IV

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 Me lo quitaste todo. Robaste mi pasado, me arrancaste el presente y bebiste hasta la última gota de futuro que pudiste. Me extirpaste incluso el placer de ser yo quien te matara. Porque eras el mismísimo demonio y, con tal de no permitirme hallar felicidad, te fuiste bajo tus propias artimañas.

Mi puñal tiene sed de tu sangre tibia.

Te odio. Realmente te odio. Cuanto más te pienso, más te odio.

Quiero aferrarme a ello tanto como me sea posible, aunque me asusta saber que, a medida que las escenas de nuestra vida me envuelvan, volveré a amarte.

No puedo permitirlo.

Siempre soñé con matarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora