueno, me estaba preguntando si querían...- Neville había perdido ya la cuenta de la cantidad de veces que habían tenido que montar ese acto, pero lo haría las que fueran necesarias, al fin y al cabo, Ginny no las recordaba- ya saben, salir conmigo.
-¡Por supuesto que sí! – respondió Luna primero, guardando las lágrimas en sus ojos.
-¡Si! – Ginny sonrió y les plantó un beso en la mejilla a cada uno.
Y luego, como cada vez, corrió a marcar un corazón en el calendario.
-¿Para qué es eso, cariño? – preguntó Neville, ajustándose los lentes de lectura y analizando el calendario, donde al menos un día a la semana estaba marcado con un corazón igual.
-¡Para recordar nuestro primer día de novios, claro!
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Flufftober 2024
FanfictionSiguiendo la dinámica de Es de Fanfics, la página de Facebook, arrancamos con este nuevo reto creativo lleno de fluff y cositas bonitas.