Capítulo 3

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El sol apenas comenzaba a pegar sobre los edificios de Seúl cuando Kim Sol salió de su pequeño dormitorio que compartía con tres aprendices mas de la empresa. Sus compañeras ya se habían levantado, a ella le costó un poco dado que la noche anterior no podía conciliar el sueño. Su visita al tatuador la había dejado inquieta, no sabía si era por la conversación o porque él era realmente guapo.

Si bien su nuevo tatuaje le preocupaba mucho y si quería cuidárselo lo más posible, realmente había sido la excusa perfecta para ir a verlo de nuevo.

"Jungkook..." pensó. Se preguntaba que otra excusa podría tener para verlo otra vez. 

Salió al pasillo. Era uno de esos días en los que todo parecía quieto, como si la ciudad aún no hubiera despertado del todo. Los primeros rayos de luz iluminaban el pasillo mientras ella se dirigía hacia el estudio de prácticas, donde la esperaba una jornada agotadora. Sabía que no sería fácil, pero también sabía que este era el precio a pagar por perseguir su sueño de ser idol.

Ser trainee no era solo un reto físico, sino también mental. Los días eran largos, intensos y llenos de incertidumbre. Cada paso estaba lleno de expectativas, tanto las suyas como las de la agencia. Y hoy no sería la excepción. Su horario de hoy incluía práctica de canto, baile y una lección intensiva de idiomas. Todo eso antes de que la noche cayera.

Había estado saliendo bastante esos días después de sus clases y estaba muy muy cansada.

Sol entró en el estudio de práctica de canto a las siete en punto. La profesora ya estaba allí, esperando a los cinco trainees que debían ensayar esa mañana. Todos los días comenzaban de la misma manera: estiramientos vocales, respiración y ejercicios que parecían repetirse interminablemente, pero que eran cruciales para mejorar la técnica.

—¡Buenos días, Sol! —dijo la profesora con su característico tono alegre—. Hoy quiero escuchar una mejora en tu control de respiración. Recuerda que el poder en tu voz viene de tu diafragma, no solo de tu garganta. Si sigues forzando, perderás tu voz antes de debutar.

Sol asintió rápidamente, consciente de que los ojos de la profesora estarían más atentos que nunca. Llevaba semanas trabajando en esa técnica y sabía que no podía permitirse ningún error. La competencia entre los trainees era feroz; cualquier pequeño fallo podía hacer la diferencia entre avanzar o ser dejada atrás.

—Empezaremos con escalas. —La profesora se acercó al piano y comenzó a tocar las primeras notas, mientras los trainees formaban una fila y comenzaban a seguir el ritmo de las notas ascendentes y descendentes.

Sol cerró los ojos y se concentró en su respiración, tratando de encontrar el equilibrio perfecto entre potencia y control. A pesar de los nervios, las notas fluían mejor de lo que había esperado. El trabajo constante estaba empezando a rendir frutos, pero aún había mucho por mejorar.

Después de media hora de escalas y ejercicios, llegó el momento de cantar la canción asignada para la semana. Cada trainee debía cantar una parte del coro, y Sol era la tercero en la fila. A medida que sus compañeros cantaban, podía sentir la presión acumulándose. No solo quería hacerlo bien, quería destacar. Cuando llegó su turno, tomó una respiración profunda y dejó que su voz resonara en el estudio.

—No está mal —comentó la profesora cuando terminó—, pero todavía necesitas trabajar en la emoción. No basta con cantar bien, debes transmitir algo. Recuerda que el público no solo escucha, también siente. Eso es lo que te hará memorable.

Sol asintió, sintiendo un leve peso en sus hombros. Sabía que cantar no era solo una cuestión técnica, sino de transmitir lo que sentía. Eso era lo que lo había inspirado a querer ser  idol en primer lugar, la capacidad de conectar con los demás a través de la música. Pero en medio de las largas horas de práctica, a veces era fácil olvidarlo.

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