Capítulo siete

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Loid sabía que cuando abrió sus ojos al despertar, no sería un buen día, porque aparte de su celo, algo lo tenía ansioso, desesperado y no era muy normal en él.

—Yuri...— había salido de su habitación con bastante cuidado de no liberar una cantidad excesiva de sus feromonas, ¿él buscando al alfa?, parecía una broma.

Encontró a su esposo acostado en el sofá demasiado tranquilo, mirando seguramente las noticias en la televisión y completamente relajado en su día libre. Se acercó hasta él y ni siquiera lo dudo para acomodarse arriba suyo.

El alfa lo observó con bastante curiosidad, sintió levemente el olor del celo de su omega pero ni siquiera se inmutó.

—¿Estás bien? — se decidió a preguntar mientras intentaba sentarse en el sofá y acariciaba levemente la cintura del más bajo.

—Mmh...

—Loid, ¿Sucede algo? — notó la cercanía de sus rostros pero necesitaba contenerse, aunque mirándolo de aquella forma, su instinto le pedía atacar en ese momento.

El omega no dudó demasiado para terminar juntando sus labios, el alfa correspondió inmediatamente mientras sujetaba con fuerza su cintura.

—Alfa...— su aroma comenzó a expandirse aún más, rodeando al azabache quien comenzaba a besarlo con más fuerza.

Los jadeos, súplicas y placer no tardaron demasiado en hacerse presentes, porque el rubio no dejaba de rogarle al ojirubi quien parecía querer controlarse y fallaba en el intento.

Lo que dejó algo desconcertado al alfa fue ver a su omega pedir aún más, como si no le hubiera sido suficiente. Aunque intento negarse, observar la manera en la que se encontraba su esposo, lo excitaba enseguida.

En algún momento Loid logró agotarse y quedó profundamente dormido, Yuri simplemente se fijaba en él mientras acariciaba su mejilla.

—¿De dónde tienes tanto aguante? — preguntó como en un susurro, luego de tres rondas el ojiverde había caído rendido, suponía que era por el celo.

Al día siguiente las cosas se tornaron algo tranquilas, Loid solo lo buscaba para relajarse con sus feromonas, aunque en algún momento fue arrinconado mientras comenzaban a besarse.

Yuri no entendía si se trataba de uno de sus tantos sueños sexuales con su esposo o si era la realidad, ya que dejarlo dominar de aquella forma, parecía completamente una broma.

El alfa miraba su celular de reojo cada 5 minutos, ningún insulto, comentario o queja de parte de su marido, solo recordaba que esta mañana el omega parecía haber despertado completamente bien y lo echó de la casa para que vaya a trabajar, ¿algo andaba mal?

Su celular comenzó a vibrar con fuerza, al principio decidió ignorarlo pensando que eran notificaciones sobre alguna noticia o algo parecido, pero el sonido seguía y seguía, cuando se optó por agarrarlo notó que era su esposo.

—¿Loid...? — había contestado la llamada con cierta curiosidad al escuchar un suspiro a través de la pantalla.

Ven...por favor...— Yuri jamás hubiera pensado que su cuerpo reaccionaría rápidamente ante tal suplica.

Podría decir que cuando llegó a su hogar y se dirigió hacía la habitación del ojiverde, su vista se nubló en un santiamén y su alfa interior tomó completamente el mando de la situación, debía complacer lo que le pertenece.

—Loid...iré por tus supresores.

—¡Estoy consciente! — sus piernas temblaban levemente, sus mejillas estaban sonrojadas y solamente pedía por más, apenas iban por la segunda ronda, ¿por qué tanto drama?

—Debes descansar, ¿Sí?

—Alfa idiota, llename una ves más y deja de molestar — abrió sus piernas en la cama dejando ver como el semen caía de su entrada, Yuri acababa de perder la poca cordura que le quedaba.

Yuri comenzaba a dudar sobre si debería utilizar un condon o no, porque parecía que los pocos días que le quedaban de celo a Loid, serían exactamente iguales.

Aunque digamos que cuando quiso colocarselo fue arrancado de sus manos y tirado en cualquier lugar de la habitación mientras escuchaba gruñidos de clara molestia.

Cuando la semana logró acabar, la vergüenza era clara en el rubio, porque había sido claramente consciente de todo, pero su omega interior había tomado demasiado el control.

—Nos vemos, regreso en la noche — se despidió el azabache de su esposo con un beso en su mejilla quien se encontraba en el sofá mientras miraba las noticias y comía helado.

—Adiós...— logró susurrar mientras desviaba su propia mirada con clara vergüenza, ni siquiera sabía que debería decir en una situación así.

Los días pasaban de manera lenta, su trabajo había comenzado a estresarlo por varías razones, su jefe parecía ser completamente un inútil en aquellas situaciones que simplemente descartaron a los Briar sin preguntarle nada.

—Twilight, ¿Qué opinas sobre...?

—Cállate, Frankie — gruñó en señal de molestia mientras el nombrado se iba de su oficina. Tener que empezar desde el principio, buscando cualquier señal para no enredarse con la poca información que tenía, sería un grave problema. Quería matar a alguien en ese momento, ¿por qué ni siquiera le habían dicho nada sobre el repentino giro a la investigación?

La puerta se escuchó ser golpeada, simplemente intentó ignorar y seguir con lo suyo pero se volvieron más insistentes y tuvo que hablar para que quien sea entrara.

—Loid.

—Sylvia, ¿Necesitas algo?

—Es el señor Briar — se fijó de manera sería en el rubio quien al principio había hecho una mueca pero al notar la situación su rostro se tenso.

—¿Sucedió algo...?

—Si, era mejor decírtelo personalmente.

—Sylvia, ¿Le sucedió algo a Yuri?

—¿Qué?, no, agarraste mi teléfono en ves del tuyo y tu esposo no a dejado de llamar, es algo desesperante — observó en el agente que parecía algo aliviado y confundido sobre eso.

—Lo siento, debí tomarlo sin darme cuenta — buscó entre sus archivos el dispositivo hasta lograr encontrarlo y dárselo.

—Investigué más a fondo a tu esposo, quería asegurarme de que sea un buen alfa para ti.

—¿Qué?

—Solo es un oficial, no debes preocuparte por nada más. Mejor hay que concentrarnos en un nuevo plan, es lo mejor.

—Supongo. Pero quisiera seguir recolectando un poco más de información.

—¿Sucedió algo?

—Encontré una libreta con varios números abajo de una madera en el baño— sus ojos simplemente lograron desviarse hacía el piso mientras mantenía su seriedad —No eran cuentas, ni deudas, estaba en ruso de todas formas.

—Loid, ¿Estás seguro?, es evidente que has comenzado a desarrollar sentimientos por él, si sigues investigadolo podrías herirte otra ves.

—Soy un espía, Sherwood, debo mantener a mi hija con vida y segura. No puedo dejar que nada malo le suceda, ¿Queda claro?

—Si necesitas ayuda con algo, solo dímelo — fue su última palabra para irse de la oficina, dejando al omega solo.

—No es nada, ¿Verdad...? — preguntó casi al aire mientras se fijaba en el escritorio, había estado intentando descifrar lo de aquella libreta, ya que no solo estaba en ruso, también estaban en códigos algo extraños —No eres un agente, ¿cierto? — mordió levemente su labio mientras sentía un leve nudo en su garganta, seguramente era una de esas bromas raras que hacía con Anya mientras inventaban un nuevo juego, rogaba que sea eso.

Querido omega Donde viven las historias. Descúbrelo ahora