Por lo general, cuando Alastor estaba en su temporada de celo, procuraba mantenerse al margen de lo que sería un overlord en pleno celo, pareciendo una ramera. Le disgustaba esa manera de ver las cosas, así que simplemente trataba de ocultar esa parte de él.
Pero justo ese día, había visto las señales: el picor de sus cuernos, el movimiento insistente de su cola, la sensación de rascar el piso con su pie. Lo detestaba, Pero aún con toda esa inquietud aún no sabía el porque su calentura tan repentina. Había marcado los días de su "ciclo" y no tenía ningún retraso o adelanto hasta donde el sabía.
La noche paso, primero fueron las copas, luego las miradas, después el se retiró a su habitación, después el angel caído lo siguió simulando irse a su cuarto pero como el venado, el también tenía necesidades. Ambos solos en una habitación, uno con una lujuria animal y el otro con sed de satisfacer su más carnal deseo.
Después de estar solos en una habitación y de casi pelear por qué el cuarto era el incorrecto, la tensión no pudo más entre ellos y al final paso lo que tenía que pasar.
— Solo vete de mi habitación
—¡No! Tu deberías irte porque es mi habitación
— Pues yo no veo nada tuyo aquí— respondió tajante el de cuernos acercándose amenazador al más bajo
Imponente, el angel caído sintió de esa manera la mera presencia del más alto, ese tono de voz que siempre usaba, su mirada furiosa y la elegancia de sus palabras resonando en su cabeza... Lo estaba volviendo loco
Su cuerpo por reacción le pedía más cercanía, y por parte del venado, sus pensamientos le hacían imaginar cosas indebidas, sometiendo fuertemente al rubio... Queria poseerlo.
En un abrir y cerrar de ojos, los labios del pelirrojo chocaron con los del rubio, el más bajo sorprendido por la acción del más alto simplemente... Siguió con aquel beso.
Para ese momento la temperatura era muy alta, y los cuerpos de ambos pedían algo de contacto físico. Siguieron con aquel beso tan frenético, cargado de pasión y deseo, un deseo de sacar todo el coraje contenido, bueno al menos eso era lo que quería Alastor.
Solo basto un chasquido y un par de pasos hacia la cama para que Lucifer quedara abajo de aquel venado, ya había pasado un tiempo desde que no tenía sexo, y aunque estaba muy seguro que le encantaba hacerlo con una mujer, está experiencia lo haría cambiar de parecer.
Alastor, desbocado y lleno de lujuria solo podía pensar en las múltiples poses en las que pondría al delgado y fino cuerpo de aquel ángel rebelde, sus besos y mordiscos bajaron de sus labios a su mandíbula y fue dibujando un camino hasta su cuello y clavícula. Luzbel, como solían llamarlo los pecadores a manera de broma, estaba al borde del placer, se sentía que podía tocar el cielo pero su cuerpo ardía en su propio reino.
— Mierda— Maldijo el más bajo al sentir como Alastor con su magia aparecía unos tentáculos y de manera brusca lo tomaban por las manos
Con firmeza tomo el rostro de Lucifer, lo acaricio con deseo, aunque en su época estaba mal visto tener una relación homosexual, en ese momento le importaba muy poco lo que haría, le importaba más con quién lo haría, ya se imaginaba la cara de los habitantes del infierno cuando sepan que Alastor, el puto Demonio de la Radio, se cogió al mismo Lucifer, El Ángel Caído y desterrado del cielo.
Su sonrisa de orgullo y satisfacción se dibujaban en su boca, no podía esperar más. Con la ayuda de sus tentáculos hizo que pongan boca abajo al rubio, con su mejilla pegada al colchón y las manos bien sujetas atrás justo en su espalda, tomo de las finas caderas a Lucifer y sin esperar mucho le dió una fuerte y sonora nalgada dejando bien marcada su mano en era lechosa piel.
Lucifer dejo escapar un gritito de dolor, su respiración estaba tan agitada y tenía los nervios de punta, podía sentir como un tentáculos pasaba lentamente desde su pecho marcado hasta su creciente erección, la cual tomo firmemente y apretó sin cuidado.
— Joder ¡Mmmm!— gimió el más bajo
Alastor no quería dejar lugar sin marca, así que con su miembro erecto y palpitante, lo froto en la retaguardia del Angel mientras dejaba besos y chupetones en toda la espalda del rubio. Sin saberlo, el más bajo de el estatura de se estaba lubricado, ansioso por sentirlo, claro no era su plan estar en esta posición pero a veces hay que probar más cosas.
Una vez satisfecho de dejar la mejor marca en su espalda y de haberle sacado algo de sangre a esa lechosa piel, se dispuso ahora sí a entrar, si esto lo hubiera hecho en vida seguramente después de la acción ya lo hubiera matado. Pero no estaba en la tierra, estaba en el infierno, y aquí todo se valía.
Sin piedad y sin esperar a que el más bajo se acostumbrara a su grosor se empezó a mover de manera bestial, cada embestidas tenía fuerza y llegaba muy al fondo del ser del pobre ángel quien solo sentía como sus paredes se abrían paso al gran miembro del pelirrojo. Sus gemidos eran callados por un tentáculos que le tapaba la boca, sus lágrimas salían de sus ojos y tenían un dolor absurdamente grande en su parte baja y no porque el mayor lo lastimara (eso era aparte) era porque su pobre erección no era atendida.
Lucifer no lo sabía, pero esa noche sería eterna. Una venida, dos corridas, tres orgasmos, todas la maneras posibles que se pueda decir ese sentimiento de placer infinito dónde el cuerpo se eriza y tienes una descarga electrica desde los pies a la cabeza y sientes que te orinar... Y Alastor aún no lo hacía.
Pasaron los minutos y las horas, lucifer aún se preguntaba como es que el demonio de la radio aún podía aguantar. A el pobre Luci ya no le salía nada y aún así el demonio de la radio buscaba la mera de que saliera algo.
Alastor al fin se podría correría y aunque no lo crean los venados se corren mucho bueno al menos este si lo hace, quería llenarlo bien y vaya que lo hizo. Apenas "acabo" en la parte trasera del rubio no pudo más y lo puso de rodillas frente a el para así correrse en su boca. Que para su sorpresa el más bajo no dudo en tragar.
[•••] Los rayos del rojizo cielo atravesaban las finas cortinas del cuarto del ciervo, en donde en su cama yacía el fino y marcado cuerpo del soberano del infierno.
Alastor apenas abrió los ojos y vio a Lucifer su mente le empezó a doler, por unos segundos le dió náuseas y trato de recordar como mierda este enano acabo en su cama.
Por unos segundos recordó los jadeos, esos gemidos y la cara del rubio con lágrimas en sus ojos y pronunciando de manera sensual su nombre. Sin notarlo sus mejillas se habían tomado un ligero color rosaceo por la mera vergüenza que sentia. Se levantó con lentitud y solo por matar la curiosidad levantó la sábana que cubría el cuerpode Lucifer, era correcto... El demonio de la radio se había cogido al rey del infierno.
Camino con lentitud hasta su baño y decidió tomar una ducha, necesitaba despejar su mente y esclarecer sus ideas.
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