Capítulo #1

24 2 0
                                    

Un atardecer.

El ruido proveniente de mi celular me hace pegar un respingo sobre la cama, miro a todos lados con el corazón martillándome en el pecho, a punto de salírseme. En cuanto caigo en cuenta de la hora —por el reloj sobre la mesita de noche— me pongo de pie de golpe y observo mi reflejo en el espejo. Mi cabello apunta hacia todas las direcciones, las ojeras bajo mis ojos son más notables que de costumbre —porque sí, todo el tiempo tengo ojeras— y por supuesto, el marcador de pestañas hecho un total desastre.

Parezco un mapache con este aspecto. Gracias que frente a la cámara no me veo así, sino me funarían la vida entera. Agarro el cepillo y peino mi cabello rápidamente. De esta forma probablemente termine quedándome calva pero tengo que mover el culo sino quiero llevarme un regaño de Aiko.

Aiko es mi mánager, la única que accedió a ayudarme. Porque sí, era un desastre andante. Bueno, no es como que haya dejado de serlo pero me he estabilizado un poquillo. Recojo mi cabello en una coleta alta y uso la bandana para evitar posibles accidentes. Me lavo la cara de la peor manera —me faltó bien poco para arrancarmela— y salgo corriendo del baño como un rallo.

Estando a punto de terminar mi skincare, entra Aiko como una loca desquiciada, a punto de querer lanzarme por el balcón y partirme la nuca. Mis ojos se abren como platos y reprimo los labios como si tratara de no dejar escapar un peo.

—¡¿Por qué demonios sigues sin estar lista?! —comienza a chillar—¿Te has dado cuenta de la hora que es? ¡Y tú ni siquiera estás vestida!

—Me he quedado dormida, ¿okey? Ayer nos dormimos bien tarde —trato de justificarme pero, obviamente, a ella no le importa nada.

—¡Basta! No trates de justificarte porque eso conmigo no funciona —y claro que no—, así que apresúrate o tus vecinos terminarán viéndote volar por ese balcón.

Sin dejar que argumente una palabra más, sale de mi habitación con un tirón de puerta que por poco hace que se derrumbe todo el departamento. Y vaya que veía venir la escenita. Ella siempre ha soñado con verme volar por ese balcón, y evidentemente nunca ha podido porque tengo la habilidad de estar lista en menos de cinco segundos —aunque ella tenga que terminar todo el trabajo—, y porque si "algún día" se le presentara la oportunidad, no me mataría porque soy Spider-Man.

Abro la puerta con entusiasmo cuando me encuentro con su rostro cargado de seriedad absoluta. La sonrisa en mis labios desaparece en cuestión de segundos y me enserio antes de llevarme una siguiente escenita. Aiko es asiática, aunque fue criada en España y ahora vive aquí en Cuba por mi carrera, y claramente la suya.

Sí, soy influencer cubana. Mis padres viven en España recientemente, anteriormente vivieron ocho años en Estados Unidos. Yo, tengo diecinueve años y desde muy pequeña siempre he tenido claro lo que quiero en la vida. Me encanta la vida lujosa, restringida y famosa. Mi personalidad es muy parecida a la de Aiko, por eso tal vez hemos sobrevivido juntas por dos años completos.

Quizá se pregunten si su aspecto llama mucho la atención aquí, y la respuesta es que sí, obviamente sí. Y no es que nunca hayan visto una persona asiática, sino que tienen una cultura muy diferente a la nuestra y no suelen venir acá. Aiko todavía no logra acostumbrarse a nuestra cultura, mucho menos a nuestra comida, así que me tomo sus acciones como un acto de sacrificio por ayudarme y ayudarse. Nuestros objetivos son mutuos y eso me pone feliz en partes iguales.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 10 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Una última oportunidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora