[4] Brote II

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Corrimos durante tanto tiempo que nuestras piernas ardían, pero el terror que recorría nuestras venas no nos permitía detenernos. A unas calles de distancia, alcanzamos a ver la enorme "H" del edificio de la UA, y todos exclamamos con alivio, acelerando el paso. De repente, un pensamiento me golpeó como un camión, y mi rostro se puso pálido al instante.

—¡Mamá! —me frené en seco, sintiendo una oleada de angustia al recordar que mi madre estaba sola en casa. Todo este desastre había estallado hacía ya un buen rato, y no quería imaginar lo que pudo haberle ocurrido sin que yo estuviera allí para protegerla.

Mis compañeros se detuvieron, mirándome con preocupación. Antes de que alguien pudiera decir algo, un ruido estremecedor cortó el aire. Varios infectados emergieron de las calles y edificios cercanos, atraídos por mi grito anterior. Sus movimientos eran torpes y erráticos, pero la agresividad que irradiaban no se parecía a nada que hubiéramos enfrentado antes.

—¿Infectados? —gruñó Kacchan, encendiendo explosiones en sus palmas.

Pero algo estaba mal. Estos infectados no eran como los anteriores. Sus ojos brillaban de una manera extraña, casi como si un destello de inteligencia salvaje se ocultara en su mirada. De pronto, uno de ellos, más rápido que los demás, se lanzó hacia nosotros. Iida intentó interceptarlo, pero, increíblemente, el infectado lo esquivó con una velocidad que ningún enfermo debería tener.

—¡Cuidado! —gritó Uraraka, justo cuando el infectado se lanzó sobre Iida.

El chico se vio obligado a dar un salto hacia atrás. Todoroki acumuló sus llamas en un orbe de fuego que, en pocos segundos, hizo que el calor nos envolviera. Se preparó para atacar, tratando de predecir el movimiento del infectado que se acercaba a toda velocidad. Me preparé para intervenir si Todoroki fallaba, pero no fue necesario. Cuando el infectado saltó hacia él, Todoroki lanzó el orbe de fuego con precisión. El zombie no tuvo oportunidad y chocó de lleno contra las llamas, comenzando a arder casi de inmediato. Cayó al suelo con un gruñido, retorciéndose hasta que quedó inmóvil.

Nos quedamos aturdidos por unos segundos. Ya habíamos visto lo agresivos que eran los infectados, pero nunca nos habíamos imaginado que tendríamos que matarlos para sobrevivir. En la sociedad en la que nos habíamos criado, glorificando a los héroes, nunca se nos había enseñado a matar. Hacía más de 70 años que no se veía a un villano morir en manos de un héroe. Siempre seguíamos el mismo ciclo: pelear, derrotar y arrestar.

Pero ahora... eso no era suficiente. Esta nueva realidad nos forzaba a hacer cosas que jamás habríamos considerado en situaciones normales. Y la carga de esa verdad nos golpeó con fuerza, dejándonos paralizados por unos instantes.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por el fuerte sonido de un cañón disparando. Sin pensarlo, tomé a todos del cuello y los tiré al suelo justo cuando un proyectil pasó rozando el espacio donde habían estado nuestras cabezas. Nos levantamos de inmediato y miramos hacia el origen del disparo. Un infectado, más grande que los demás, se acercaba. En su espalda sobresalían protuberancias extrañas, y su brazo derecho se había transformado en el cañón de un arma.

El asombro nos duró solo unos segundos antes de que disparara otro proyectil. Esta vez, Kacchan reaccionó primero, lanzando una explosión poderosa para detenerlo. Pero el miedo nos envolvió cuando, de entre el humo, una bola blanca surgió disparada, impactando directamente en el pecho de Kacchan y derribándolo al suelo.

—¡Kacchan! —grité, corriendo hacia él y ayudándolo a levantarse. Le miré el rostro; aparte de una clara expresión de dolor, un hilo de sangre comenzaba a asomar por la comisura de su boca. —Uraraka, por favor, ayúdame a sostenerlo un minuto —le pedí, a lo que ella accedió, mientras Kacchan se quejaba levemente, pero sorprendentemente no rechazó la ayuda.

Mientras observaba a nuestro alrededor, noté que los infectados se acumulaban cada vez más y más. No parecía haber más infectados como los que atacaban con sus dones, pero no sabía si estos infectados más poderosos eran únicos o si, con el tiempo, todos se volverían así.

—¿Qué hacemos, Izuku? —preguntó Kirishima, mirando hacia los infectados que se acercaban.

—Vamos a formar un círculo, cubriendo la entrada de cada calle a nuestro alrededor. ¡Vamos!—respondí, sintiendo que el tiempo se nos acababa. Grité órdenes, pidiéndoles que derribaran a los infectados más cercanos. Para mi sorpresa, el infectado que había herido a Kacchan no se había movido de su lugar, lo miré a sus ojos grises tratando de notar el mínimo movimiento de su parte. Así fue durante unos segundos, hasta que el infectado lanzó un gran rugido y comenzó a correr hacia mí.

Miré a Todoroki a los ojos; sin necesidad de hablar, ya sabíamos lo que teníamos que hacer. Rápidamente acumulé el 20% del OFA por todo mi cuerpo, destellos de energía azul bailaban a mi alrededor. Cuando el infectado estuvo lo suficientemente cerca, me impulsé hacia él con el puño hacia enfrente. Noté que trató de colocar su brazo izquierdo como protección, pero ya era demasiado tarde; mi puño impactó de golpe contra su cara, mandándolo a volar unos cuantos metros.

El infectado impactó contra el cristal de una tienda de comestibles, causando que la alarma de la misma se encendiera, generando aún más ruido. Sabía que podíamos huir hacia UA, pero incluso si los infectados normales no parecían tener don, podían correr. No nos alcanzarían, pero definitivamente llegarían a las puertas de UA, y no sabía si ya había enfrentamientos dentro de la escuela. Sería peor llevar más problemas.

—¡Todoroki, congélalo y ayudemos a los demás! —le grité mientras observaba cómo varios infectados se lanzaban contra nuestros compañeros.

—¡Entendido! —respondió Todoroki, enviando una ola de hielo hacia el infectado que había derribado. Su cuerpo quedó atrapado en una prisión helada.

Con el infectado contenido, vi a Uraraka y a Jirou tratando de contener a un enorme grupo de infectados que se acercaban.

—¡Kirishima! ¡Ve a ayudarles! —grité, señalando con la cabeza hacia ellos.

—¡Voy! —respondió, corriendo hacia su lado mientras su piel comenzaba a endurecerse.

Mientras tanto, Momo usó su Quirk para crear una serie de armas improvisadas. En cuestión de segundos, un hacha y una lanza emergieron de su lado.

—¡Izuku! ¡Aquí! —gritó, lanzando la lanza hacia mí. La atrapé y con una gran velocidad apuñalé la cabeza de otro infectado que se acercaba.

—¡Tokoyami! —llamé, viendo que este parecía estar aturdido. —¡Cúbrenos!

De inmediato, Tokoyami reaccionó e invocó a Dark Shadow, creando un manto que envolvió a los infectados, atrayéndolos hacia la oscuridad. Esto les dio a nuestros compañeros el tiempo necesario para organizarse. Ashido, con su energía burbujeante, lanzó un ataque de ácido, deshaciéndose de un grupo que intentaba acercarse.

—¡Vienen más desde el edificio de enfrente! —gritó, mientras otros infectados se movían hacia nosotros.

Mientras observaba la batalla desarrollarse a mi alrededor, comprendí que cada uno de nosotros tenía un papel vital que desempeñar. La desesperación empezaba a apoderarse de nosotros, pero sabíamos que esto no era solo una pelea por nuestras vidas; era una lucha por proteger a quienes apreciábamos, y eso nos daba una razón más para seguir adelante.

—¡Resistan! ¡No vamos a dejar que esto termine aquí! —exclamé, sintiendo que el peso de nuestras decisiones nos unía en esta batalla.

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No sé cuántas veces edité este capitulo pero no me sentía satisfecho con las escenas, añadí a más compañeros de Izuku para que no se sintiera que era una historia de 3 o 4 personajes, creo que lo hice decentemente para ser mi primera vez.

Si todo va como lo planeado debería poder subir otro capítulo dentro de unas horas.

Héroes entre los MuertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora