A fuego lento

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Marta de la Reina no recordaba la última vez que había respirado paz en su propia casa.

Hacía tiempo que su hogar había dejado de serlo para ser simplemente una casa donde pasaba las noches sintiéndose una extraña entre las máscaras que escondian el verdadero ser de sus familiares, los mismos que no habían dejado de darle problemas en las últimas semanas. La familia de la Reina iba de un problema a otro mucho peor sin descanso, llevandose consigo cualquier atisbo de paz que Marta creía poder encontrar.

La residencia de la Reina había dejado de ser un hogar para ser un campo de batalla. Marta intentaba mantenerse al margen y evitar que los problemas de su familia arruinasen su felicidad, pero había acabado derrotada ante la enorme cantidad de responsabilidades que debía tomar mientras su familia se enfrentaba entre sí, poniendo su propia vida en pausa para mantener la empresa a flote.

Su familia no se encontraba, o al menos eso creía, porque desde que había llegado se había paseado por algunas de las estancias más frecuentadas de la casa esperando encontrarse con una nueva disputa, sorprendiendose al hallarse sola en esa enorme casa.

"Por fin, algo de paz y tranquilidad" Pensó a la vez que dejaba su bolso en una silla cercana para encaminarse hacia la cocina a regresar el paño que Fina había utilizado para envolver el bocadillo que le había llevado al despacho.

Suspiró cuando su novia se apoderó de sus pensamientos. Había sido una semana complicada, llena de compromisos y problemas, y sentía que no habían tenido ni un momento para ellas dos. Aquello le pesaba más de lo que quería admitir.

No había nada que desease más que envolver sus brazos alrededor del cuerpo de Fina y olvidarse del mundo entero. Por momentos maldecía la mañana en la que aceptó delante de su padre y sus hermanos hacerse cargo de la empresa, aunque la presidencia había sido su sueño desde siempre, en los últimos días no dejaba de arrepentirse de haber hecho a un lado sus planes de trasladarse a Barcelona para vivir en paz con Fina alejadas de todo y de todos.

En la soledad de su despacho, no hacía más que imaginarse cómo sería su vida si hubiese rechazado el puesto de directora. Estaría pasando sus días haciéndose cargo de la tienda de Barcelona, llevándola a ser tan próspera como la de la colonia, y por las tardes solo existirían Fina y ella, encerradas en el pequeño mundo que habían construido dentro de la torre junto al mar que seguía esperando a dos inquilinas que probablemente nunca llegarian allí.

Odiaba no poder tener tan claro si había tomado la decisión correcta. Estaba orgullosa de sí misma y sabía que Fina también lo estaba, pero no dejaba de pensar en esa vida tranquila a la que había renunciado, esa cotidianidad que anhelaba desde las primeras noches en aquel hotelito de Illescas.

Una sonrisa se formó en su rostro cuando dejó el paño encima de la encimera a la vez que una idea comenzaba a formarse en su cabeza. Tal vez no tenía su torre en Barcelona, pero estaba sola en su casa y específicamente, en la cocina.

Sin querer perder tiempo, caminó hacia los ganchos donde descansaban los delantales de cocina, tomó el más lindo de todos, aquel que Fina le había regalado por su cumpleaños, y se lo colocó.

Tal vez no había encontrado tiempo para acompañar a Fina a los bailes de salón, o para simplemente pasar un rato a solas, pero al menos podía sorprenderla al final de su turno en la tienda con un detalle que las hiciera sentir más cercanas a algún momento en el pasado en el que eran plenamente felices.

Rebuscó en la cocina el lugar donde su tía guardaba las notas y tarjetas con recetas de aquellas preparaciones que aunque eran poco frecuentes en la casa, nunca estaba de más tener a la mano el paso a paso.

Reconoció de inmediato la receta de los bollos suizos cuando vio la hoja en la libreta un poco percudida en una de las esquinas, producto del desastre que había hecho la primera vez que intentó prepararlos. Sonrió al recordar aquel día, se había sentido más cercana a su madre por primera vez en mucho tiempo.

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⏰ Última actualización: Oct 03 ⏰

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A fuego lento | Mafin One shotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora