Atardecer

6 1 0
                                    

Severus seguía anclado a la orilla de la playa, lejos de la arena que le molestaba en los bolsillos o entre los dedos. Desde la comodidad de su asiento podía ver el divino toque de naranja, rosa y lo poco que dejaba de violeta el Sol al marcharse. Era precioso y tan poético...

...pero no tanto como brillaba el cabello de Narcissa bajo la luz anaranjada que emanaba del Sol.

Estaba ahí solo para disfrutar de la paz que le había sido devuelta, miraba a Draco correr con sus pantaloncillos de lino blanco, juntando arena húmeda con una cubeta, justo como los niños muggles hacían.

Odiaba el Sol y la arena y el sonido de las olas que chocaban con las rocas, produciendo un alarido espantoso de las gaviotas. Odiaba lo roja que su piel se volvía al contacto con la radiación y se enfadaba por comer tan cerca del mar, donde todo era salado.

Pensaba en como la gente se remojaba en la misma agua donde las ballenas y tiburones parían, donde los desechos humanos descansaban y a donde los cadáveres de especies desconocidas encontraban su reposo. Pensaba en la enorme cantidad de bichos y fluidos que recorrían el océano. Pero no tanto como pensaba en Lucius que se dejaba arrastrar por las olas.

La vida no era perfecta, jamás lo sería, pero al menos era suya de nuevo. Se pertenecía a sí mismo luego de mucho tiempo y esa integridad era algo que nada iba a arrebatarle nunca más. Ni siquiera estos incómodos viajes en familia. 

Flufftober 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora