Capítulo 3

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Era otra tarde más en la cafetería de siempre. Jungkook, como si fuera un ritual, empujó la puerta con suavidad y escuchó el tintineo de las campanillas que anunciaban su entrada. Al cruzar el umbral, su mirada se dirigió de inmediato hacia la barra, donde Jimin estaba sirviendo una taza para otro cliente. Esa sonrisa, como siempre, iluminaba el lugar. Era inevitable. Su corazón se aceleró, aunque ya había aceptado que sería así cada vez que lo viera.

"¡Jungkook!" lo saludó Jimin con la misma alegría de siempre. "¿Lo de siempre?"

Jungkook asintió y se dejó caer en su mesa habitual, en la esquina, cerca de la ventana. El día era gris, pero aún no había empezado a llover. Observó cómo Jimin, con su torpe pero adorable manera de preparar el café, medía el polvo y llenaba el jarrón con agua. Sabía que el café, como siempre, no sería perfecto. Pero para él, era el mejor del mundo.

Cuando Jimin le trajo la taza de ese color rosa pálido ya conocido, Jungkook sonrió. Tomó un sorbo y, aunque el sabor seguía siendo algo amargo y los granos de café raspaban un poco su garganta, lo bebió con gusto. "Delicioso," dijo, sin poder contener una sonrisa más amplia de lo normal.

"¿De verdad?" preguntó Jimin, soltando una risita mientras se sentaba junto a él, algo que no hacía muy seguido. "Me alegra que no te hayas cansado de mis cafés terribles."

Jungkook lo miró de reojo, su corazón saltando con solo tenerlo tan cerca. "Nunca me canso de ellos. De hecho, ya no puedo tomar café en ningún otro lugar."

Jimin se sonrojó levemente, y luego comenzó a sacar conversación. "¿Y cómo va la universidad? Siempre te veo con la laptop y tus libros por aquí."

"Va bien, supongo," respondió Jungkook, girando la taza entre sus manos. "A veces se siente como mucho, pero… bueno, sobreviviré."

Jimin lo miraba con atención, sus ojos verdes brillando bajo la luz suave del local. "Eso espero," dijo, sonriendo suavemente. Después de un breve silencio, como si hubiera algo que se le escapara, Jimin soltó una frase que no parecía haber planeado.

"Ah, hoy es mi cumpleaños, por cierto," dijo con naturalidad, como si no fuera gran cosa. Pero cuando se dio cuenta de lo que había dicho, se llevó una mano a la boca, como si quisiera tomar de vuelta las palabras.

Jungkook lo miró sorprendido. "¿Hoy es tu cumpleaños?" preguntó, sin poder ocultar la emoción en su voz.

Jimin asintió con timidez. "Sí, pero no es la gran cosa. Solo otro día más…"

"¡Eso no puede ser!" Jungkook se inclinó hacia adelante, decidido. "Tenemos que celebrarlo. Vamos a hacer algo."

Jimin negó con la cabeza. "No puedo, tengo que trabajar aquí. Además, no es necesario…"

"Por favor," insistió Jungkook, con una sonrisa que no dejaba espacio para que Jimin pudiera rechazarlo fácilmente. "No te llevará mucho tiempo. Vamos a un parque. Te prometo que será rápido. Es tu cumpleaños, Jimin. No puedes pasarlo trabajando."

Jimin lo miró por un momento, como si estuviera sopesando la idea. Al final, soltó un suspiro y sonrió. "Está bien, pero solo porque insistes tanto."

Cuando cayó la noche, los dos se dirigieron al parque más cercano. La ciudad brillaba bajo las luces de las farolas, y aunque era tarde, el lugar estaba relativamente tranquilo. El aire era fresco y, al caminar juntos, se sentía una atmósfera relajada, como si todo el ruido y las preocupaciones del día se desvanecieran.

Llegaron a los columpios, y Jimin se sentó en uno, balanceándose suavemente. Jungkook se acomodó en el columpio a su lado, ambos mirando al cielo. Las estrellas apenas se veían por el resplandor de la ciudad, pero aún así, la vista era hermosa.

"Siempre me ha gustado cómo se ve el cielo por la noche," dijo Jimin, su voz suave en la quietud del parque. "Incluso cuando no hay muchas estrellas, tiene algo especial."

Jungkook lo observó de reojo, viendo cómo Jimin se balanceaba suavemente. Su cabello, aún húmedo por la ligera brisa, caía sobre su frente, y sus mejillas se veían sonrosadas por el frío. Y entonces, notó que Jimin temblaba ligeramente.

Sin pensarlo dos veces, Jungkook se quitó el suéter y se lo pasó por los hombros. "Toma, ponte esto. Hace frío."

Jimin lo miró sorprendido, y luego sonrió con timidez, aceptando el suéter. "Gracias," dijo en un susurro, mientras se lo ponía.

El contacto accidental de sus manos al pasarle el suéter hizo que ambos se miraran brevemente. Fue solo un roce, algo insignificante, pero que para Jungkook tuvo un impacto más profundo de lo que esperaba. Sus manos volvieron a rozarse, esta vez de manera más intencionada, hasta que Jungkook decidió no resistirse más. Lentamente, tomó la mano de Jimin, entrelazando sus dedos.

Jimin lo miró sorprendido, pero no soltó la mano. Al contrario, apretó suavemente, devolviendo el gesto. Sus mejillas se volvieron de un rojo aún más intenso, y en sus ojos brillaba algo que Jungkook no había visto antes. Era un momento simple, pero cargado de una intimidad que lo envolvía por completo.

Y entonces, en ese instante, Jungkook lo comprendió. No importaba lo que la sociedad dijera, no importaba lo raro o incorrecto que pudiera parecer a otros. Lo único que importaba era lo que sentía en su corazón.

Miró a Jimin, que aún lo observaba con una mezcla de curiosidad y ternura. Este era el sentimiento que había estado negando por tanto tiempo, y ahora, estaba listo para aceptarlo. No había más dudas, no había más luchas internas. Solo quedaba lo que sentía en ese momento, y lo que siempre había sentido cuando estaba cerca de Jimin.

Sin poder contener una sonrisa, Jungkook apretó más fuerte la mano de Jimin y miró hacia el cielo estrellado. Había algo liberador en ese simple gesto, algo que hacía que todo finalmente encajara.

Jimin lo miró de reojo y, al ver la sonrisa en el rostro de Jungkook, sonrió también.

"¿Por qué sonríes?" preguntó Jimin, con una risita nerviosa.

Jungkook sacudió la cabeza suavemente, como si todo fuera demasiado obvio para explicarlo. "Solo... creo que, por primera vez en mucho tiempo, estoy feliz."

Jimin lo miró por un momento, y luego, en un susurro casi imperceptible, respondió: "Yo también."

Ambos se quedaron allí, en los columpios, con las manos entrelazadas y el frío de la noche abrazándolos, pero en ese instante, todo lo demás parecía quedar muy lejos.

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Lo mismo, espero les guste la historia.

La historia ya la tengo terminada en borradores y corregida por lo que no creo que hayan faltas de ortografía.

Gracias por leer y si les gusta no duden en votar y comentar, ya que eso me hace muy feliz y me motiva a seguir escribiendo.

Café, pero no el de tus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora