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El tren avanzaba con lentitud, deteniéndose en cada estación mientras la gente subía y bajaba con normalidad. Yo me mantenía sentado en mi lugar, observando a través de la ventana, con la mirada perdida mientras mis audífonos reproducían la misma canción una y otra vez.

De pronto una pequeña lágrima se deslizó por mi mejilla; suspiré sintiendo el aire atascarse en mi pecho y más lágrimas formarse en mis ojos color esmeralda.
No podía evitar pensar en ello, cada vez que cerraba los ojos, podía recordar aquellas imágenes;
mi esposo, aquel hombre al que amaba con toda mi alma, engañandome con mi mejor amiga, a la que consideraba como mi hermana.

Las imágenes de ellos juntos atormentaban mi mente y golpeaban en lo más profundo de mi alma, haciéndome sentir miserable y derrotado.
No comprendía cómo o por qué había pasado y me ahogaba con mis propios pensamientos, tratando de pensar en los motivos por los cuales estaba sucediendo todo eso, sin embargo por más que daba vueltas al asunto no lograba encontrar las razones para haber sido traicionado de esa forma por dos de las personas más importantes en mi vida.

Como en trance, me levante del asiento y me detuve frente a la puerta del tren, al abrirse las puertas salí y camine a lo largo de la estación mientras la gente a mi alrededor iba y venía, totalmente ajena a mis propios pensamientos. Salí de la estación y camine por la calle con total normalidad, pasando por el hermoso parque lleno de árboles, donde los niños corrían y gritaban.
Mis pasos eran lentos y suaves, casi como si de forma inconsciente tratara de retardar mi regreso a casa. Cuando llegue a la puerta, me quedé de pie un momento, suspiré pesadamente y con suavidad metí la lleve para girarla. Entre con paso lento, avanzando por la casa completamente vacía y silenciosa hasta llegar a la habitación.
De forma suave me quite la corbata, la camisa, el cinturón, los zapatos y finalmente los pantalones con todo y la ropa interior, luego camine hasta el baño y me metí a la regadera, dejando que el agua caliente cayera sobre mis rizos verdosos y limpiará mi cuerpo. Estuve ahí durante un largo rato, deseando que el agua se llevará consigo todas mis penas y mis pensamientos, cuando me sentí un poco mejor, cerré la llave y salí, me seque con una toalla para luego caminar hasta el armario y sacar una pijama cómoda.
Una vez que estuve vestido, camine hasta la cocina, comencé a sacar ingredientes del refrigerador, a picar y preparar todo para la cena de la misma forma que lo había hecho los últimos dos años.
Poco antes de que terminara de preparar la cena, escuché desde la cocina como se abría la puerta principal, los pasos pesados a través de la casa y finalmente como se detenían en el umbral de la cocina.
Yo suspiré y de forma suave sonreí girandome para ver a mi esposo.

-Hola Kacchan-

Sol y LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora