12. Daylight

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"And I can still see it all (In my mind)

All of you, all of me (Intertwined)

I once believed love would be (Black and white)

But it's golden (Golden)

And I can still see it all (In my head)

Back and forth from New York (Sneaking in your bed)

I once believed love would be (Burning red)

But it's golden

Like daylight, like daylight

Like daylight, daylight"

Luego del accidente, Charles se sentía más afortunado que de costumbre

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Luego del accidente, Charles se sentía más afortunado que de costumbre. Había pasado por terapias para recuperarse, y Carlos había estado a su lado en cada momento. Aunque a veces las cosas se complicaban, Carlos nunca lo soltó. Siempre firme, siempre presente.

Charles no podía evitar pensar en lo afortunado que era. Finalmente había encontrado a un hombre que lo entendía, que lo cuidaba. A veces, mientras lo observaba, se preguntaba por qué Carlos no había sido su primer y único amor. Era todo lo que alguien podría desear: tierno, guapo, y sobre todo, cariñoso.

La recuperación había sido larga, pero ahora Charles estaba feliz de volver al trabajo, de operar otra vez. Su vida, que había estado en pausa, finalmente retomaba su curso. Y mientras lo hacía, Carlos estaba allí, cuidándolo, protegiéndolo.

Cuando despertó tras el accidente, su familia entró como un torbellino de emociones. Todos lloraban, lo abrazaban y le decían cuánto lo querían. Carlos, en cambio, se había quedado a su lado, con lágrimas en los ojos, susurrándole lo mucho que lo amaba. Y entonces estaban sus amigos, que con su habitual humor, le regalaron un dildo como bienvenida de vuelta a la vida.

Checo, que ya tenía ocho meses de embarazo, había sido uno de los primeros en correr a abrazarlo. A Charles le sorprendió cuánto había crecido su vientre en esos dos meses. Era como si el tiempo hubiera volado, y ahora lo veía pasar sin poder detenerlo.

Charles, aunque no se consideraba una persona particularmente agradecida, no podía evitar sentirse profundamente feliz por seguir allí, por tener a su familia, sus amigos, y sobre todo, a Carlos.

Sentía que, finalmente, todo estaba en su lugar.

Charles recostaba su cabeza en el pecho de Carlos, disfrutando de la tranquilidad del momento. Podía escuchar el latido constante de su corazón, ese ritmo que lo calmaba, que lo hacía sentir en casa. Sabía que tenían que ir a trabajar, pero no quería moverse. Quería prolongar ese instante lo más posible.

—Tenemos que irnos —dijo Carlos, rompiendo el silencio, aunque su mano seguía acariciando el cabello de Charles con ternura.

—Lo sé —murmuró Charles, abrazándolo un poco más fuerte—, pero podríamos quedarnos un poco más, ¿no?

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