Sweet Corruption

Tratar de evitar algo inevitable

•LEN•

Cerré la puerta a mis espaldas cuidadosamente y recargué todo mi cuerpo en ella. Permanecí por unos instantes más totalmente inmóvil. Mi mente trataba de asimilar forzosamente lo que había ocurrido en el cuarto de mi gemela segundos antes. O mejor dicho, lo que "casi" ocurre. "¡¿Qué demonios acaba de pasar?!" grité internamente mientras una mueca de atónita sorpresa se dibujaba en mi rostro. Mi corazón latía desbocado a un ritmo imparable, mi respiración se negaba a obedecer mis intentos por calmar su azorado compás vertiginoso. Me sentía desfallecer por completo, aquel atrayente calor que me había dominado minuto antes ahora se había congelado repentinamente, clavándome fríos puñales de helada cordura que me hacían volver poco a poco a la dolorosa pero irrevocable realidad. No podía reaccionar, solo me limité a dejarme vencer por la gravedad y deslicé mi espalda por la pared hasta quedarme sentado en el suelo de clara madera del pasillo.

Apoyé mis codos contra las rodillas y llevé mis manos a mi cabizbaja cabeza en un intento por relajar mi cuerpo entumecido. Estaba confundido, muy confundido. Había estado apunto de besar a mi propia hermana gemela, hallándose ella en medio de un trance provocado por la fiebre que la sometía a causa de su malestar, y yo no sabría decir si me encontraba plenamente consciente de mis acciones o me dejaba llevar por los impulsos que motivaban la embarazosa situación en la que me encontraba, la cual cada vez me conducía más hacia el límite entre mis utópicas fantasías y mi realista sensatez.

No lograba convencerme de lo que había pasado, Rin aún tenía una excusa, ella estaba influenciada por su enfermedad y no era responsable de sus actos, pero yo carecía de justificación, yo había permitido que aquello se saliera de control y termináramos rozando las restricciones que la moralista sociedad nos imponía a ambos. Por lo menos nuestros labios no habían llegado a unirse en aquel deseado enlace, el repentino desmayo que nubló la mente de la joven en el último segundo impidió ese anhelado sueño por mi parte. Aunque eso tampoco ayudaba a ver los acontecimientos desde un punto de vista mejor, ya que de no ser por ello...

"no quiero ni pensar en lo que hubiésemos hecho..."

Solté un largo y pesado suspiro en un intento logrando someter mi respiración bajo los efectos del nuevo y más ralentizado ritmo que llevaba mi corazón. ¿Qué haría a partir de ahora? No podría mirar a Rin a la cara sin que los recuerdos de esa noche vinieran a mi mente, menos aún al pensar en las involuntarias reacciones y en las deliciosa sensaciones que logré experimentar por un escaso y efímero momento. Un seguido de sentimientos se propagaban por mi interior como una arrolladora ola descontrolada: sorpresa, confusión, vergüenza, culpabilidad, remordimiento, decepción...

"Un momento... ¿decepción?"

Sí, me sentía decepcionado a pesar de que no terminaba de conocer el motivo. ¿Acaso era por no haber besado a Rin...? ¡¿Qué estoy diciendo?! ¡Debería sentirme aliviado y no desilusionado! Si hubiera sucedido, si la hubiera besado, nos habría condenado a los dos a un pecado imperdonable e impúdico, lejos de cualquier aceptación por parte de la corrompida moralidad que recorría la mente de las hipócritas personas que conformaban nuestro entorno.

Pero si me detenía a analizar la situación de una forma más minuciosa, las caricias que me ofrecieron las suaves manos de mi gemela y mis respuestas mecánicas ante ellas no habían sido precisamente voluntarias, por lo que aún podíamos mantener la escusa de que aquello solo habían sido un par de reflejos no autorizados por mi cordura. Por no decir que en aquel momento yo me hallaba totalmente rendido a las intenciones de aquel ángel caído, incluso dispuesto a llegar un poco más lejos con tal de obtener la atención de sus suaves dedos y su respiración cautivadora chocando contra mis labios, cosa que estando en uso completo y constante de mi raciocinio no desearía tales ilusiones... ¿no?