Déjame asesinarte con palabras.
Tú mataste mi alma, no mi cuerpo. Yo quise matar tu cuerpo y no lo permitiste. Sospecho que tu alma es inmortal y que sigue adentro mío, tratando de comerse cualquier vestigio de humanidad que me quede.
Vete. No a medias, sino por completo. Desaparece. Deja que, al menos, te olvide. Ruego que al acabar esta carta el fuego queme los recuerdos de tu existencia y del tiempo en el que vivimos bajo el mismo techo. Ya no tolero el veneno de tu enfermizo cariño recorriendo mis venas.
ESTÁS LEYENDO
Siempre soñé con matarte
HorrorEsta carta es una oda a lo que fuimos, a lo que somos, a lo que pudimos ser y a lo que jamás seremos. Es mi manera de deshacerme de las hilachas descosidas del infierno en el que vivimos por tantos años. Porque te amé. Porque te odié. Porque aún hag...