La Oscuridad de Tim (5 actos)

11 4 0
                                    

Es difícil poner en palabras lo que uno siente cuando su propio ser se desintegra. Lo intento, porque necesito que alguien, aunque sea el aire que me rodea, entienda lo que me ha pasado. Ya no sé cuánto tiempo llevo perdido en esta oscuridad, pero sé que la única forma de salir es escribiendo, como si al plasmarlo en palabras pudiera exorcizar el monstruo que llevo dentro.

1. Infancia: "Entre el amor y la ausencia"

Mi nombre es Tim. Y si estás leyendo esto, significa que aún soy capaz de decirlo. O eso espero.

Crecí en un hogar roto. Mis padres se separaron cuando era muy pequeño, y aunque nunca lo entendí del todo, lo sentí en cada rincón de mi ser. Mi madre nos crió con amor, eso es lo único que puedo decir que siempre fue constante. Pero había algo en mí, una parte que no encajaba, que no encajaba en su amor, ni en el cariño de mi madre ni de mis hermanos. Siempre sentí que faltaba algo. Algo grande. La figura de mi padre. Él se fue, y nunca volvió a ser parte de mi vida, aunque viviera a unas pocas calles de distancia.

Recuerdo los días en que esperaba a mi padre en la puerta de la escuela, imaginando que algún día llegaría, como si por arte de magia apareciera y dijera que no todo había sido un error, que realmente le importaba. Pero no lo hacía. Y la verdad es que nunca lo hizo. Para él, no fui más que un hijo al que olvidó.

A los otros niños no les importaba, tampoco. En la escuela, la mayoría se burlaba de mí porque no tenía a mi padre. Me llamaban "el hijo de papá ausente" y, al principio, me hacía daño. Me sentía un chico raro, no era como los demás, siempre me sentí menos. No era como ellos, que tenían sus familias completas, que podían ir a ver a sus padres a la salida del colegio. Yo siempre caminaba solo.

Lo peor de todo es que no los odiaba. No odiaba a nadie, ni siquiera a mi padre. Pero eso no lo hacía más fácil. Porque sentía que era yo quien tenía algo mal, que era yo el que no lograba encajar.

2. Adolescencia: "Un reflejo roto"

El tiempo no hace que las cosas cambien, solo las envuelve en un velo de olvido. Aunque crecí, no pude deshacerme de esa sensación de no encajar. La soledad se volvió algo constante, algo con lo que aprendí a vivir. Podía ser amable, generoso, siempre dispuesto a ayudar. Pero había algo en mí, algo que crecía cada vez que alguien me daba las gracias por hacer algo por ellos. Sentía que me estaba vaciando. No era suficiente. Nada lo era.

Siempre pensaba que si hacía lo correcto, si me sacrificaba por los demás, alguien podría notar que había algo bueno en mí. Pero el mundo no te recompensa por ser bueno, no te premia por ser sincero. Al contrario, te ignoraba. Me sentía invisible, atrapado entre las expectativas de ser alguien que no quería ser.

El conflicto empezó cuando me di cuenta de que había algo más en mí. No era una sensación pasajera, sino una presencia que crecía con el tiempo. Era como si hubiera dos Tim. El Tim que todo el mundo veía, el chico bueno, el que se preocupaba por los demás, el que nunca decía "no". Pero luego estaba el otro Tim. Ese que se escondía en las sombras de mi mente. Un Tim lleno de odio, de frustración, de enojo.

No sé cuándo comenzó, pero creo que empezó cuando la chica de mis sueños apareció en mi vida. Se llamaba Lila. Ella fue mi luz en medio de tanto caos, mi único respiro en un mundo que me parecía tan sombrío. Me hacía sentir que tal vez, solo tal vez, había algo bueno en mí, algo que valía la pena. Me sentía completo cuando estaba con ella.

Pero, como todo lo bueno, se desvaneció. La distancia la separó de mí. Las palabras dejaron de ser suficientes y, de alguna manera, ella también se fue.

Eso fue lo que rompió algo dentro de mí. Me culpé. Me sentí como si hubiese perdido todo lo que valía la pena en mi vida. Fue como si de repente, el Tim oscuro tomara control. Y el chico bueno ya no tenía fuerzas para luchar.

La oscuridad de timDonde viven las historias. Descúbrelo ahora