Hoy, 12 de septiembre de 2024, es mi primer día de universidad en el Erasmus. Aitor, mi compañero de cuarto, y yo salimos de la habitación temprano y nos dirigimos al comedor para desayunar. El comedor estaba lleno de estudiantes con bandejas, algunos conversaban animadamente mientras otros apenas despertaban, aún adormilados frente a sus cafés. Tomamos una mesa cerca de la ventana, desde donde se podía ver el jardín de la residencia. El sol de la mañana se filtraba a través de las hojas de los árboles, proyectando sombras juguetonas en las paredes. Después de desayunar, salimos de la residencia y comenzamos a bajar la única cuesta que nos separa de la Facultad de Informática.
El camino estaba flanqueado por árboles que comenzaban a mostrar los primeros indicios del otoño, con hojas amarillas y rojizas cayendo al suelo. El aire era fresco, casi con un toque salado que me recordaba lo cerca que estábamos del mar. A medida que nos acercábamos a la facultad, mi estómago comenzó a revolverse de nervios. No era solo el primer día de clases, era el comienzo de una nueva vida en una ciudad desconocida, en un país que, a pesar de tener algo de familiar por mis raíces, me resultaba extraño.
Al entrar en la Facultad de Informática, lo primero que me llamó la atención fue la amplitud del edificio. Las paredes blancas, las grandes ventanas que dejaban entrar la luz natural y el constante murmullo de estudiantes por los pasillos creaban un ambiente acogedor pero lleno de energía. Todo parecía nuevo y prometedor. Me sentía emocionado, pero también nervioso por lo que me esperaba. ¿Estaría a la altura? ¿Sería capaz de seguir el ritmo en las clases en otro idioma?
Aitor, por su parte, parecía bastante tranquilo. Su experiencia de un año en Donosti le daba una seguridad que yo envidiaba. "No te preocupes", me dijo al notar mi expresión de duda, "los primeros días suelen ser un poco caóticos, pero te acostumbrarás rápido". Intenté relajarme y le devolví la sonrisa.
Nos dirigimos al aula donde tendría mi primera clase. Mientras caminábamos por los pasillos llenos de estudiantes de diferentes nacionalidades, noté la diversidad de las personas que nos rodeaban. El Erasmus atraía a gente de todas partes del mundo y, en ese momento, me di cuenta de que no estaba solo en mi experiencia; muchos estaban en la misma situación que yo, comenzando su aventura universitaria en un entorno nuevo. Ese pensamiento me reconfortó un poco.
Llegamos al aula, y Aitor me dio un amistoso golpe en la espalda antes de separarnos. "Suerte, tío. Nos vemos luego." Me despedí de él y entré en el aula. Las sillas ya comenzaban a ocuparse, pero encontré un lugar libre en la parte media. Me senté, saqué mi portátil y cuaderno, y me preparé para la clase. El profesor aún no había llegado, así que aproveché para observar a mis compañeros, preguntándome cómo serían las clases aquí en Donosti, si serían muy diferentes a lo que estaba acostumbrado en Roma.
Después de la primera clase, recogí mi portátil y cuaderno justo cuando Aitor apareció frente a mí, con su sonrisa habitual.
"¡Tío!, ¿qué tal la primera clase del año?" me dijo mientras se colocaba a mi derecha y pasaba el brazo detrás de mi hombro. Salimos juntos del aula y caminamos hacia las escaleras.
"Tremenda chapa", le dije, medio riendo, "se ha tirado como treinta minutos hablando solo sobre la importancia de una buena fuente de alimentación en los ordenadores."
Aitor soltó una carcajada mientras comenzábamos a subir las escaleras hacia la siguiente clase. "Ya, pero qué le vamos a hacer. Yo me he pasado toda la clase jugando al LoL", confesó, sin una pizca de vergüenza.
"¿En serio? Para nada te he visto jugar", le respondí, intentando sonar irónico pero no pudiendo evitar reírme.
"¡Qué gracioso eres!", respondió riendo también. "La próxima clase de componentes te sientas en la silla de al lado y jugamos juntos, ¿quieres?", me propuso con una sonrisa traviesa mientras entrábamos en el aula de matemáticas.
"¿Por qué no nos sentamos juntos todos los días en todas las clases?", le sugerí mientras buscábamos asientos en la segunda fila.
"¡Vale!, y así jugamos unas partidas los dos juntos", respondió Aitor mientras sacaba su portátil y lo colocaba encima de la mesa, preparándose para, probablemente, otra sesión de juego encubierto.
La clase de matemáticas comenzó poco después. El profesor, un hombre de mediana edad con gafas y una chaqueta de lana azul, se presentó rápidamente y pasó a la materia del día: ecuaciones diferenciales. Mientras trataba de seguir el ritmo de las explicaciones, me di cuenta de que, aunque las matemáticas siempre habían sido mi fuerte, la jerga técnica y las rápidas explicaciones en español requerían toda mi concentración.
Aitor, en cambio, parecía completamente despreocupado. De vez en cuando, lo veía lanzando miradas a su pantalla, claramente inmerso en algo que no tenía que ver con matemáticas. Intentaba ser discreto, pero yo sabía perfectamente lo que estaba haciendo.
"Venga, tío, ¿no piensas tomar apuntes?", le susurré en tono de broma.
"Lo tengo todo en la nube, tranquilo", me contestó con una sonrisa, sin apartar los ojos de su portátil. Yo negué con la cabeza, pero no pude evitar reírme ante su total desinterés.
Al salir de clase, Aitor me propuso algo que hizo que mi día mejorara considerablemente. "Oye, ¿te apetece conocer algunos sitios poco conocidos de Donos? Estoy seguro de que no has estado. Siempre es bueno relajarse un poco después del primer día de clase", me dijo mientras se sacudía el cabello al viento.
"¿Donos?, que es eso" dije incrédulamente
"Donosti anda que te cuesta eee" me contestó de forma bromista
"¡Vale! ¿Y a dónde vamos?", le contesté con ilusión. La idea de explorar mi nuevo entorno con alguien que ya conocía bien la zona me emocionaba.
Aitor sonrió de manera misteriosa provocándome una sensación de inseguridad . "Ya lo verás. No te preocupes, te va a encantar". Y así, comenzamos a caminar hacia la salida de la facultad, listos para descubrir qué aventuras nos esperaban en los rincones más ocultos de Donosti.
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Bajo el mismo cielo
RomanceDurante su año de erasmus en España, Archie vive una experiencia inolvidable con la hermana de su mejor amigo español. Pero que pasará cuando su año de erasmus acabe? Seguiran juntos? o tendran que dejarlo?. Captituo nuevo cada miercoles