Estoy esperando a Nagisa, a mi querido Nagisa, a mi adorable Nagisa, a mi achuchable Nagisa... Bueno, pues eso, que estoy esperándolo para comer. Aunque en realidad lo que quiero es comérmelo a él, y además es lo que pienso hacer. Y nadie podrá impedirlo, si alguien lo intenta, me lo cargo. Así que aquí estoy yo, sentado en la hierba pensando posiciones en las que poner a mi nada yandere novio cuando veo una figura humana, digo yo, acercándose. Al principio creo que es Nagisa, tan puntual como siempre, pero conforme se acerca me doy cuenta de que no es él. Ese pelo teñido... Asano, ¿quién si no?
- ¿Qué tal, Akabane?
- Piérdete.
- ¿Prefieres estar solo que conmigo?
- Más vale solo que mal acompañado.
- Que susceptible...- suspira-. ¡A por él!
De pronto, un grupo de diez hombres aparece de la nada y me agarra. ¡¿De dónde diablos han salido?! ¡¿Por qué no había notado su presencia?! Trato de soltarme de su atadura, pero me tienen bien sujeto por las extremidades y la cadera. Intento gritar, sin embargo, uno de esos bastardos asquerosos consigue amordazarme. Miro al capullo de Asano sin dejar de revolverme, voy a matarlo, ¡¿quién se cree para hacerme esto?!
- ¡Qué guapo estás, Akabane!- dice ese mamón con complejo de mí-. Tan sumiso... Tan apetecible...
Y va y se relame la boca. Ahora sí que me lo cargo, ¡me está violando con la mirada! Intento gritar a pesar de la mordaza, me siento como un tiburón hambiento y necesito matar a este tío cuando antes para saciarla.
- ¿Qué dices? No te entiendo- se burla de mí el bastardo teñido este-. Chicos, lleváoslo.
Los hijos de puta, hablando claro, me trasladan hasta una cabaña bastante alejada del edificio principal. No parece vieja, es como... ¡No me encuentro en situación de describir la jodida cabaña! ¡Coño! ¡Joder! ¡Que este cabrón quiere violarme! Me meten dentro. En el centro hay tan solo una silla; me sientan en ella y me atan los pies a las patas, y las manos tras el respaldo. Joder, como aprietan los mamones... Me quitan la mordaza. ¡Al fin puedo maldecir en paz!
- Cabrón asqueroso, bastardo malnacido, aborto fallido- mascullo yo-. ¿Qué quieres hacerme?
- Menuda lengua... ¿No lo adivinas tú solo, Akabane? Vosotros, desapareced.
Los malditos que me trajeron hasta este lugar se largan y nos dejan solos. Vale, me duele admitirlo, pero temo por mi culo ahora mismo. Lucho por que ese miedo no se refleje en mis ojos, por Dios, que no se vea en mis putos ojos.
- ¿Tienes miedo, Akabane?
Mierda.
- Más quisieras, y ahora suéltame antes de que sea demasiado tarde.
- ¿Demasiado tarde para qué?
- Oh, vamos. Puedo matarte y lo sabes.
- ¿Ah sí? Enséñame cómo me matas- me reta acercándose a mi persona.
- No me toques.
Pero ese capullo hijo de su puto padre el director ignora mis palabras y se lanza sobre mí como si fuera un tigre; aunque el naranja de los tigres es natural, no como el suyo. Sin embargo, el horrible tinte de Asano no es lo importante. No me jodas, ¡que me está desabrochando la camisa!
- He dicho que no me toques.
Nada, sigue pasando de mí como de la mierda más absoluta. Me revuelvo, me estoy muriendo del asco.
- ¡Que dejes de tocarme!
Él se ríe ante mi grito. Echa hacia atrás mi chaqueta y mi camisa, dejando al descubierto mi cuerpo todo lo posible. Vuelve a relamirse, otra vez esa asquerosa mirada violadora.
- Ni te atrevas.
- Tranquilo, Akabane, pronto estarás disfrutándolo.
- Eres un hijo de puta.
- Pues ahora verás cómo folla un hijo de puta.
Ataca mis pezones y coloca sus manos en mi cadera, clavando en mi piel sus uñas. Es nauseabundo, me dan ganas de vomitar sobre él en este mismo instante.
- Para... ahora mismo...
- ¿Estás seguro de que eso es lo que quieres, Karma?
- No tienes derecho a llamarme por mi nombre.
Suelta una sonora carcajada y ataca violentamente mi pene. ¡Esa zona es solo mía! ¡Y de Nagisa! Mierda, Nagisa... En cuanto me acuerdo de él, mi resistencia se hace más fuerte.
- ¿Qué pasa? ¿No te gusta que te toque aquí?
Comienza a manosearme ahí abajo. Me esfuerzo por no dejar escapar un gemido de mi boca, pero joder... soy muy sensible en esa zona, como todos los hombres, y un leve quejido de ¿placer? ¿Asco? ¿Ambos? Logra salir de mis labios.
- ¿Ves? Ya estás disfrutando.
- Más quisieras...
Se ríe de nuevo, ¡¿por qué coño se ríe tanto?! Y después... trata de comerme los morros. ¿Tan desesperado está? Da igual, esta es mi oportunidad para darle una lección: le sigo el juego, me hago con el control de ese asqueroso... no quiero llamarlo beso, y cuando nos separamos muerdo su labio inferior hasta hacerlo sangrar.
- ¡¿Qué demonios te pasa?!
Escupo.
- Eres absolutamente asqueroso, por no mencionar que estás intentando violarme.
- Pues ahora experimentarás lo que es una auténtica violación.
- No te atreverás.
¡Nagisa! Nunca me había alegrado tanto de verle. Tiene un cuchillo puesto en el cuello de Asano y una sonrisa dibujada en su rostro, está muy enfadado.
- ¿Qué te crees que haces? ¿Quién te crees que eres para tocar algo que no es tuyo?
- S-Shiota, esto es peligroso, no deberías...
- Cállate y contesta- dice mi pequeño asesino apretando más el cuchillo contra la carne del bastardo hijo del director-, a no ser que prefieras morir.
- N-No serías capaz de matarme.
- ¿Quieres probar?
- S-Shiota, p-por favor. L-Lo siento, ¡lo siento!
Nagisa le hace un pequeño corte en el cuello al señorito soy-rico-pero-no-tengo-para-comprar-un-buen-tinte-pelirrojo y lo libera.
- Márchate. Y como vuelvas a tocar a a Karma, te haré algo más que un cortecito.
El capullo de Asano se larga corriendo. Ese es mi querido asesino.
- Oh, Karma- suspira Nagisa dejándose caer sobre mí-. Los virtuosos se abalanzaron sobre mí, cuando me libré de ellos y llegué allí, no te vi. Me preocupé, me entró tanto miedo cuando vi a esos hombres; hablaban de ti, decían que Asano iba a hacerte daño, me asusté tanto...
- Gracias, gracias, mil gracias- le digo besuqueando su cabeza-. Te quiero tanto, mi precioso asesino.
- Y yo a ti, mi querido psicópata.
- Pero, te querría mucho más si me desataras.
- Disculpa- dice besando mis labios.
Dios. Esa boca sí que tiene un sabor delicioso, delicioso y adictivo. Nagisa se levanta y deja libres mis extremidades, que gusto esto de la libertad. Nada más sentirme exento de mis ataduras, tomo a mi adorable salvador por la cintura y devoro sus labios.
- ¿Qué tal si nos vamos a mi casa y nos saltamos las clases de mañana?
- Que gratuito lo de la clase, ¿no?
- Bueno, ese cabrón ha tenido los cojones de tocarme con sus sucias manos.
- Ya veo, ¿así que tengo que limpiarte?
- Exactamente, y va a llevarte muchas horas.
- Y acabaré muy cansado, ¿no?
- Que lúcido estás hoy.
- ¿Por qué será?- dice acercándose más a mí-. No permitas que vuelvan a tocarte, eres de mi propiedad. Y ya sabes que no me gusta que toquen lo que es mío. Si alguien te pone la mano encima de nuevo, lo mataré.
- Lo mismo digo- comento besándole otra vez-. Gracias por salvarme, pequeño.
- Cuando quieras.
Lo abrazo con fuerza. Joder. Cuando estoy con él, mi faceta tierna despierta. Podría resultar un problema si alguien lo descubre. Meh, si eso sucede, lo mato y arreglado.
- Nagisa.
- ¿Qué pasa?
- Límpiame ahora mismo, no puedo esperar.
- ¿Acaso el intento de violación de Asano te ha excitado?
- No, tu sed de sangre me ha excitado.
- Sádico...
- Te encanta y lo sabes.
- No he dicho lo contrario.
Otro beso. Otro abrazo. Y el momento de olvidar cómo ese bastardo malnacido casi me viola llega. Parece que al final, sufrir los nauseabundos toqueteos de Asano ha tenido su recompensa, una gran recompensa.