Aquino había llegado a Sakuragaoka High School como nuevo estudiante de seguno año, sintiéndose un rarito. Su mirada fría y analítica recorría el bullicio del primer día de clases, donde grupos de estudiantes se reían y charlaban animadamente. A pesar de estar rodeado de gente, se sentía completamente aislado.
Al doblar una esquina un fuerte impacto lo sacó de sus pensamientos Alguien había chocado con él y ambos tropezaron, casi cayendo al suelo. Aquino miró con frustración mientras recogía su mochila. Frente a él una chica de cabello castaño claro lo miraba con los ojos muy abiertos y una expresión de pura disculpa.
—¡Lo siento mucho! ¡De verdad, no te vi! —exclamó la chica, claramente nerviosa y torpe en su reacción.
Era Yui Hirasawa, quien había estado corriendo distraída. Su actitud era un completo contraste con la frialdad de Aquino. Sin molestarse en darle mayor importancia Aquino apenas la miró,con su expresión impasible.
—No pasa nada. Solo ten más cuidado —respondió con frialdad y continuó su camino, dejando a Yui atrás todavía disculpándose.
Yui se quedó allí paralizada por la frialdad de Aquino. No era la reacción que había esperado y eso la dejó desconcertada. Durante el resto de la mañana, no pudo dejar de pensar en lo sucedido. Sentía una gran incomodidad en el pecho, preguntándose si Aquino estaría molesto con ella. Su mente comenzó a darle vueltas a cómo disculparse correctamente.
Mientras estaba en clases yui miraba de reojo a Aquino quien permanecía distante y silencioso, como si todo a su alrededor le fuera ajeno. "¿Por qué no puedo simplemente disculparme otra vez?", pensaba Yui, dándose cuenta de que la idea de hablarle le ponía nerviosa. Se pasó horas pensando en lo que podría decir. "Quizás no debí insistir tanto", reflexionaba. Sin embargo, cuanto más lo pensaba más sentía la necesidad de disculparse bien.
Finalmente, cuando llegó la hora del almuerzo Yui no pudo soportar más la tensión. Respiró hondo y decidió que debía enfrentarse a la situación. Miró alrededor del salón y notó que Aquino estaba sentado solo en su pupitre completamente ensimismado. Era su oportunidad.
Con pasos torpes Yui se dirigió hacia él y antes de que pudiera detenerse a pensar demasiado se sentó en el asiento vacío a su lado. Aquino apenas la miró de reojo claramente consciente de su presencia pero sin mostrar interés.
Yui apretó los puños sobre su regazo, luchando por encontrar las palabras adecuadas. Había ensayado mentalmente mil formas de disculparse pero en ese momento, todo se le escapaba.
—Oye... —dijo finalmente, con voz tímida—. Lo de esta mañana... no dejo de pensar en eso. Siento mucho haberte molestado. No sé si te enojaste, pero... en serio, no quería incomodarte.
Aquino la miró de lado sin decir nada al principio. La incomodidad de Yui era evidente, y aunque él no quería ser grosero tampoco sabía cómo manejar la situación. Con su tono característicamente frío, respondió:
—No fue nada. No estoy enojado. Solo... no hace falta que te disculpes tanto.
A pesar de sus palabras, Yui no parecía completamente convencida. Bajó la cabeza, jugando nerviosamente con los dedos, mientras trataba de contener la vergüenza que sentía. Su voz se quebró un poco mientras continuaba:
—Es que... siempre hago este tipo de cosas... todos me dicen que.... soy distraida y... no quiero que pienses mal de mí.
Aquino, al verla al borde de las lágrimas, empezó a sentirse incómodo. No estaba acostumbrado a lidiar con personas tan emotivas, y mucho menos a tener a alguien tan cerca de él en ese estado. La sensación de incomodidad lo hizo tensarse, y por primera vez, se sintió algo culpable por su frialdad.