Capítulo 7

99 4 0
                                    

CHIARA

Desde que era pequeña he admirado a Ruslana, y ahora más. ¿Por qué? Es sencillo. Mi mejor amiga tiene dos trabajos, trabaja junto a mi en la academia entre semana y los fin de semana en un bar que cierra tarde. Siempre me ha dicho que no le hace falta trabajar tanto y que se debería de centrar más en la universidad pero que lo hace para ahorrar para algo grande. Nunca me ha dicho la razón.

Hace unos días que no hablo con nadie, ni con mi tía ni con Rus o Martin. El viernes pasado recibí ese mensaje de Violeta y he estado toda la semana en la mierda. Mis compañeros de clase me lo han notado e incluso mis alumnos de la academia.

Ruslana trabaja hoy, así que decido ir al bar a pasar el rato. El ruido del bar es acogedor en su propia manera caótica: el murmullo de las conversaciones, el tintineo de vasos, la música de fondo que parece fundirse con todo. Pero a mí, me cuesta desconectar. Desde hace una semana, siento que llevo una nube gris sobre mí, una que no puedo sacudir sin importar cuánto lo intente.

Ruslana está detrás de la barra, moviéndose con rapidez entre los clientes, sirviendo bebidas, sonriendo, siendo la versión más extrovertida y despreocupada de sí misma. Me acerco al final de la barra, esperando a que me vea. Quiero hablar con ella, pero no quiero interrumpirle en medio del caos del viernes por la noche.

—¡Chiara! —me saluda con una sonrisa tan cálida que casi consigue relajarme—. ¿Qué haces aquí? Pensé que te quedarías en casa hoy.

—No podía —admito mientras me siento en uno de los taburetes, apoyando la cabeza en las manos—. Necesitaba distraerme.

Rus me lanza una mirada, esa mirada que siempre usa cuando sabe que estoy intentando evitar algo. Sirve una cerveza a un cliente antes de volverse hacia mí.

—¿Es por Violeta?

Asiento en silencio. No hemos hablado desde que recibí su mensaje. Parte de mí entiende su decisión, pero la otra parte no puede evitar sentir el vacío que ha dejado.

—No he sabido de ella desde entonces —le confieso, sintiéndome vulnerable. No suelo abrirme así, pero estoy hablando con Rus, que me conoce mejor que nadie.

Mi amiga frunce el ceño mientras limpia un vaso y lo coloca en la estantería. Su tono cambia, volviéndose más serio.

—Chiara, no puedes quedarte estancada en esto. Sé que duele, pero si ella no está dispuesta a luchar por lo que tenéis... entonces quizás es mejor que lo dejes ir.

La forma directa de Ruslana de ver las cosas siempre me ha ayudado a poner todo en perspectiva, pero ahora... ahora no estoy segura de cómo avanzar. Siento que algo entre Violeta y yo era real, algo que no quiero dejar ir tan fácilmente.

—Lo sé... pero no es tan fácil —murmuro—. Ella... me importa. Mucho.

Rus suspira y se inclina sobre la barra, colocando una mano en mi hombro.

—Te entiendo, pero no puedes controlar cómo se siente ella. Solo puedes controlar lo que haces tú. Si ella decide no seguir adelante, entonces tú tienes que hacer lo mismo por ti.

Esas palabras me golpean, pero sé que tiene razón. No puedo obligar a Violeta a quedarse, ni a sentir lo que yo siento. Lo único que puedo hacer es tomar las riendas de mi propia vida, aunque me duela.

Thanks, Rus —digo, sintiéndome un poco más ligera—. A veces necesito que me lo recuerdes. I love you.

Ruslana sonríe y me sirve una copa de Sex on the Beach.

Me too Keeks. Para eso estamos las amigas. Anda, tómate esto y relájate un poco. A veces las respuestas llegan cuando dejas de buscarlas tan desesperadamente.

La persona que llene este vacío || KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora