Unos días habían pasado desde la última vez que Yui vio a Aquino en los columpios. Mientras estaba en clase, Yui se encontró pensando en esos momentos. Recordaba cómo Aquino había mostrado una pequeña sonrisa, aunque casi imperceptible, y cómo parecía un poco menos distante cuando hablaban. Aunque todavía no lo conocía del todo, sentía que había logrado romper una pequeña barrera en su relación.
Mientras Yui seguía sumergida en sus pensamientos, sus ojos se desviaron hacia Aquino, que estaba sentado a su lado. Era la primera clase del día, y Aquino tenía una expresión de cansancio, con los párpados pesados y la cabeza inclinada ligeramente hacia adelante, como si estuviera al borde de quedarse dormido.
—Vaya, Aquino parece estar realmente cansado —pensó Yui, conteniendo una pequeña sonrisa divertida al verlo en ese estado. Por un momento, se preguntó qué podría haberlo mantenido despierto la noche anterior.
Aquino, sintiendo la mirada de Yui sobre él, abrió un ojo perezosamente y la miró con una mezcla de curiosidad y desconcierto.
—¿Qué pasa, Yui? —preguntó con voz baja y ronca por el sueño, sin esforzarse mucho por parecer despierto.
Yui se sobresaltó un poco al darse cuenta de que lo estaba observando, pero rápidamente se recuperó, sacudiendo la cabeza.
—¡Ah, nada, nada! —dijo rápidamente, con una sonrisa algo nerviosa—. Solo estaba pensando en... bueno, en lo bien que nos hemos llevado estos últimos días.
Aquino parpadeó lentamente, aún medio adormilado, pero un destello de sorpresa apareció en su rostro. Se quedó en silencio por un momento, como si procesara lo que Yui había dicho, y luego dejó escapar una especie de medio suspiro, medio risa.
—Supongo que no ha sido tan malo, después de todo —admitió, mirando al frente y tratando de disimular una pequeña sonrisa.
—webon no puedo estar tranquilo ahora— penso el webadas para el mismo
Yui sintió una calidez en el pecho al escuchar esas palabras. Sabía que, a su manera, Aquino estaba reconociendo que su compañía le agradaba, aunque aún le costara expresarlo abiertamente. Para Yui, ese pequeño avance era suficiente.
La primera clase terminó, y mientras todos los estudiantes se preparaban para la siguiente, Yui no pudo evitar lanzar una mirada hacia Aquino. Para su sorpresa, lo encontró completamente dormido sobre su pupitre, con la cabeza apoyada en sus brazos cruzados. Su expresión rígida y analítica había desaparecido, reemplazada por una mirada tranquila y relajada, como si finalmente se hubiera rendido al agotamiento.
Yui lo observó con una mezcla de ternura y diversión. Era raro verlo tan despreocupado y vulnerable, tan diferente a la actitud reservada y distante que solía mostrar. Se dio cuenta de que, a pesar de todo, Aquino también tenía su lado vulnerable
—Vaya.... realmente necesitaba dormir —pensó Yui para sí misma, sonriendo con una dulzura casi involuntaria.
Por un momento, Yui consideró despertarlo para que no se metiera en problemas con el profesor, pero luego decidió dejarlo descansar. Tal vez, pensó, Aquino necesitaba este respiro más que nadie. Así que simplemente se quedó a su lado, observándolo en silencio y deseando poder ver a aquino menos solo.
Mientras tanto, algunos compañeros de clase miraban de reojo a Aquino, pero nadie parecía realmente molesto algunos incluso sonreían ante la escena, como si fuera la primera vez que veían al nuevo estudiante mostrar un lado más relajado
Mientras Aquino seguía dormido sobre su pupitre, completamente ajeno a lo que sucedía a su alrededor, Azusa, Ritsu, Mio y Tsumugi aprovecharon el momento para acercarse a Yui. Se reunieron alrededor de su escritorio con sonrisas curiosas y miradas cómplices.