Cap 4: "El precio de la verdad"

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Stanford Pines no había sido el mismo desde el último encuentro con Bill Cipher. Sus pensamientos se habían vuelto caóticos, como un rompecabezas cuyas piezas no encajaban, pero lo peor era que había una parte de sí mismo que no podía ignorar. El eco de las palabras de Bill seguía resonando en su mente.

"Eres la única persona que... realmente me importa."

¿Cómo podía ser eso cierto? Después de todo lo que había hecho, de todas las veces que había tratado de destruir su mundo, de corromper su mente. No podía ser real... pero lo había visto en el ojo de Bill, esa chispa de algo más profundo, algo que no era solo manipulación.

Ford se encontraba en su estudio, rodeado de libros y artefactos, intentando concentrarse, pero su mente volvía una y otra vez a lo mismo. Había algo en el modo en que Bill lo miraba, en la forma en que lo conocía. A pesar de su naturaleza destructiva, Bill Cipher había visto en él algo que nadie más veía.

El laboratorio se sumía en un profundo silencio cuando, sin previo aviso, las luces comenzaron a parpadear de nuevo. Ford se tensó. Sabía lo que venía.

—¿Estabas pensando en mí, Fordsy? —La voz familiar de Bill resonó por la habitación antes de que su forma triangular emergiera de las sombras—. Me gusta pensar que, después de todo este tiempo, al menos me he ganado un rinconcito en tu brillante mente.

Stanford cerró los ojos por un segundo, intentando calmar la tormenta que se había desatado en su interior.

—Sabes que no puedes aparecer cuando quieras —dijo con dureza, pero incluso él sentía que sus palabras eran vacías.

Bill flotó lentamente hacia él, su ojo fijo en los de Ford, analizando cada una de sus expresiones.

—Oh, pero siempre lo hago, ¿no es así? —respondió Bill, su voz cargada de una dulzura perversa—. Porque, Ford, me necesitas tanto como yo a ti.

—¡Eso no es cierto! —Ford alzó la voz, intentando imponer una firmeza que no sentía—. No necesito a nadie, y mucho menos a ti.

Pero Bill no retrocedió. De hecho, flotó más cerca, rodeando a Stanford con esa energía inquietante, casi envolviéndolo.

—¿Estás seguro? —susurró Bill, su tono suave y casi hipnótico—. Porque me parece que, últimamente, no has dejado de pensar en mí. Te conozco, Ford. Conozco tu mente mejor que nadie. Y aunque no quieras admitirlo, sabes que lo que sientes va más allá del odio o el miedo.

Ford tragó saliva. Bill tenía razón en algo: nunca había dejado de pensar en él. No era solo la amenaza de lo que podía hacer, sino algo más profundo. Algo que había estado negando por tanto tiempo.

Bill flotó delante de él, su único ojo brillando intensamente.

—No tienes que seguir fingiendo. Puedes admitirlo, Fordsy. Admite que soy más que una molestia en tu vida. Admite que hay algo más... algo que te atrae hacia mí, como yo me siento atraído hacia ti.

Ford retrocedió un paso, su respiración acelerada. Cada palabra de Bill golpeaba con una verdad que no quería aceptar. Pero lo sentía. En lo profundo de su corazón, algo lo conectaba a Bill de una forma que no podía explicar.

—No sé de qué estás hablando —susurró Ford, con la voz entrecortada—. Eres solo un demonio. Un monstruo. Nada más.

Bill dejó escapar una risa suave, pero no había burla en ella esta vez. Era una risa casi comprensiva.

—Siempre tan racional, Ford. Pero, ¿qué pasa con lo irracional? —Bill flotó más cerca, ahora lo suficientemente cerca como para que Ford sintiera el aire cambiar—. ¿Qué pasa con lo que no puedes controlar? Porque sé que sientes algo por mí, incluso si no lo entiendes.

Stanford cerró los ojos con fuerza. No podía ser verdad. No podía estar sintiendo esto por una criatura tan peligrosa, tan impredecible. Pero, en el fondo, algo se removía, algo que había estado negando por demasiado tiempo.

—Esto... esto es solo otro truco —dijo Ford, aunque su voz carecía de convicción—. Intentas confundirme, manipularme.

Bill se rió suavemente de nuevo, su ojo brillando con un destello más suave, casi... ¿cariñoso?

—Fordsy, si quisiera manipularte, no lo haría de esta forma. —El tono de Bill era casi susurrante ahora, lleno de una extraña calidez—. No soy como los humanos, pero incluso yo sé lo que es el interés... lo que es sentir una conexión. Y tú, Stanford Pines, eres la única criatura que me ha hecho sentir algo parecido.

Ford abrió los ojos lentamente, mirando directamente a Bill. No había burla en su mirada, no esta vez. Era una verdad cruda y directa. Algo que lo aterraba más que cualquier amenaza física.

—¿Por qué yo? —preguntó Ford, casi sin aliento.

Bill flotó frente a él, mirándolo con una intensidad que nunca había visto antes. El caos que normalmente brillaba en su ojo parecía haberse apaciguado, dejando solo una quietud extraña.

—Porque eres diferente a todos los demás, Ford. Me has enfrentado, me has desafiado, me has intrigado. Ninguno de los otros seres que he conocido ha hecho eso. Nadie me ha mantenido tan... entretenido como tú. —Bill inclinó su figura un poco hacia él—. Y aunque no lo quieras admitir... tú también lo sientes. Lo veo en ti.

Ford sintió cómo su corazón latía más rápido. Quería negarlo, quería gritarle a Bill que estaba equivocado. Pero, en lo más profundo de su ser, sabía que había una parte de él que siempre había estado intrigada por Bill. Una parte que, a pesar de todo el caos, encontraba en él algo único. Algo que nunca había sentido con nadie más.

Con un suspiro tembloroso, Ford bajó la cabeza.

—Esto no debería estar pasando... —susurró, casi para sí mismo.

Bill flotó más cerca, inclinando su figura hasta que quedó justo frente a él.

—Pero lo está, Fordsy. —Bill extendió una mano ilusoria, como una invitación—. Y no hay nada de malo en ello. Después de todo, no puedes luchar contra lo inevitable.

Stanford levantó la mirada, encontrando el ojo de Bill. Una lucha interna se desató dentro de él, una batalla entre la razón y el corazón. Sabía lo peligroso que era Bill, sabía lo que representaba... pero también sabía que sus propios sentimientos estaban cambiando. Lentamente, Ford se permitió reconocerlo.

—Tal vez... tienes razón —admitió en un susurro, sus palabras llenas de una mezcla de miedo y alivio—. Tal vez siempre hubo algo... algo que no quise aceptar.

Bill se quedó flotando frente a él, su ojo brillando con una luz suave y extraña.

—*Ah, Fordsy... No sabes lo mucho que he esperado oírte decir eso.* —Su tono era casi afectuoso, algo que Ford jamás habría creído posible.

Stanford, con el corazón latiendo rápido, miró a Bill, finalmente permitiéndose aceptar lo que había estado ocultando durante tanto tiempo. Había algo entre ellos, algo que iba más allá de la lógica, más allá de lo que podía comprender.

Y por primera vez en mucho tiempo, Ford no intentó luchar contra ello.

...









¡HELLOOOO MIS AMOREES! Aquí está el Cap 4 para que lo disfruten. ❤️❤️
En un rato más subo el Cap 5. Créanme que este el Cap 5 va estar buenísimo jajaja (bueno para mi, no sé para ustedes) espero que no tenga un contratiempo y no les pueda subir el Cap 5 hoy. :[

Un amor.. ¿verdadero?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora